Por Antonio Reyes
Con los cambios administrativos recientes del gobierno federal ha salido a la palestra pública la importancia del INFONAVIT y la naturaleza de los problemas que enfrenta. Identificar la importancia del Infonavit pareciera sencillo de hacer, simplemente si se considera que financia más del 50% de la adquisición de la vivienda del país, y más sencillo pareciera conocer sus problemas, dado su impacto económico.
Pero la verdad es que el Instituto es un avis rara hasta para los mismos expertos en los menesteres de la vivienda. Tal hecho, en general, no parece estar lejano a la ambigüedad en la identificación de las causas de la crisis internacional que se vive y sus visibles consecuencias.
Esto a pesar de que los economistas, casi de cualquier doctrina, han asignado históricamente a la vivienda una gran importancia, particularmente en los periodos de recesión y depresión económica.
Así, para fines del conocimiento general y de dar luces a algunos expertos, resulta pertinente hacer un recuento analítico sobre el impacto macroeconómico de la vivienda y de la inscripción legal y administrativa del INFONAVIT.
Los economistas han pregonado históricamente que la vivienda es un gran motor de la economía, por su efecto multiplicador y encadenamiento que tiene con otros sectores, ramas o componentes del Producto Interno Bruto (PIB).
Tal pretensión, desde la sabiduría convencional, parece no dar pie a debate o contradicción alguna. Sin embargo, y para sorpresa de muchos, a pesar de la importancia teórica y económica real de la vivienda, hasta 2004 existían escasos estudios y análisis sobre la vivienda y su relación macroeconómica real.
Si bien ya desde los 1950´s en Estados Unidos (USA) se enunciaba la importancia de la vivienda para el crecimiento económico (Schultze, 1965), era reconocido que "la economía convencional de la vivienda y la investigación de la economía urbana [...] virtualmente ignora(ba) sus interacciones con la macroeconomía" (Leung, 2004).
Obviamente, México no era ajeno a esta situación, en especial en las visiones genéricas de los organismos nacionales de la vivienda.
Indiscutiblemente que como resultado de la crisis económica y financiera en marcha de escala global, los estudios sobre la interacción de la vivienda y la macroeconomía han proliferado grandemente a partir de 2008.
Máxime que al boom de la vivienda y a su manejo financiero se le concede buena parte de la razón de la crisis que enfrenta USA y Europa.
Obviamente, con anterioridad, tanto en USA como en México, se tenían mediciones genéricas de la relevancia económica de la vivienda, pero tales mediciones no trasparentaban el impacto macroeconómico real que la vivienda guarda.
De esta manera, se sabe que la vivienda es parte del sector de la construcción y que se encadena para fines de la contabilidad nacional con otros sectores, a partir de las edificaciones habitacionales.
Para el caso de México, oficialmente se reporta que la vivienda alcanza aproximadamente la mitad de la contribución relativa del sector de la construcción al PIB, siendo tal contribución de alrededor de 4%.
Por lo que tal peso, de aproximadamente 2% de la vivienda al PIB, no se ha alterado mayormente desde hace treinta años. Hecho estadístico que aparenta contradecir el efecto de las enormes inversiones canalizadas a la vivienda en México en los últimos casi 12 años, especialmente los créditos otorgados vía el INFONAVIT.
En este contexto, oficialmente se ha dicho que la vivienda "transmitió efectos multiplicadores sobre 37 ramas de actividad económica..."(Programa Sectorial de Vivienda 2001-2006). Tal consideración, que se ha reiterado hasta el presente, es inadecuada, toda vez que parte de la llamada "matriz de Insumo-Producto de 1980"estimada por el INEGI. Es decir de datos de coeficientes macroeconómicos que tienen una vieja data.
La matriz simplemente lo que refleja es como se relacionaban o encadenaban entre sí técnicamente las actividades productivas en 1980, por lo que en el presente es inadecuada, toda vez que la estructura productiva nacional ha cambiado en el largo periodo de más de cuarenta años.
Si hay alguna duda, considérese que en 1980 la construcción de vivienda en el país era prácticamente una actividad artesanal y, en la actualidad, buena parte de la edificación habitacional masiva es industrial.
Por lo que las estimaciones de la relación de la vivienda con otros sectores en base a la estructura productiva de 1980 son, en toda lógica económica, improcedentes.
Recientemente, en USA se estimaba que en los pasados 50 años los gastos de vivienda se habían contado por más de 20% del PIB (Belsky y Prakken, 2004).
Más recientemente, y de acuerdo a la asociación nacional de constructores, otra estimación indicaba que en USA el gasto en vivienda (housing GDP accounts) representaba el 16.3% del PIB (Based on National Income and Product Accounts, 1/27/06, USA). Efectivamente, la estimación del efecto de la vivienda sobre la economía como gasto es más pertinente que el cálculo como edificación, toda vez que la vivienda demanda muebles, accesorios, energía, entre otros productos y servicios, así como renta o amortizaciones.
Bajo este criterio de gasto, de acuerdo a la encuesta de ingreso gasto de las familias de 2004, las erogaciones de las familias mexicanas en vivienda eran 10.79% del PIB.
Este porcentaje resulta menor que el estimado para USA, pero más elevado que el estimado para la vivienda como parte del sector de la construcción. Dentro de este porcentaje de gasto se incluye tanto la inversión y el gasto corriente.
