La promesa hecha por el dirigente nacional de la CNC, Gerardo Sánchez de garantizar 10 millones de votos para Enrique Peña Nieto, es vender espejitos al puro estilo de los “líderes charros” que están quedando en el pasado. Es tan evidente su falsa promesa que astutamente el candidato a la presidencia del PRI ha creado una estrategia paralela y una propuesta sólida para el campo que ha sido recibida con esperanza por los productores rurales, campesinos y pequeños empresarios agroindustriales.
Pero, en aras de revancha por no haber obtenido la candidatura a gobernador por Guanajuato, Gerardo Sánchez utilizó al dirigente cenecista estatal como carne de cañón para agredir a la dirigencia del estado del PRI y a su candidato a la gubernatura, Juan Ignacio Torres Landa. En este caso, Gerardo, como responsable de este conflicto, tuvo consecuencias graves.
El tricolor perdió la gubernatura de Guanajuato, Gerardo Sánchez es el responsable. Se ha refugiado en Guanajuato para consumar su venganza, ha dejado al garete la promoción del voto a nivel nacional para el candidato Peña Nieto; el apoyo que obtendrá el PRI del “voto verde” en el campo, será sin duda mayoritario, pero por la convicción de los campesinos y productores rurales de que su propuesta es la que más les conviene, reactivar la producción agropecuaria nacional y limitar las compras de productos básicos en el extranjero, pero además el mérito será de los liderazgos reales de los cenecistas en la regiones y estados que actualmente están relegados, en su mayoría por el grupo compacto de Gerardo Sánchez en la CNC y en Guanajuato.
En el berrinche por no obtener la candidatura de Guanajuato y la mentira de darle a Peña Nieto 10 millones de votos, son evidencia de la falta de liderazgo de Gerardo Sánchez. El PRI tendrá que replantearse; urge una restructuración de este sector campesino, históricamente pilar de la paz social y baluarte del México moderno.
Una cruda realidad es haber perdido Guanajuato. Se espera que Peña Nieto y el PRI recompongan a este sector que vive su peor historia, desde que la tomó en sus manos Gerardo Sánchez García.