Tapachula, Chiapas, noviembre de 2011.- Al concluir nuestro recorrido por la ruta migrante, queremos dejar plasmadas nuestras observaciones y reflexiones. Todo nos indica que los secuestros, desapariciones, asesinatos, maltrato y extorsión continúan.

También se mantiene el acoso a los defensores de migrantes y la criminalización y maltrato a quienes se atreven a presentar denuncias formales ante los ministerios públicos.

Cuando cruzan por México, nuestras hijas e hijos son golpeados, robados, extorsionados, y/o secuestrados por grupos criminales mexicanos y extranjeros, con la omisión, anuencia y/o complicidad de autoridades mexicanas de todas las corporaciones de seguridad del estado mexicano.

Los migrantes en tránsito han sido sometidos a maltratos y violaciones a los derechos humanos desde siempre, pero la situación ha empeorado desde que las rutas migrantes están bajo el control de los grupos del crimen organizado, a quienes de facto se les ha cedido la gestión de la política migratoria México/Estados Unidos.

Cobran “derecho de piso” y deciden quién entra o no entra a los Estados Unidos, según testimonios directos y recurrentes de los propios migrantes.

El gran negocio del secuestro deja mucho dinero al crimen organizado y a sus cómplices. Los casos estudiados por la CNDH indican que cobran en promedio $2,500 dólares por dejarlos en libertad, un ingreso de $25 millones de dólares en los 6 meses estudiados.

Estas importantes sumas de dinero son extraídas a las familias de los migrantes secuestrados. El Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, Juárez nos relata que muchos de los migrantes son seleccionados cuando viajan en el tren o caminan por sus vías.

A veces los convencen que los llevaran a salvo a los Estados Unidos, otras veces los convencen que les están prestando ayuda humanitaria, y en otros casos se los llevan a la fuerza. Casi siempre terminan confinados en alguna de las “casas de seguridad” de la delincuencia organizada donde los retienen en estricta vigilancia.

Golpeados, mal alimentados, y sufriendo numerosos abusos, les exigen que den los números telefónicos de sus familiares preferentemente en Estados Unidos o de sus familias en casa, a quienes les hablan exigiendo el rescate.

Los retienen en cautiverio hasta que sus familias logran enviar el dinero para su liberación. Algunos logran escapar pero los que no tienen familiares a quien hablar o que no pueden enviar el rescate son brutalmente torturados y otros asesinados; algunos otros terminan trabajando para los secuestradores a fin de asegurar una futura libertad. Muchos testimonios de migrantes que logran escapar relatan que las propias policías los llevan a las casas de seguridad o bien las resguardan.

El secuestro de migrantes sigue a la alza y la situación de las mujeres migrantes es aun más difícil. Cuando menos 6 de cada 10 mujeres son violadas en su ruta por México y sometidas por las mafias de la trata de personas para ser cooptadas o vendidas a las redes de la prostitución forzada, negocio criminal que tal vez supera en magnitud al del secuestro.

La principal demanda formulada por el relator especial sobre los trabajadores migratorios y miembros de sus familias de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), a las autoridades mexicanas fue la de reforzar la seguridad para el paso de los centroamericanos que van rumbo a los Estados Unidos.

Los defensores de los migrantes también son amenazados y acosados, y deben estar en guardia para prevenir la infiltración de los enganchadores. Otra recomendación principal de la CIDH fue la de exigir mayor seguridad para defensores de los derechos de los migrantes, muchos de los cuales enfrentan amenazas de muerte por su Declaración Caravana de Madres Centroamericanas en busca de los migrantes desaparecidos en tránsito por México, “busco tus huellas con la esperanza de encontrarte”, defensa de los indocumentados contra la delincuencia organizada y el acoso de las autoridades, como consta en las numerosas “acciones urgentes” convocadas por Amnistía Internacional, México en defensa de los defensores.

Los migrantes que son víctimas de alguno de los delitos y que se atreven a denunciar, pronto se arrepienten de haberlo hecho, particularmente las mujeres.

En general el trato que se les obsequia es de profundo desprecio y de presunción de culpabilidad. Cada vez encontramos más evidencias que las víctimas de secuestro terminan por ser acusadas de ser secuestradores y de participar en actividades de delincuencia organizada, además el proceso de impartición de justicia es tan lento y engorroso que los que no son encarcelados, cejan de su intento y siguen su camino por la precariedad y el peligro que implica ser considerados “testigos protegidos”.

