Por Javier Corral Jurado*
Se ha publicado la convocatoria para la elección del nuevo Comité Ejecutivo Nacional del PAN y de su Presidente. Es hora del registro de los aspirantes y también del proceso de reflexión y opción para todos los militantes del Partido que, por vez primera, podremos participar con voto directo en esta importante decisión. El inédito ejercicio nos llama a tomar parte del proceso e inaugurar nuestro derecho para elegir dirigentes de manera informada, serena y absolutamente libre.
Este texto pretende coadyuvar con esa reflexión y razonar de manera abierta, el por qué he decidido apoyar la reelección de Gustavo Madero Muñoz en la Presidencia del PAN.
Hace dieciocho meses el futuro del PAN era sombrío. No sabíamos si vivíamos el principio de la irrelevancia o el fin de un partido democrático. Recordemos el cuadro para calibrar las circunstancia: desde luego la pérdida de la Presidencia de la República; las elecciones federales nos mandaron a la tercera fuerza política; un ex presidente de la República, surgido de nuestras filas, hizo campaña a favor de Peña Nieto; Manuel Espino expulsado del partido, se sumó activamente en la promoción del abanderado priista; los comités estatales estaban divididos. Las finanzas del partido, tenían un déficit surgido de administraciones anteriores.
Se desato al interior una “cacería de brujas” que buscaba culpables, las acusaciones de corrupción e intolerancia, estaban a la orden del día. La trayectoria del partido se vio enlodada por los propios panistas.
Las palabras de Don Manuel cuando señaló que nunca faltasen los motivos espirituales en nuestra organización se leían irreales. Había sido el poder lo que llamó a muchos oportunistas, en búsqueda de beneficios personales, a ingresar; los grupos afiliaban a panistas de una elección o sea personas que participarían en la contienda interna; la soberbia de dirigentes enmascarada en intolerancia había desfigurado al panismo.
La mística de las primeras generaciones que permitió al partido resistir y sobrevivir a una dictadura, brillaba por su ausencia. En cambio el poder nos había dividido y enfrentado. En amarga ironía se hacía realidad en el ánimo panista la admonición hecha, veinte años atrás, por don Luis H. Álvarez: “si la derrota no nos derrotó, que no nos derrote la Victoria".
La política mostraba las dos caras en nuestras historia, cuando éramos pocos, la calidad de sus fundadores fue heroica, cuando llegamos al poder caímos en las tentaciones del poder.
Si el partido no se nutría de sus raíces, mutaría su naturaleza en franquicia, en hotel de paso o en bien mostrenco en subasta. Cualquier forma corrompida podía tomar menos una: el perfil esencial de Acción Nacional, su humanismo político. El partido de ciudadanos congregados en la lucha por el Bien Común, no por apetito personal, sino comprometidos en una patria ordenada, generosa. En cambio el presente llenaba de escombros ese pasado.
En esa coyuntura, los panistas tomamos la decisión de formular una agenda compleja llena de peligros e incluso paradojas. Reflexionar sobre nuestro diseño institucional, fortalecer lo funcional y rediseñar aquellas estructuras que permitieron a los dañinos grupos internos secuestrar al partido. Adecuar los estatutos a un partido competitivo y democrático. A la vez que continuar participando dentro de un sistema de partidos en acción. Luchando por hacer realidad nuestras aspiraciones, cooperando con aquellas iniciativas de beneficio social, a la vez que se combatiera las plagas históricas de nuestro país. La decisión de trabajar en distintos frentes fue valiente y acertada: despresurizaron el ambiente polarizado dentro del partido.
El trabajo interno fue arduo, produjo cambios estatutarios amplios que se resumen en darle más poder a la base y así sacudir, o por lo menos mermar, en las decisiones del partido a los grupos que lo han venido secuestrando. Se celebraron varias asambleas nacionales y reuniones del comité ejecutivo nacional. De ellas salieron varios cambios en áreas sensibles: revisión del padrón de afiliados; nuevos sistemas en la elección de directivos y consejeros a través del voto directo de sus miembros y el saneamiento de las finanzas partidarias que eran deficitarias.
Se participó en elecciones locales donde tuvimos resultados electorales alentadores: se ganaron varias capitales estatales, el número de personas gobernadas por Acción Nacional creció y se volvió a ganar la gubernatura en Baja California.
La cooperación con otras fuerzas políticas constituyó todo un tema. EL PAN ocurrió al llamado del Pacto por México y consiguió que varias iniciativas nuestras fueran determinantes en los contenidos constitucionales. Reformas que dos administraciones panistas no consiguieron por la mezquindad política de las dos principales fuerzas opositoras, pero también, por la ausencia del intento; hubo temas en los que nunca conocimos propuestas definidas de los dos gobiernos del PAN.
Las iniciativas que surgieron del pacto por México no son baladíes sino trascendentes, trastocarán estructuras anquilosadas. En recordación las cito: telecomunicaciones, educativa, fiscal, financiera, la político-electoral, la laboral, competencia económica, trasparencia, anticorrupción. Su correcta aplicación socavará las estructuras del antiguo régimen: el corporativismo, los monopolios estatales y mediáticos, los cacicazgos de gobernadores, la opacidad de los recursos públicos. Conseguimos anhelos históricos: la reelección legislativa y rescatar la educación del control del sindicato magisterial.
