Triste realidad social

El presidente de “Un Kilo de Ayuda A.C.”, José Ignacio Ávalos Hernández, aseguró que en México se tiene una prevalencia de anemia mayor que la de África, ya que nuestro país tiene 23 por ciento y aquella nación el 20 por ciento. “Y no priorizar este tema podría costarle a México –según datos del Banco Mundial- 4 puntos porcentuales del PIB por pérdidas en productividad”.

Esto lo reveló durante la reunión de los legisladores que integran la Comisión de Desarrollo Social de la Cámara de Diputados y la coordinadora nacional del Programa PROSPERA, Paula Hernández Olmos.

Ante este dramático escenario, la funcionaria de la Secretaría de Desarrollo Social enmudeció y se dedicó a señalar que existe blindaje electoral y que en 45 días no se tendrá ningún contacto con las familias beneficiadas para cumplir con la ley correspondiente, los legisladores externaron su preocupación de que ocurra lo contrario.

Pero lo más lacerante fue la revelación del presidente de un “Un Kilo de Ayuda A. C.”, quien aseguró que la prevalencia de la desnutrición en el sur rural de México es de 27.5 por ciento y advirtió que de continuar la tendencia, el país se tardará por lo menos 30 años en erradicar la desnutrición crónica infantil.

Insistió que a México le costaría erradicar la anemia de corto plazo y mantener al país sin esta enfermedad, “solamente mil 200 millones de pesos”.

Avalos Hernández comentó que la estimulación temprana contribuye en dos terceras partes, es decir el 66 por ciento, en el desarrollo neurológico del niño. Consideró que se debe implementar un modelo integral para el desarrollo infantil temprano, ya que los  primeros mil días del niño –desde el embrazo hasta los 24 primeros meses de vida- es la ventana más importante de atender.

El presidente de “Un kilo de Ayuda” consideró que es necesario realizar una encuesta nacional de nutrición infantil, que también evalúe los programa SIN HAMBRE y PROSPERA, y además mida el peso, talla, anemia y lactancia materna.

Urgió a contar con información individualizada que permita evaluar el desarrollo de cada niño; designar presupuesto específico para otras dependencias cuyas acciones impactan en desnutrición, como el agua contaminada o para el tratamiento de anemia, y fortalecer capacidades en la población que recibe los programas.