En el reclusorio de Tenosique, nos entrevistamos con 9 migrantes cumpliendo sentencias hasta de 45 años por el delito de secuestro, donde los supuestos culpables, no contaron con asesoría de abogados, ni sus consulados fueron notificados, ni se han podido comunicar con sus familias, y que fueron coaccionados a firmar declaraciones para ellos incomprensibles.

La criminalización de aquellos que denuncian es cada vez más evidente, tanto que otra de las recomendaciones de la CIDH, fue la de requerir mejoras en la forma en que atienden a las quejas y denuncias por casos de secuestros, dando un mejor tratamiento a las víctimas de estos delitos y de respetar los tratados internacionales así como de regirse por las reglas del debido proceso jurídico.

A pesar que las organizaciones de derechos humanos, los albergues para migrantes y diferentes instancias nacionales e internacionales han denunciado repetidamente, desde hace años la crisis humanitaria que afecta a los migrantes, la respuesta del gobierno de México ha sido lenta e insuficiente, aun no se proporciona seguridad y no se investigan los crímenes cometidos en contra de esta población de por si vulnerable.

En resumen, el estado mexicano está en deuda con los migrantes en tránsito, y a pesar de los avances que se han logrado en la legislación migratoria, de los esfuerzos de depuración de las fuerzas de seguridad y las instituciones responsables de la gestión migratoria, no se ven avances en el terreno. A nivel de la ruta migratoria no hay cambios y las desapariciones, secuestros, maltratos y extorsiones continúan, pero siempre mantenemos la esperanza que México asuma su responsabilidad con la comunidad internacional y modifique en el muy corto plazo la circunstancia escandalosamente trágica de inseguridad extrema de los migrantes en tránsito, objetivo último de esta caravana.

Agradecemos a las diferentes autoridades de los tres niveles de gobierno de México que escucharon y proporcionaron diferentes apoyos a esta Caravana: Los legisladores de los estados de Tabasco y de San Luis Potosí, el Fiscal de Coahuila, la Oficina de Atención al Migrante de Chiapas, el Instituto Tamaulipeco para los Migrantes, Pro víctima y el INAMI quienes establecieron compromisos concretos con nosotras de iniciar trabajos de búsqueda y recopilación de información de las diferentes bases de datos que están dispersas en las diferentes instituciones que pudieran tener información de migrantes, además de iniciar las tomas de muestras de ADN de las madres.

Tenemos la esperanza que en esta ocasión, las intenciones se traduzcan en resultados tangibles en el corto plazo y que además se reflejen en el objetivo último que nos mueve, además de encontrar a nuestros desaparecidos, que significa uno de los derechos humanos fundamentales: que se garantice el transito libre de violencia de los migrantes por México.

Reconocemos el esfuerzo de las autoridades de seguridad del estado mexicano en proporcionar elementos de vigilancia para el tránsito de la Caravana por las zonas más peligrosas de la ruta migrante. Nos acompañaron en ruta intermitentemente elementos de las policías federales, estatales, municipales y del Distrito Federal. El Grupo Beta, y los responsables de las diferentes delegaciones del INAMI quienes se mantuvieron en contacto permanente con la Caravana.

Nada deseamos más que esta seguridad estuviera disponible para guardar la vida de todos los migrantes en tránsito por

México.

También reconocemos y agradecemos el acompañamiento permanente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y la presencia de Amnistía Internacional, México, cuyo apoyo garantizó la seguridad de la Caravana.

La experiencia de recorrer la ruta migrante y entrar en contacto con las organizaciones mexicanas que apoyan a nuestros familiares nos dejó lecciones importantes lecciones que llevaremos a compartir a nuestros países.

Mucho nos impresionó y nos sacudió el hecho de encontrar en todas nuestras paradas a madres mexicanas que también buscan a sus hijos desaparecidos. La encargada de la cocina de uno de los sitios que nos albergó, las madres que se detenían en las plazas a ver nuestras fotografías y se ponían a llorar, las compañeras organizadas de Coahuila, las madres que fueron a darnos solidaridad en la conferencia de prensa de Cencos, todas ellas con el mismo dolor y en la misma búsqueda. Nosotras que pensábamos que solo las madres de migrantes tenían que soportar este inmenso dolor, nos dimos cuenta que las madres mexicanas están en la misma situación.

