Las drogas en el mundo y en México no van a desaparecer, por lo que hay que aprender a vivir con ellas. El reto consiste entonces en definir políticas con un enfoque de salud pública, pues este reconoce diferencias entre sustancias así como sus riesgos, y se aleja de conceptualizaciones que ven como fin último los decomisos y arrestos de personas, aseguró la investigadora María Elena Medina Mora.
Integrante de El Colegio Nacional y de la Academia Mexicana de Ciencias, la especialista expuso lo anterior durante la ponencia que presentó dentro del ciclo de conferencias Ciencia y Cultura para Juzgadores, realizado en el Instituto de la Judicatura, donde reveló que nuevas drogas están apareciendo en el mercado. Refirió que el Observatorio Europeo en esta materia detectó cerca de 40 nuevas variedades en un año. En México, dijo, existen dos nuevas sustancias, una de ellas la ketamina, un anestésico usado en la clínica veterinaria.
Abundó que el fenómeno del crimen organizado existe y que tiene una liga con el dinero de la droga que lo alimenta. “Eso está ahí y se va a diversificar. Debemos entender el problema y no podemos decir que si legalizamos la droga vamos acabar con el problema de justicia, debemos fortalecer la política de salud y la de seguridad”.
Previo a la conferencia de la directora del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, el ministro José Ramón Cossío Díaz, reconoció que el tema de las adicciones en nuestro país es uno de los que más implicaciones puede tener para los juzgadores, por ello consideró necesario conocer los diferentes aspectos relacionados con el consumo, sus causas y sus efectos.
Medina Mora, doctorada en psicología social por la UNAM, habló de la problemática de las adicciones, de sus tendencias y de los retos que afronta México en el tema.
“Tenemos que hablar de un problema social que está presente y tenemos que pensar cómo minimizamos sus daños. Cuando las tendencias nos marcan que el problema es bajo las actitudes son liberales y las políticas también; cuando el problema aumenta las políticas se modifican, se hacen rígidas y la población también aprueba medidas más restrictivas”.
María Elena Medina Mora indicó que la tendencia de consumo de drogas en el país es hacia el crecimiento, al estar afectado por una situación geográfica particular, por los cambios en las rutas del narcotráfico y en los mercados internacionales.
Sobre la violencia, la especialista reconoció que es un tema que a todos preocupa, pero que se requiere hacer una distinción sobre qué tipo de violencia se habla alrededor de las drogas para saber cómo se va a enfrentar, pues no todas las sustancias están asociadas con la probabilidad de ocurrencia de la violencia.
Diferenció cuatro tipos de violencia: la inducida, asociada al uso de drogas estimulantes, que son básicamente las que se consumen en el país; la funcional, en la que incurre las personas que van a conseguir droga; la sistémica, que es la más conflictiva y que tiene que ver con la producción, tráfico y distribución de drogas, disputas por territorios, eliminación de informantes y castigos; y la estructural, que es la penetración del crimen organizado en las estructuras de gobierno.
Las dos primeras, se asocian más con el consumo; mientras que la conflictiva y la estructural son fenómenos, que si bien tienen un hilo que las relaciona, son independientes, indicó Medina Mora.
“Entonces si pensamos que para terminar el problema del consumo tendríamos que legalizar la droga, en realidad lo que estaríamos haciendo es simplificar un problema”.
El espectro para México, indicó la investigadora, está determinado por una parte con la mariguana, que representa el 84% del consumo en el país (a nivel internacional es entre el 70 y el 85%).
“En el caso del opio, la mayor producción del mundo está en Afganistán, donde se produce el 89% y abastece a Europa; el segundo lugar lo disputan México y Myanmar, con el 4% de la producción. Desde 2003, México se ha convertido en el tercer productor de opio y heroína en el mundo con el 3%, para abastecer el mercado de Estados Unidos.
El cultivo de hoja de coca a nivel mundial se concentra en tres países andinos, Colombia, Perú y Bolivia. En este escenario México se ha convertido en la principal ruta de salida destinada en su mayoría al mercado de Estados Unidos. Se estima que el 90% de la cocaína decomisada en ese país pasó por la frontera con México. En 2005 nuestro país se convirtió en el principal abastecedor a esa nación de metanfetaminas.
La integrante de la Academia Mexicana de Ciencias explicó que México se convirtió de un país de tránsito a uno de consumo porque tradicionalmente la cocaína pasaba a Estados Unidos y a Europa por la ruta del Caribe, y por alguna política internacional, se decidió cerrar esa ruta y se abrió la de Centroamérica-México.
En la década de los 90, al tener que sacar rápidamente la droga de Colombia, los narcotraficantes se aliaron con personas que en México ya manejaban mercados internacionales, básicamente la heroína. Pero luego Estados Unidos disminuyó su consumo, cerró sus fronteras y se generó un mercado interno en nuestro territorio.
Uno de los retos que enfrenta la elaboración de políticas públicas, en opinión de Medina Mora, es la manera en cómo se delimita el problema, porque mientras Estados Unidos lo define como de justicia criminal, en Suecia es de política social y en el Reino Unido de salud, en México se define como un problema de seguridad nacional.