La consejera de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, Mónica González, sostuvo que las peores atrocidades contra la infancia se cometen en la familia, muchas veces en nombre del amor, de la compasión, de una buena intención de educar y eso es lo que pone en mayor riesgo a las y los niños.
En el fondo, agregó, lo que muestra es una profunda carencia de recursos por parte del adulto para llevar a buen término esta labor de padres y madres en el ámbito familiar, que es acompañar en la formación de niños y niñas.
“Es porque las y los adultos no tenemos capacidad de diálogo, no tenemos otro recurso más que la violencia”, expuso durante su intervención en la presentación de un libro sobre el tema.
Explicó que frente a Estados absolutistas, el modelo que hace 200 años puso un límite a la intervención del Estado en la esfera privada del individuo y la familia quedó en esta esfera, se sigue cargando y por eso cuesta tanto romper con la idea de que la familia pertenece al ámbito privado y que hay una total discrecionalidad respecto de la educación de hijas e hijos, por parte de madres y padres.
Añadió que el gremio jurídico es de los más conservadores, por ejemplo, hacia el reconocimiento de la violencia familiar como un delito, porque se tiene la idea de qué tiene que hacer el Estado dentro de este ámbito sagrado de lo privado que es la familia.
Dijo que se debe enviar el mensaje de que es posible, es deseable, educar sin violencia y que es la mejor manera de educar, en el respeto y en la dignidad.