México es el mayor consumidor de refrescos en el mundo, un hábito considerado como una de las principales causas de sobrepeso y obesidad, por lo que el diputado Omar Antonio Borboa Becerra propuso que las etiquetas de estas bebidas incluyan datos sobre su composición, a fin de evitar la ingesta excesiva.
En una iniciativa de reformas a la Ley General de Salud, el legislador precisó que “un mexicano consume cada año, en promedio, 163.3 litros de refresco, de los cuales 75 por ciento es de cola”.
Sugiere un consumo adecuado, para evitar que se constituya en un factor condicionante o predisponente de alguna enfermedad.
Refirió que según el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), el refresco aporta 21 por ciento de las calorías que se consumen en todo el día, cuando lo recomendado es de sólo el 10 por ciento, lo que explica su contribución a la obesidad.
El diputado advirtió que por la ingesta creciente de refrescos aumentaron los casos de diabetes y la obesidad temprana entre niños y jóvenes, por ser bebidas elaboradas con sacarosa, glucosa y fructosa, que afectan el páncreas y que fácilmente llegan al flujo sanguíneo para integrarse a los tejidos y convertirse en grasa.
De acuerdo con el citado instituto, de 1999 a 2006 el incremento en el consumo de refresco y bebidas azucaradas entre los adolescentes aumentó más de 100 por ciento, mientras que en las mujeres alcanzó hasta un 300 por ciento, agregó.
Explicó que los refrescos de cola no tienen ningún valor nutritivo, ni vitaminas, proteínas o minerales, pero sí gran contenido de endulzantes, aditivos, conservadores y colorantes.
Según la Asociación Mexicana de Estudios para la Defensa del Consumidor (Amedec), el consumo de los refrescos de cola “constituye la más grave distorsión de nuestros hábitos de alimentación”, dijo.
Respecto a los refrescos de dieta, advirtió que diversos estudios señalan que ingerir sustitutos de azúcar o azúcar sintética en grandes cantidades provoca daños cerebrales, pérdida de memoria y confusión mental.
Añadió que el gas utilizado para elaborar refrescos es ácido fosfórico, que elimina el calcio de la dentadura y los huesos. Otro es el gas carbónico, que irrita la mucosa gástrica y provoca adicción psicológica. Además, el color que se usa es el aditivo E-150, el cual puede producir anemia, depresión y confusión, así como hiperactividad y alteración en los niveles de glucosa en sangre.
Por ello, planteó reformar el artículo 212 de la Ley General de Salud respecto de la información en las etiquetas de alimentos y bebidas no alcohólicas.
Borboa Becerra sostuvo que con estas disposiciones la población tendría los elementos suficientes para conocer la composición de las bebidas, antes de consumirlas y elegir la más saludable.
“Es necesario hacer reflexionar a los consumidores sobre las consecuencias del consumo excesivo de las bebidas saborizadas no alcohólicas o refrescos”, puntualizó.