El salario mínimo no puede seguir como un ancla del ingreso de los trabajadores en este país, así se ha utilizado en los últimos 30 años, como una base de restricción donde los que pagan son los empleados y los que ganan son los dueños del capital. Por lo menos debe amentar a 90 pesos.

Así lo afirmó el senador Armando Ríos Piter, al explicar que una canasta de bienestar no solamente implica alimentación, acceso a la educación, a vivienda, a vestido y que es la gran necesidad que tenemos en una economía que se mantiene estancada.

Indicó que al incrementar el gasto de los trabajadores, al amplificar la demanda agregada, permite acrecentar el efecto multiplicador de la economía.

La gente consume más, dijo, busca más bienes, hay más comercio, se vende más con en este beneficio implícito que significaría el incremento al salario mínimo.

Ríos Piter precisó que ayer se planteó un documento a la Cámara de Diputados y que mañana estará en el Senado, no sólo con el Grupo Parlamentario del PRD, sino con la Junta de Coordinación Política y con el presidente de la Mesa Directiva, para presentar la visión que él tiene sobre el mejoramiento del salario mínimo.

La iniciativa buscará dos objetivos, explicó: deslindar los asuntos relacionados con el salario mínimo para garantizar que la propuesta –que es una ley reglamentaria del Artículo 123- sea progresiva para los próximos seis años y que se pueda aumentar el salario mínimo de los 60 pesos de hoy, hasta 90 pesos.

Obviamente 90 pesos, aseguró Ríos Piter, seguirían siendo un piso muy insuficiente, pero se requiere un debate mucho más amplio, pero tenemos que quitar el ancla que ha mantenido sobre todo el Banco de México.

Es una discusión que han mantenido ellos desde hace mucho tiempo, donde ese incremento de la productividad, quienes se lo están llevando al bolsillo, son los dueños en muchos casos de los grandes consorcios nacionales.

¿Qué queremos? Se preguntó el senador guerrerense y se respondió que haya un equilibrio entre la productividad y el salario. “Queremos que los salarios reales mejoren, y que la economía mejore en su conjunto”.

Finalmente insistió en que no se puede permitir que el debate siga siendo dejar anclado el salario mínimo en perjuicio de los trabajadores y donde ese incremento del 30 por ciento en la productividad, solamente se vaya a unas cuantas personas.