Así, lo que este indicador señala es que por cada peso que crece la economía se gasta en vivienda en promedio 10 pesos. Dicho de otra manera, el efecto multiplicador de la vivienda es sumamente importante para activar la economía en su conjunto. La diferencia del porcentaje de gasto en vivienda entre USA y México se debía básicamente a la inversión o gasto de capital.
La importancia macroeconómica de la vivienda, así estimada, explicaría porque en USA la crisis económica y financiera ha sido asociada a la crisis hipotecaria de la vivienda.
De igual forma, que la resolución de la crisis general pasa necesariamente por la resolución de la crisis de vivienda. Por ello se ha señalado que sus consecuencias en el empleo siguen presentes y la lenta recuperación es debido al colapso de la inversión en vivienda (Michael D.Bordo and Joseph G. Haubrich, 2012, Federal Reserve Bank of Cleveland), lo que ha creado una depresión económica (P. Krugman).
¿Cuánto más hubiera caído la economía mexicana en 2009 de haberse colapsado la inversión en vivienda? Dicho de otra manera, dado que la economía nacional se contrajo en alrededor de 6% en 2009 ¿qué habría pasado si el INFONAVIT hubiera contraído su financiamiento a la compra de vivienda?
Estas preguntas pueden ser técnicamente respondidas de manera sencilla, para lo que hay que recurrir a las encuestas recientes de ingreso gasto y correlacionar la inversión en vivienda y el comportamiento del PIB. Tarea que bien podría hacer ahora cualquiera de los organismos de vivienda o el propio INFONAVIT.
Lo que es evidente es que el financiamiento a la vivienda y los créditos del INFONAVIT son un gran motor de la demanda interna y del gasto de las familias y la economía nacional. Por lo que la desaceleración esperada de la economía nacional para el inicio del próximo año no debería ser alentada con la reducción del financiamiento para la adquisición de vivienda, so pena de llevarse macroeconómicamente una gran sorpresa macroeconómica adversa.
En otro ángulo, bien es cierto que INFONAVIT está inmerso estructuralmente en problemas relacionados con el desarrollo urbano, la política de vivienda, la ubicación de los desarrollos habitacionales económicos y el tamaño general de las viviendas, cuya adquisición financia.
Sin embargo, la resolución de esos problemas no es totalmente de su competencia. En todo caso, son problemas que deben atenderse desde el gobierno federal, a través de sus instancias correspondientes de política pública.
El INFONAVIT no es una institución federal. No recibe ningún ingreso del gobierno federal y sus ingresos son cuotas obrero-patronales, por lo que no está sujeto a control presupuestal y de gobernanza directamente por el gobierno federal. Agregadamente, el Instituto no da financiamiento desde hace casi diez años para la construcción de vivienda.
Por otra parte, el gobierno federal es quien dicta la política de desarrollo urbano y de vivienda. Además, quien autoriza la construcción y desarrollo de los complejos de vivienda son la autoridades locales de cada estado.
Es cierto que el tamaño de la vivienda financiada por INFONAVIT es estrecho, pero ello está en relación directa a la capacidad de pago del trabajador.
También es cierto que el Instituto influye grandemente en el desarrollo de las ciudades y en la calidad de vida de sus acreditados. Por lo que debe coordinarse con las instancias federales y locales para concurrir también en el desarrollo social del país. Como lo ha dicho el nuevo director del INFONAVIT. Y esto último es lo primero que deben impulsar y alentar las nuevas autoridades federales con políticas y programas creíbles y realizables.
Sin duda el INFONAVIT tiene fallas administrativas y de operación que pueden limitarle para alcanzar mejores resultados. Por ejemplo, la escrituración de la vivienda adquirida sigue opacamente en poder de sus Delegados, por lo que muchas veces es tardía.
De igual manera, no parece equitativo que los deudores en mora no puedan optar por la compra castigada en precio de las viviendas en litigio o en remate.
Igualmente, que la cobranza de créditos vía despachos externos sea a veces un acoso y amedrentamiento para los deudores. Pero eso y más resulta resoluble y debe ser atendido.
Lo que no parece poder abordar INFONAVIT es lo que queda fuera de su poder, jerarquía y control. Por eso es urgente que el gobierno federal oriente un crecimiento más ordenado de las ciudades, para que haya inclusión social y física de los trabajadores. Las autoridades del Distrito Federal tienen mucho que enseñar en tales políticas y desarrollos habitacionales.
Lo que debe el INFONAVIT hacerle saber a las autoridades hacendarias, que son la instancia de la real politik de su control, que afectar el financiamiento para la adquisición de la vivienda puede alentar su fluctuación y volatilidad, porque agudizan el ciclo de la economía nacional.
De igual forma, que hay un movimiento acompasado entre el ciclo de los negocios y el residencial, dado que hay un efecto circular entre ellos, de efecto-causa-efecto.
Una sola institución del "estado mexicano", como el INFONAVIT, es equivalente a casi el 50% de todo el financiamiento que la banca privada otorga al conjunto de la economía. Mientras esta situación no cambie, hay que cuidar al INFONAVIT y mantener su velamen a todo trapo, aunque se le reoriente hacia otros puertos.
Artículo publicado en EL SEMANARIO SIN LÍMITES
Por: Dr. Antonio Reyes
Del 22 al 28 de diciembre del 2012