En su editorial, el semanario Desde la Fe considera que no es tiempo de discordias religiosas ni de treguas frágiles, sino de una reconciliación duradera para vivir en paz entre todos los mexicanos, políticos y sociedad en general.
Aquí el documento textual:
“Dos acontecimientos de gran significado han sido promovidos por el Papa Benedicto XVI en días pasados, como un ejemplo para el mundo y un mensaje para nuestro Continente. El primero de ellos ha sido el Encuentro de Oración por la Paz, realizado en Asís a finales de octubre y, el segundo, la celebración de la fiesta de la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre, desde la Basílica de San Pedro en Roma.
“En el Encuentro de Asís, el Papa se ha reunido con representantes de las grandes tradiciones religiosas del mundo, incluyendo un buen número de comunidades e iglesias del cristianismo oriental y occidental, con la finalidad de testimoniar que es posible convivir en paz en la común búsqueda de Dios. Encuentro para orar juntos. “Encuentro para escucharse unos a otros y mirarse como hermanos, y colaborar desde la propia religiosidad a construir un mundo donde reine la paz.
“En la Celebración de la Virgen de Guadalupe como Reina de México y Patrona de América, el Santo Padre ha querido celebrar los doscientos años de independencia de muchas naciones latinoamericanas, destacando que tenemos en común una tradición cristiana y una presencia de la Iglesia en la identidad y en la historia de todos estos pueblos. Dentro de muchas diferencias políticas y sociales, podemos encontrarnos con un patrimonio común en nuestra fe en Jesucristo y nuestra veneración a María.
“Estos dos hechos nos llevan a recordar que estamos en vísperas de una celebración en la que se encuentra el fundamento de nuestros mejores anhelos y experiencias, y el sentido de trascendencia de nuestra vida y nuestra historia: la Navidad. El nacimiento de Jesús en la sencillez de nuestra humanidad, esconde la grandeza de su divinidad que viene al encuentro de todos los hombres y mujeres de la historia para llevarnos a una experiencia de armonía, de reconciliación y de verdadera paz. Son metas lejanas, pero posibles desde el corazón humano y desde la realidad divina.
“La paz que debe surgir desde nuestro encuentro con Dios. La paz que se debe manifestar como reconciliación entre nosotros: en la familia, en la sociedad y entre las naciones.
“La celebración de la Navidad en nuestra patria debe ayudarnos a vivir esas dos dimensiones de reconciliación: en lo religioso, como en el Encuentro de Asís; y en lo social, como la celebración guadalupana en San Pedro. Al celebrar el nacimiento de Cristo, debemos contemplarnos junto a Él como hermanos. No es tiempo de discordias religiosas. En lo político, antes que adversarios, debemos contemplarnos con el deseo de servir a un país y a una sociedad de la que somos parte todos, con el talento, el compromiso y la responsabilidad que nos toca. Es tiempo de reencuentro y reconciliación que implica el respeto mutuo, el reconocimiento de unos y otros, pero también es tiempo para desarrollar más la honestidad y la sinceridad dentro de las legítimas diferencias políticas o ideológicas.
“No sólo debemos pensar en treguas navideñas en medio de los conflictos sociales, treguas frágiles y que pasan rápidamente, debemos aspirar a algo más alto: que permanezca el verdadero espíritu navideño que nos lleve a anhelar y alcanzar la reconciliación y la paz de nuestra sociedad, fincada en la justicia y en la verdad”.