Hoy, las madres mesoamericanas, somos parte de la construcción de una red de solidaridad regional y mantendremos viva la denuncia del secuestro masivo y desapariciones forzadas de todos los hijos de todas las madres sin importar nacionalidad ni situación migratoria.

La bondad que encontramos en los vecinos que viven cerca de las vías del tren a todo lo largo de la ruta, nos alienta y nos da la fuerza para alimentar la esperanza de encontrar vivos a nuestros hijos e hijas.

El pueblo mexicano nos demostró que no todo es maldad en la ruta migrante. Sólo nos enfrentamos a un lugar contaminado por la xenofobia y el racismo: Lechería donde están asesinando a nuestros migrantes, con el desprecio de las autoridades que alimentan el odio y dan lugar a las atrocidades que están ocurriendo.

En el resto de nuestro recorrido, la hospitalidad mexicana nos fue extendida así como le extienden un generoso apoyo a los que pasan frente a sus hogares brindando agua, comida, ropa y una palabra de aliento a los migrantes en su tránsito hacia el norte.

Mucho reconocemos y agradecemos el trabajo solidario sistemático y permanente de nuestros anfitriones en los Albergues y de las organizaciones que se dedican a brindar ayuda humanitaria a los migrantes en tránsito, particularmente los albergues de Tenosique, Albergue “la 72”; en Coatzacoalcos Caridad sin Fronteras; en Saltillo el Centro Diocesano por los Derechos Humanos Fray Juan de Larios, A.C.; Casa del Migrante de Saltillo –Frontera con Justicia, A.C.-, la Pastoral de Comunicación de la Diócesis de Saltillo y FUUNDEC -Fuerzas Unidad por Nuestros Desaparecidos en Coahuila; en San Luis Potosí, CARITAS; en Querétaro la Diócesis de Querétaro, Pastoral de Migrantes; en Lechería el Albergue Migrante San Juan Diego; en la ciudad de México la organización Cuáquera La Casa de los Amigos y CENCOS; en Orizaba las Patronas y la Iglesia San José de Gracia; en Ixtepec, el Albergue hermanos en el Camino; en Arriaga el albergue Hogar de la Misericordia, y en Tapachula el Albergue para Niños. Todos ellos nos recibieron generosamente, propiciaron nuestra comunicación con migrantes en tránsito, nos brindaron entrenamientos, alojamiento y alimentación, compartieron sus bases de datos y seguirán comparando sus registros con los nuestros en apoyo a la búsqueda. Todos ellos sufriendo amenazas y acosos diversos sin cejar en su misión de aliviar el sufrimiento migrante. Estaremos siempre agradecidas, nos solidarizamos y reiteramos nuestro apoyo.

Finalmente agradecemos profundamente a los medios masivos de comunicación por su interés y la amplia cobertura que nos brindaron. Confiamos que no dejen de difundir las noticias de lo que acontece para que el tema migrante siga vivo en la atención de la sociedad mexicana y que la presión internacional impulse los cambios vitales para la seguridad de los migrantes en su tránsito por México.

La caravana Sigo tus Huellas con la Esperanza de Encontrarte, la integran 33 madres centroamericanas en busca de sus familiares desaparecidos. Llegó a México el 30 de octubre siguiendo la Ruta del Golfo, camino obligado para el tránsito de personas migrantes que se internan en México en busca de una vida más digna para ellos y para los suyos.

Reiteramos que nuestro objetivo, es denunciar de forma pública y pacífica las continuas agresiones que nuestros familiares han padecido en México; dar testimonio del trato inhumano y criminal que el Estado Mexicano obsequia a los migrantes en tránsito; y exigir que la complicidad, la impunidad, y la participación directa de funcionarios y servidores públicos en actos de secuestro y desaparición forzada sean erradicados mediante acciones concretas.

La violencia exacerbada, la pasividad de los Estados por iniciar procesos de investigación o ejercer acciones de búsqueda concreta de las personas desaparecidas en México, la colusión, connivencia y participación de funcionarios y servidores públicos con el crimen organizado, la impunidad, el silencio de algunos sectores de la sociedad, nos afectan a todos y todas por igual y deben terminar ya.