Las televisoras se espantan de la violencia, pero son quienes la promueven, toda vez que en los encuentros activan las emociones encontradas de las porras, por lo que es indispensable involucrar a quienes se benefician de la riqueza que genera este deporte para resolver el problema.

Así lo expresó el senador Marco Antonio Blásquez Salinas, al destacar que además de ser el espectáculo donde se expresa el fenómeno de la violencia, el fútbol también es el deporte al que más se le invierte, donde más se consume y el que cuenta con los tiempos privilegiados de los medios de comunicación, pero con menos conquistas a nivel internacional.

El legislador respaldó las reformas para castigar la violencia en el deporte, porque “es una oportunidad para evitar este tipo de problemas; sin embargo, considero que no será el Congreso de la Unión, con leyes, quien pueda frenar la violencia, pues es una cuestión que tiene que ver con la prevención”.

Por su ´parte, el senador Carlos Alberto Puente Salas, presidente de la Comisión de Juventud y Deporte, indicó que con el establecimiento del delito denominado “violencia en el deporte” no se criminaliza a los deportistas o aficionados, sino que su objetivo “es castigar la conducta violenta”.

Explicó que las penas “son severas para evitar que se sigan presentando actos vergonzosos de violencia en los estadios y espectáculos deportivos”, además, agregó, se establece la obligación de una coordinación interinstitucional entre los tres órdenes de gobierno.

Para el legislador  es tiempo de actuar, por lo que los señalamientos, repartición de culpas y las descalificaciones deben quedar atrás.

En tanto, el senador Raúl Gracia Guzmán consideró que no es suficiente penalizar con mayor severidad estas conductas, sino que se necesita analizar las causas que provocan “verdaderas batallas campales entre pseudoaficionados y pseudoporristas”.

El titular de la Comisión de Estudios Legislativos Primera señaló “nos estamos quedando cortos” porque legislar sobre esta problemática no acaba con las “barras bravas”, por lo que se debe revisar este tema con mayor detenimiento y con menos prisa.

La senadora Lilia Guadalupe Merodio Reza advirtió que “la violencia ha secuestrado a los estadios de fútbol en México” y desafortunadamente se está convirtiendo en un grave problema de seguridad pública.

Enfatizó que el establecimiento de una regulación clara permitirá recuperar la tranquilidad que durante años fue la principal característica de los espectáculos deportivos en México, y que la construcción de políticas públicas que atiendan de manera oportuna está problemática garantizará el sano esparcimiento.

Afirmó que la seguridad en los recintos deportivos dejó de ser un asunto exclusivo de los directivos e hizo un llamado a impedir que los “acontecimientos violentos” empañen el deporte nacional.

“No permitamos que la violencia en los estadios de fútbol mexicano nos mantenga secuestrados” y aleje a la familias de un lugar de encuentro, esparcimiento, convivencia y recreación, subrayó la senadora.  

El senador Daniel Ávila Ruiz aseguró que las reformas permitirán remediar, de una vez por todas, el fenómeno social de la violencia en los espectáculos deportivos, particularmente en los estadios de fútbol.

Reconoció que para que el tema se atendiera en el Congreso “hemos tenido que ser testigos de los salvajes actos de barbarie cometidos en un estadio de Guadalajara, Jalisco, donde un reducido grupo de policías fueron casi linchados por un tumulto de verdaderos criminales que deben ser castigados con todo el peso de la Ley penal”.

Se trata, agregó, de conductas reprochables, totalmente opuestas a los fines del deporte, el esparcimiento, la recreación, la integración familiar, la convivencia y la cohesión social.

Expresó que la Ley vigente contiene un capítulo especial para prevenir la violencia en los espectáculos deportivos, pero “debemos reconocer que ha sido rebasada por estos actos atroces y vemos la necesidad de enriquecerla”, a fin de establecer sanciones penales para quienes cometan conductas que pongan en peligro la integridad de las personas.

El senador Zoé Robledo Aburto expresó que para atraer espectadores y consumidores, el negocio del futbol ha generado estrategias que exaltan la competitividad, la confrontación y la rivalidad y “una de esas estrategias” son las barras deportivas, que no “siempre son expresiones auténticas de aficionados, sino más bien son organizaciones promovidas, patrocinadas y toleradas por los propios clubes deportivos”.

Denunció que a este tipo de organizaciones, que se han vuelto “muy peligrosas”, muchas veces se les facilita el lugar que van ocupar en los estadios, los boletos, el transporte, el ingreso con instrumentos y banderas que a otros aficionados no se les permiten; todo con una condición: no cesar en sus gritos o en los cantos de apoyo al equipo.

Equiparó a las barras de futbol con “los acarreados al mitin político”, pues ambos son  grupos previamente organizados y transportados que gritan y que echan porras, que hacen sonar “la matraca” con la intención de que el candidato o partido parezca más popular de lo que en verdad es.