Para entender el origen y las consecuencias de los sismos, es fundamental contar con una infraestructura de medición y observación adecuada que permita, a partir de los registros obtenidos, precisar su área de ocurrencia y las intensidades a las que se someten las estructuras.
Derivado de ello, se podrán hacer las recomendaciones sobre el uso del suelo y edificaciones seguras, y, finalmente, implementar las medidas preventivas que permitan tanto mitigar su efecto como atender la emergencia provocada por un terremoto, explicó el doctor Carlos Valdés, director del Servicio Sismológico Nacional.
Se refirió además a la importancia de tener presencia en el mayor número de Estados de la República, “tener más estaciones sísmicas no va a evitar que tiemble, no se van a predecir los sismos, pero tendremos conocimientos sobre las características del suelo, de cómo y dónde construir, también sobre los efectos de los sismos, en qué zonas tiembla y en qué zonas no tiembla.”
Con la expansión de la red de estaciones del Servicio Sismológico Nacional, se pretenden instalar 33 o 34 estaciones con tecnología de punta en cada una de las ciudades de México con más de 350 mil habitantes. Se considera este número porque da cuenta de ciudades con una infraestructura importante, expuestas a condiciones críticas que requieren un registro de este tipo de información. Antes, se había dejado a un lado a las regiones del país que tradicionalmente tienen poca actividad sísmica, como el caso del noreste.
En 2006 se inauguró en la Facultad de Ciencias de la Tierra, de la Universidad Autónoma de Nuevo León, la Estación Sismológica de Linares (LNIG); la primera de una nueva generación de observatorios sismológicos que darán cobertura a la actividad sísmica en todo el territorio nacional. El doctor Valdés comenta que actualmente están utilizando una transmisión con enlace satelital que manda datos en tiempo real.
Esta red tiene sus antecedentes en los años 70 cuando el recién homenajeado y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, el doctor Cinna Lomnitz creó la Red Sísmica Mexicana de Apertura Continental, diseñada y construida en los talleres del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y Sistemas (IIMAS) de la UNAM; las señales eran enviadas desde las estaciones estatales hasta Ciudad Universitaria.
La instalación en Linares responde a la necesidad de tener estaciones permanentes para realizar un monitoreo en tiempo real de la actividad sísmica local; en este caso, en una región con importantes ciudades cercanas, como Monterrey y Saltillo. Dadas las características del lugar, la estación LNIG es además considerada un sitio sísmico de referencia para los expertos, quienes estudiaron el tipo de suelo y las propiedades del subsuelo, así como el efecto en los equipos de medición debido a la amplificación de las ondas sísmicas, las cuales, generalmente, registran una amplitud debido al cambio del medio en el que viajan, pues hay un contraste entre el subsuelo de donde provienen y cuando llegan a la superficie.
Con la estación LNIG, el SSN ahora puede reportar la actividad sísmica que se registra en esa zona. En los últimos meses se detectó un fenómeno conocido como enjambre, un grupo de eventos sísmicos que inició el 15 de julio del presente año. Los últimos datos corresponden al día 15 de septiembre, dos eventos con una magnitud de 3.2 y 3.4 grados Richter, y epicentros localizados a 25 y 49 kilómetros al suroeste de Linares, respectivamente.
Desde la instalación de la estación LNIG y otras estaciones en Chihuahua, específicamente en Hidalgo del Parral y Casas Grandes, se han registrado sismos de baja y mediana intensidad, principalmente con epicentros en la Sierra Madre Oriental. Aunque el Noreste de México es considerado como una zona estable, con pocos eventos sísmicos, la información más reciente y la compilación histórica de información anterior son evidencia de más de 245 años de actividad sísmica en esa región del país.