La Cámara de Diputados aprobó reformas a los artículos 58, 389 y 395 del Código Civil Federal, para establecer que el orden de los apellidos de una persona podrá ser a elección de los padres y deberá ser igual para todos sus hijos, a fin garantizar la no discriminación y reconocer los derechos civiles del género humano.

En este sentido, la diputada Lilia Aguilar Gil dijo que en la comisión de Justicia se reformó el artículo 58 del Código Civil Federal para acabar con el obtuso pensamiento del clan que impone dictados para que los hijos lleven los apellidos paternos y ahora será de común acuerdo en el matrimonio.

Consideró que se trata de una reforma histórica que acaba con las imposiciones de clanes y posiciones cavernícolas. Aquí sus palabras textuales: “Esta iniciativa finalmente viene a acabar con el obtuso pensamiento del clan –o del clan masculino–. La idea aquella de qué van a hacer mis hijos si no se apellidan como yo; porque la única trascendencia que probablemente podían pensar que tenían los varones en esta vida era preservarse a través de su apellido.

“Esta iniciativa que ha promovido y trabajado abiertamente la diputada Alfa González, fue presentada por su servidora hace algunos años en el Congreso del estado de Chihuahua y la respuesta que obtuve fue:

“¿Cómo se le ocurre? ¿Cómo le vamos a heredar a nuestros hijos? ¿Cómo van a saber que el buen nombre de su familia está puesto en su descendencia?  Ésa es la lógica masculina que tiene que ver con la trascendencia del apellido.

“Ya no estamos en la época de piedra. La equidad de género no tiene solamente que ver con la igualdad de oportunidades sobre las que hemos batallado, sino también con el hecho de que de verdad los hombres y las mujeres somos iguales y que la trascendencia de nuestros clanes y nuestra descendencia podrá ser elegida en mutuo acuerdo a través de la selección del apellido de nuestros hijos.

“La legislación federal sustantiva actual dice que el juez determinará de facto que el apellido que tendrá un hijo cuando haya diferencias, será el apellido del padre, cuando por cierto muchas veces ni siquiera se hacen cargo de su descendencia.

“La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su artículo 1o., y 29, determina que el sentido y el alcance del derecho humano al nombre que son el conjunto de signos que constituyen un elemento básico –y en esto hay que poner atención– e indispensable de la identidad de cada persona, de los individuos, no de los clanes, ésta podrá ser reconocida por la sociedad y como consecuencia será obligatoria a la hora de registrar a una persona. Ese derecho entonces está integrado por el nombre propio y por el apellido.

“El prever la previsión implícita de modificar los apellidos de una persona, carece de justificación, no tiene más que un sustento, por decir masculino de trascendencia, para no llamarlo machista, cavernícola o retrógrada.

“La CEDAW parte de los pactos internacionales de los derechos humanos y la obligación de los Estados firmantes, para garantizar en el hombre y la mujer igualdad, y entonces esto tiene que finalmente venir a trascender a los derechos también de –en un acuerdo de partes– poder determinar los apellidos que llevarán nuestros hijos.

“Adecuar todas las medidas, incluso las de carácter legislativo para derogar leyes, reglamentos, usos y prácticas que constituyan discriminación para la mujer, tendrá alcances extraordinarios con esta iniciativa.

“Entonces para lograr una plena igualdad entre los hombres y la mujer, es necesario modificar el papel tradicional tanto del hombre como de la mujer, y en el concepto de la familia también porque he hablado aquí con mucha conciencia de las familias diferentes.

“Las familias ya no están constituidas por el papá, la mamá, los hijos, la hipoteca y el perro. Hay distintos tipos de familias y hay distintos tipos de asociación familiar que también son el núcleo de la sociedad mexicana.

“En ese reconocimiento es que esta iniciativa es de gran calado, porque el nombre no era solamente la forma masculina de trascender, sino también recordemos que antes aquellos que eran hijos considerados “naturales”, inclusive se les ponían los mismos apellidos que la madre, y muchos tiempo atrás se les ponía equis, equis.

“Eso era un signo, una letra escarlata que se consideraba que no había igualdad social y que aquella persona llevaba el signo o la macha de no tener aquel padre que le diera su apellido.

“Me parece que debemos de congratularnos por esta iniciativa. Ha costado trabajo, no ha sido fácil porque los hijos que nacen en matrimonios conservadores en una sociedad que todavía en su política y en su legislativo es regido por hombre, nos han dado dolores de cabeza para avanzar en estas iniciativas.

“Sin embargo, felicito a la diputada Alfa, felicito en esta ocasión al diputado Pacheco porque hay que reconocerle que ha ayudado a que esta iniciativa avance y me congratulo porque se acabe el tiempo de los clanes y el tiempo de los cavernícolas”.