Los cambios constitucionales fueron diseñados entre otros motivos para combatir la corrupción, con este fin se amplió las instituciones obligadas a transparentar sus funciones e informar de sus operaciones. Hoy están obligados a transparentar sus finanzas los partidos políticos, los sindicatos, el congreso y sus grupos parlamentarios.
Manuel Gómez Morín declaró que se gobierna desde el poder pero también enfrente de él. Siendo oposición votamos por varias de nuestras aspiraciones políticas y con ello se puede afirmar que no hemos dejado de influir en la vida de México.
También fue Gómez Morín quien en una entrevista dijo que lucharon para crear un partido político que desde el primer momento debía estar dispuesto a luchar, a golpes o abrazos; pero en contacto con las demás fuerzas políticas. Eso se cumplió. Tanto el CEN como los legisladores federales dimos la batalla en la tribuna o en las comisiones para convencer de nuestras posturas.
La crisis político-electoral ha menguado, el trabajo ha sido un catalizador para que el panismo reaccione positivamente: voltee hacia su pasado, reconozca su mística ciudadana y continúe su ruta para cambiar el régimen autoritario por uno democrático.
La crispación de fondo ha disminuido. Gustavo Madero pudo enfrentar un vendaval, recordemos que antes de él hubo tres presidentes que no terminaron su periodo.
El debate interno es débil y los panistas reclaman reanimar distintos espacios de discusión que han sido acallados precisamente por la turbulencia; sin embargo debe seguir siendo el instrumento en la toma de decisiones. La discusión argumentada ha dado luz sobre las causas de problemas, la razón de estrategias. Disentir como decía Carlos Castillo es natural de quién busca la verdad y expresa sus razones y sentimientos. Hemos sido un partido abierto a la crítica. Debemos seguir haciéndolo para que los nuevos panistas se formen en el debate, la discusión, la argumentación.
México está en un momento importante de su transición y el partido también está en un proceso de transformar; debe prever cómo enfrentar los cambios. La actual administración federal lucha desesperadamente por centralizar el poder. Se esfuerza por controlar los órganos reguladores. El PAN debe ser cauteloso, en otras palabras hacer política: negociar y contener a la vez.
El próximo 19 de mayo decidiremos quién se queda al frente del Partido. Debemos pensar en el entorno político para decidir quién debe enfrentarlo y sobre todo cual será el mandato que le debemos dar. Estoy convencido que Madero debe continuar al frente del PAN y consolidar los logros en lo institucional, lo electoral y vigilar la correcta aplicación de las reformas constitucionales en las leyes secundarias.
La etapa que viene en materia legislativa y electoral representa un reto formidable. Está en puerta un alud de iniciativas reglamentarias de los cambios inscritos en la constitución. El puro número de las leyes que debemos aprobar en el período ordinario, cierra la posibilidad de un debate consecuente con la importancia de las iniciativas. En estas condiciones la negociación cupular y la discusión al interior de los grupos y de las comisiones son claves. Requiere de un Jefe nacional que se puede comunicar con las distintas fuerzas políticas y nuestros grupos parlamentarios, que negocie y fije límites.
En materia electoral habrá elecciones en varios estados del país. El partido debe seguir esforzándose en aumentar su presencia en todo el país y ganar mayor número de posiciones. Para ello se requiere que el Presidente del partido mantenga una comunicación con el gobierno y los otros partidos políticos. Se avecinan también nombramientos de importantes cargos que demandan un liderazgo en el partido capaz de negociar con las distintas fuerzas políticas y defender con determinación que esas posiciones sirvan al interés público.
No podemos olvidar que la tormenta que hemos vivido en mucho surgió de los Pinos y sus adláteres, cuando gobernábamos. Regresar a ese estilo no es ni oportuno ni conveniente. Pondero de Ernesto Cordero varias de sus cualidades personales y profesionales, sin embargo, eso no triunfa en él; lo domina la dinámica de grupo: ha estado en la lógica del calderonismo y todo lo ve desde esa óptica. Un regreso de Felipe Calderón al partido, además de que nos colocaría en situación vulnerable frente al gobierno de Peña, reinstalaría la discordia y tendríamos más salidas y expulsiones del partido porque la aniquilación del enemigo interno es parte de sus instintos.
Madero tiene a su favor haber dirigido el timón en medio de la tempestad y haber sobrevivido; hizo avanzar la nave y ha conseguido llevar muchas de nuestras ideas a la Constitución. Es un político de talante liberal y acepta la pluralidad, no concibe a la crítica como debilidad, sino como ejercicio democrático. Hemos tenido diferencias y desencuentros y en ningún momento ha sido rencoroso e intolerante.
Le he otorgado mi firma para su registro y votaré por él. Mi voto no es incondicional: con mejores condiciones en la integración de un nuevo comité nacional, le he pedido actuar con toda decisión frente a los señalamientos de corrupción que no han sido investigados. Que emprendamos una campaña contra la corrupción y vayamos a cualquier lugar o madriguera en que se esconda. Persiste en el interior del partido acusaciones que han sido desestimadas por creer que están interesadas en deslegitimar a personas o grupos y se han ignorado. He comprometido a Madero en ese tenor, y a impulsar cambios en las leyes del Congreso para que se fijen códigos de conducta a los legisladores y se destierren prácticas tan nocivas como el conflicto de intereses, el tráfico de influencias.
También para que regresen los órganos del partido a ser operativos y sobre todo centro de deliberación de los problemas nacionales, para que el PAN vuelva a ser reconocido por sus ideas y propuestas.
*Senador por segunda ocasión