*PROYECTO POLÍTICO*

*¿Cuál podría ser la primera meta del proceso que se ha abierto en Euskal

Herria? Históricamente la izquierda abertzale ha realizado propuestas concretas de cara a un marco democrático. ¿Se puede llegar a ese nivel? A priori, este proceso no lo garantiza, ¿verdad?*

Además de superar las consecuencias del conflicto, se necesita el acuerdo democrático que ponga en vías de solución el conflicto político y que sitúe el suelo democrático. Ese es el primer objetivo del proceso: el reconocimiento de Euskal Herria y del derecho a decidir. Una vez instalado ese jalón, cada fuerza política tendrá la opción de presentar su propuesta.

Será entonces cuando la izquierda abertzale haga la suya. Como usted dice, no hay garantía de que vaya a salir adelante. Eso depende del nivel de adhesión que sea capaz de recabar cada propuesta.

*Siempre se han marcado como objetivo un Estado Vasco independiente. Después del paso histórico que acaban de dar, ¿cómo puede ser el camino hacia ese estadio?*

Estamos recorriendo el camino hacia la independencia. Estamos estructurando el independentismo para que cuente con la referencialidad y el protagonismo que debe tener en la vida política de Euskal Herria. Hemos dado pasos importantes y hemos recibido el respaldo de muchos ciudadanos. Pero en este nuevo ciclo que acabamos de abrir, la izquierda abertzale tiene que prepararse para recorrer el camino hasta el final. Con una perspectiva a largo plazo, para reforzar las alianzas y recabar la adhesión de la mayoría de la ciudadanía. Y no sólo eso: debemos crear los mecanismos que nos permitan llegar a ser Estado; un Estado que esté al servicio de la ciudadanía y garantice la justicia social.

La construcción nacional debe ser el cimiento fundamental de la estrategia independentista. Y eso exige dar un salto importante en la organización, fortalecer la principal referencia política de la izquierda abertzale, de carácter independentista y socialista. Además, a medida que el proceso avance, deberán liberarse nuevas energías para la estrategia independentista, como las que hasta ahora han tenido otras funciones relacionadas con el conflicto. La izquierda abertzale se encuentra ante un gran reto, tan difícil como hermoso.

En lo que respecta a las fases, prevemos un proceso largo y escalonado mientras se crean las condiciones necesarias para dar el salto a la independencia. La primera batalla principal estará centrada en conseguir el reconocimiento de Euskal Herria y del derecho de decisión. Posteriormente, se puede prever la apertura de una fase de transición entre el reconocimiento del derecho de autodeterminación y su aplicación. Para esa fase de transición, la izquierda abertzale deberá hacer su propuesta táctica de cara a la consecución de la unidad territorial y a hacerse con nuevos recursos para profundizar en la construcción nacional. No se puede saber cuánto se prolongará esa fase; dependerá de las condiciones que seamos capaces de crear y del nivel de adhesión que recabe el proyecto independentista.

*La crisis económica ha puesto en solfa todo el modelo. La izquierda

abertzale, además del cambio político, asegura que también se necesita un cambio social. ¿Este proceso puede aportar algo en ese ámbito?*

Tiene que hacerlo, sin duda. El proceso es integral y con muchas variables; entre otras, la del modelo social y económico. Euskal Herria necesita de mecanismos para responder a la situación actual, instrumentos que satisfagan las necesidades de la ciudadanía vasca. Y eso está estrechamente vinculado con el reconocimiento de Euskal Herria y del derecho a decidir.

Incluso más en este momento en el que, desde el punto de vista económico, la dependencia respecto a España y Francia se está convirtiendo en un lastre.

*¿Cuentan los estados con una oferta política para los vascos? El español, concretamente, sufre una profunda crisis. ¿Qué puede conllevar esa situación?*

Los estados no tienen oferta política para Euskal Herria. El modelo que nos imponen no satisface los deseos de la ciudadanía vasca y no tiene respuestas para las demandas del pueblo vasco.

Ha citado la crisis del Estado español, y es cierto. Además de la económica, vive una profunda crisis política e institucional. El modelo autonómico creado a partir de la reforma política se tambalea. Y las disputas entre los poderes del Estado son constantes. A eso habría que añadir esa cultura política que se ha instalado en España por la que la disputa entre los partidos se desarrolla de forma agresiva y desmedida. El resultado es una inestabilidad estructural.

Sin oferta política y con la crisis estructural que padece, España es consciente de su debilidad estratégica en lo referente al proceso de Euskal Herria; de que en esa situación, el proceso va más allá de la resolución democrática y que adopta una dimensión estratégica. En el proceso no sólo está en juego el reconocimiento de los derechos de Euskal Herria, sino los escenarios que puedan abrirse con los siguientes pasos. Es una confrontación entre proyectos.

Por esa razón, se puede prever que el Estado español, consciente de su debilidad estratégica, tratará por todos los medios de entorpecer y embarrar el proceso político. El Estado no será un interlocutor fiable; nunca lo ha sido, pero menos ahora. Es posible que, a causa de ello, el proceso se bloquee. Y habrá que responder con iniciativas unilaterales, con reivindicaciones soberanistas unilaterales. Ahora más que nunca, el futuro es del pueblo.