Por Salvador Flores Llamas

No se duda que López Obrador irá en 2018, otra vez por la Presidencia de la República; aunque dijera lo contrario nadie le creería. Construye su partido Morena para no depender ya del PRD ni de los satélites PT y Movimiento Ciudadano, sino valerse por sí mismo.

Tendría su propia estructura, el subsidio y los tributos de los candidatos que nombre a senadores, diputados federales y locales, alcaldes, delegados del DF y regidores. Al menos lograría una buena lana, si no fuera Presidente.

Su estrategia es clara: obtener como sea el registro de Morena, mediante acuerdos con el gobierno y el desmantelamiento de los demás partidos de izquierda.

Los 3 promotores del gran desprendimiento izquierdista del PRI en 1988, que estuvo a punto de llevar a la Presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas (éste, Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez) pecaron de ingenuos al invitarlo a la marcha contra la reforma energética del viernes 31 de enero, y los mandó al diablo para variar.

Eso corroboró su compromiso con el gobierno de no menialle a tal reforma, como se vio desde que desarticuló los bloqueos a las cámaras del Congreso cuando la discutieron, aunque luego su mitin en el Zócalo contra la reforma fiscal tuviera poca asistencia, mucho menos que sus otras concentraciones.

De todos modos se le llena la boca con hablar del PRIAN contra PAN y PRD por aliarse con el PRI en el Pacto por México, porque, como siempre, sólo él puede hacer acuerdos. Desde luego los negará si se le cuestiona al respecto; saldrá con “lo que diga mi dedito” con un rotundo ¡No!, como suele.

Andrés Manuel ya trabaja en su estrategia posterior: Bejarano, su brazo derecho contra lo que diga, ya propuso al gobernador priísta de Nayarit, Roberto Sandoval Castañeda una alianza para apoyar a sus candidatos, incluso al que lo sucederá en 2017, para ganar terreno a los Chuchos, uno de cuyos paladines, Guadalupe Acosta Naranjo le alzó la mano a Sandoval en 2011, tras contender contra él; lo que, claro, no fue gratis.

Como el sol azteca es medio fuerte en ese estado, el Peje quiere comerle el mandado, como intentará hacerlo en muchos otros, para diezmarlo más.

El Peje no cejará de debilitar a la izquierda, así la divida y pulverice, porque cree que sus 15 millones 896 mil 999 votos de 2012 son magnífica catapulta para ganar el poder en 2018 y más con partido propio. Además cree a pie juntillas que “la tercera es la vencida”.

Pensará que un PRD menguado, un PT y ex Convergencia muertos, obligará a sus líderes a plegarse a lo que les imponga, por no quedarles otra, y hasta imponerles candidatos a su gusto que le rindan y reditúen, como hicieron antes los perredistas.

¿Será verdad tanta belleza, como también que el jefe de gobierno del DF Miguel Ángel Mancera desista de formar su propio movimiento y lanzarse a la grande, pues también tiene su corazoncito, o se le rendirá como Ebrard en 2012?

¿Y Marcelo caerá de nuevo en sus brazos? Esto no checa con su renuncia de presidente de la Red Global de Ciudades Seguras de la ONU, que presentó para “participar en la renovación de las organizaciones de la izquierda mexicana…(y hallar) un camino rumbo a la elección presidencial de 2018”.

¿Mancera y su antecesor se dejarán apantallar por el Peje y se rendirán a su egoísmo?

¿Y con qué disfraz buscará éste apantallar a los mexicanos? No le bastó en 2006 su postura extremista, de denuesto contra todo y contra todos, aun contra sus patrocinadores y los empresarios que buscaron su alianza.

En 2012 apareció con piel de oveja: ofreció a los empresarios todo su apoyo y algunos le creyeron, pero no lo suficiente. ¿Ahora qué disfraz utilizará? ¿Y aún habrá incautos que se lo crean?

¿Volverá a ocultar sus ligas con Bejarano, que con su Lola Padierna tienen antecedentes carcelarios de décadas, que René bien cuidó borrarlas cuando fue el secretario particular del jefe de gobierno López Obrador?

¿Le convendrá la alianza con tal matrimonio que quiere nueva Carta Magna para México, tipo la que promulgó Hugo Chávez para perpetuarse en el poder en Venezuela?

Acaba de declararlo el “señor de las ligas”, que sólo en una dictadura de ese tipo podría ser soportado –a más no poder- por los mexicanos, que lo vimos retacarse bolsillos y portafolios con miles de dólares de extorsión a Carlos Ahumada?

Y para que no queden dudas, Lola Padierna pidió en Caracas el año pasado un chavismo superior para México. “En nuestro país vamos hacia un estado superior a este proyecto chavista”.

¿Estará dispuesto el Peje a cargar también con las ligas evidentes de izquierdistas, como Leonel Godoy, exgobernador de Michoacán, e Iris Vianey Mendoza, senadora por el mismo estado, que se exhibió en una fiesta con la hija del “Kiko” Plancarte, líder de los Templarios, detenido hace poco, y con tantos otros izquierdistas comprometidos con mafias?

¿Todo ello y la pulverización de la izquierda, provocada por L. Obrador, no será un buen caldo de cultivo para la derrota, pues cada líder de partido o tribu estira la cobija p’a su lado?

Eso sólo para que veas a qué le tiras cuando sueñas con el Peje, mexicano.