Por Elio Villaseñor*

La Caravana por la Paz demostró la innovación y el poder de los ciudadanos de ambos países para ejercer su fuerza a través de la Diplomacia Ciudadana, posicionando entre la opinión pública y entre los gobernantes los temas urgentes de los ciudadanos de pie, así como la falta de políticas públicas binacionales, con un discurso directo y con propuestas concretas dirigidas a las dos naciones.

Como balance, la Caravana a Estados Unidos logró:

•Arrojar una luz sobre la crisis de la violencia por la guerra contra las drogas, la impunidad y las atrocidades de derechos humanos que desgarran el tejido social de México;

•Entrelazar los impactos de la guerra contra las drogas entre México (la violencia, las muertes y el aumento de la delincuencia organizada) y los Estados Unidos (la criminalización, el encarcelamiento, y marginación de toda la vida-afectando desproporcionadamente a las comunidades afro-americanos y latinos);

•Promover un discurso desde la sociedad civil con el público estadounidense y los líderes de la opinión sobre las políticas en la raíz de esta crisis (fácil acceso a armas de asalto, la militarización de la lucha contra las drogas y las políticas de prohibición en Estados Unidos);

•Fomentar la colaboración y la solidaridad efectiva entre una amplia gama de organizaciones norteamericanas progresistas, religiosas, organizaciones de base y humanitarias, entre otras; y

•Dejar, al paso de la Caravana, comunidades de activistas informadas, organizadas y movilizadas que darán una continuidad a las estrategias de cambio en el corto y largo plazo en ambos lados de la frontera.

Esta acción ha sido unas de las experiencias más importantes de los últimos años, ya que pudo romper la simulación de los gobernantes y dar visibilidad por medio de testimonios a la falta de solución del negocio del crimen organizado y la poca voluntad de protección de los derechos fundamentales.

*Director de Iniciativa Ciudadana para la Promoción de la Cultura del Diálogo