Por Federico Campbell Peña

Chicago.-- Tuvo que filtrarse la nota en The Washington Post y The New York Times para que los mexicanos supiéramos que el gobierno de México, que comenzó su gestión el 1 de diciembre pasado, expulsó a agentes de la DEA, ATF y CIA que laboraban en el Centro de Inteligencia de la SSP, Ejército y Armada en Monterrey.

Ambos diarios nos informaron que el gobierno de Enrique Peña Nieto dijo "NO" a que agentes de Estados Unidos continuaran realizando la prueba del polígrafo detector de mentiras a sus similares mexicanos, bajo el pretexto de "presunción de corrupción" y lo más importante, que fue un "NO" rotundo el que se le dijo a la Casa Blanca para que NO se usen aviones no tripulados, drones, espías sobre la frontera común de casi tres mil 200 kilómetros de distancia.

Trascendió por otros medios que Felipe Calderón fue quien solicitó en su momento a la Casa Blanca el despliegue de drones, tan cuestionados aquí en Estados Unidos debido a su mal uso en Pakistán y Afganistán, donde es frecuente que "ubiquen" o "designen" presuntos "campamentos terroristas" para bombardear indiscriminadamente a civiles musulmanes.

La preocupación en la Casa Blanca por los "NOs" del gobierno mexicano motivó a que viajaran recientemente a Washington el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, quien confirmó a sus pares estadounidenses: Será esta secretaría la "ventanilla única" para coordinar labores de inteligencia, para evitar la dispersión y fuga de información privilegiada.

También viajaron a esa capital, en parte para preparar la visita de Barack Obama a México en parte para "aclarar las cosas": el canciller José Antonio Meade y el Secretario de Hacienda Luis Videgaray. Al DF, viajó el Procurador Eric Holder para entrevistarse con el Procurador Jesús Murillo Karam y otros altos funcionarios de seguridad.

Por ello el futuro de México en los años por venir se define de lo que resulte este jueves 2 de mayo en las pláticas en Palacio Nacional entre Enrique Peña Nieto y Barack Obama.

El dilema es: continuar atado nuestro país a los vaivenes del Congreso en Washington en torno a los fondos de la Iniciativa Mérida de Combate al Narcotráfico para prolongar la farsa de la "guerra contra las drogas" o bien, adoptar un camino propio soberano de no combatir la violencia con más violencia militar y buscar otro enfoque al asunto del trasiego de narcóticos, incluida su despenalización paulatina y regulada en ambas naciones.

Esto significaría el fin de más muertes en nuestro país y un ápice en la batalla por conquistar la independencia de México frente a Estados Unidos en este siglo XXI, en el 2013, en Palacio Nacional, en el Zócalo donde en 1847 los soldados yanquis colocaron la bandera de las barras y las estrellas a pesar del fuego de francotiradores, de guerrilleros.