Para abordar desde los llamados estudios híbridos temas como el agua, el transporte, la energía o la sustentabilidad alimentaria en las ciudades, como la Zona Metropolitana del Valle de México – la cuarta más poblada del mundo detrás de Tokio, Delhi y Shangai, según el informe DESA 2014 (siglas en inglés del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU)-, se requiere transitar entre las ciencias sociales y las ciencias exactas.
El doctor en ciencias ambientales Gian Carlo Delgado Ramos, investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIIH) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), indicó que las ciudades implican un reto que requieren retomar antiguas preguntas y formular nuevas desde un enfoque interdisciplinario.
“Las ciudades consumen el grueso de la energía y materiales a escala global y son responsables de alrededor de tres cuartas partes de las emisiones directas e indirectas de los gases de efecto invernadero. Los patrones de consumo, sin embargo, son asimétricos entre ciudades y sus habitantes. El metabolismo urbano o el análisis de flujos de energía que da forma a los asentamientos permite identificar no sólo las dimensiones de esos flujos, sino además, sus principales características técnicas y socio-ecológicas”, explicó.
Se estima que en el año 2050 el 69 % de la población mundial vivirá en zonas urbanas, es decir, se sumarán 2 mil 500 millones de personas a la población urbana. Casi el 90% de este incremento se producirá en Asia y África. En la actualidad, el 53% de la población urbana mundial se encuentra en Asia, el 14% en Europa y el 13% en América Latina y el Caribe, de ahí el interés de Delgado Ramos por estudiarlas desde una perspectiva inter y multidisciplinaria.
“Hago trabajo interdisciplinario con mayor énfasis en la ciencias sociales. Soy economista de formación pero siempre he tratado de salirme de la visión disciplinar explorando perspectivas complejas propias de las áreas de conocimiento híbrido”, sostuvo el investigador quien por la calidad, relevancia y originalidad de las líneas de investigación que sobre esta temática ha generado recibió el Premio de Investigación de la Academia Mexicana de Ciencias en el área de ciencias sociales, correspondiente al 2014.
Los estudios del especialista abarcan tópicos como la valoración del metabolismo urbano del Distrito Federal y otras capitales de América Latina, y los impactos socioeconómicos frente al cambio climático, entre otros. Los estudios de Gian Carlo Delgado han sido retomados en documentos como el “Programa de acción climática de la Ciudad de México 2014-2020”, que aunque limitada, muestra la noción de metabolismo urbano. “Ello se hizo recuperando mi trabajo y el de otros colegas”, destacó.
Delgado Ramos ha contribuido a consolidar una modalidad de análisis y trabajo de vanguardia internacional identificada con los campos de conocimiento híbridos, como la ecología política, la economía y la sociología ecológica, la ecología política urbana y su relación con los análisis de metabolismo urbano, los estudios de conflictos por los recursos ecológicos distributivos y su cruce con el estudio de las agendas de seguridad nacional, internacional y de política exterior.
El joven investigador aseguró que la discusión sobre la configuración y transformación de las ciudades seguirá, ya que considera primordial que se establezca un diálogo entre los tomadores de decisiones y especialistas en urbes para el diseño y ejecución de políticas públicas con la finalidad de alcanzar metrópolis igualitarias e incluyentes, como producto de dicha actividad.
Transporte, un ejemplo
Uno de los temas más relevantes a enfrentar en la Ciudad de México a corto y mediano plazos es el que se refiere al transporte: “Es el mayor problema ambiental y climático de las ciudades, contribuye principalmente con emisiones de gases de efecto invernadero debido a la quema de combustibles fósiles, y provoca contaminación auditiva, entre otros impactos que ocasionan problemas de salud incluso la muerte de miles de personas, por ejemplo, debido a accidentes asociados al uso del transporte motorizado”, expuso.
La velocidad promedio de un automóvil -medio por el que diariamente circula el 20% de los citadinos- puede llegar a ser entre 4 y 8 kilómetros por hora con una inversión total de tiempo de los habitantes de la zona metropolitana de 19 millones de horas diarias; no obstante, se destina el 80% del presupuesto público para seguir construyendo vías para autos y otra infraestructura asociada. En su libro “Transporte, ciudad y cambio climático” (CEIICH, UNAM, 2012), Delgado estima que “el 42% de la superficie de la ciudad construida del Distrito Federal está destinada al automóvil entre estacionamientos, vías primarias, secundarias y terciarias. La ciudad está hecha para el auto”.
En este replanteamiento de cómo mejorar la calidad de vida de los habitantes de la ciudad, mencionó que además de la requerida infraestructura urbana para incentivar el uso de bicicletas y corredores peatonales, es necesario planear el uso mixto del suelo porque hay amplias zonas de un sólo uso, como son financieras, de comercio, residenciales, industriales, etcétera, que suelen estar aisladas unas de otras ocasionando que la gente, cada vez más segregada, tenga que cubrir largos trayectos diariamente.
En este punto, recomendó “empujar un uso mixto del suelo bajo dos lógicas paralelas: una, que la persona no requiera moverse mucho para ir al trabajo, a espacios recreativos o escuelas, y otra, que se integren distintos estratos sociales en un mismo lugar, es decir, que no se generen enclaves de ricos y enclaves de pobres, que no se favorezca la segregación social que es respaldada por la propia forma en la que se construye y equipa la ciudad”.
El investigador, que participó en la elaboración del Quinto Informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) en el Grupo III sobre Mitigación, promueve un cambio de perspectiva para analizar las ciudades desde una visión del flujo de materiales y de energía, y las relaciones sociales que dan cuerpo a la ciudad. Así, en el caso del transporte, aboga por un cambio de paradigma, de la noción tradicional de transporte al de la movilidad como un derecho.