Los implantes de dióxido de titanio amorfos con dopamina (TiO2/DA) han mostrado avances significativos en el tratamiento del parkinsonismo inducido en ratas, lo que abre amplias expectativas para que en el futuro el tratamiento también pueda ser aplicado en personas con este trastorno.
Lo anterior es resultado de una colaboración interdisciplinaria, con la participación de Patricia Vergara Aragón, del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina (FM); Jorge García Macedo, del Laboratorio de Fotónica de Geles del Instituto de Física (IF), y Guadalupe Valverde Aguilar, del Centro de Investigación en Ciencia Aplicada y Tecnología Avanzada (CICATA) del IPN.
La deficiencia de dopamina en el área del cerebro denominada ruta nigroestriatal, provoca movimientos lentos, rigidez muscular y, temblores en reposo; a nivel mundial, la enfermedad de Parkinson afecta al tres por ciento de la población.
La dopamina es un neurotransmisor que participa en el funcionamiento del cerebro. Sus funciones van desde el control de los movimientos hasta su participación en la conducta, emociones, olfato y latido cardiaco, entre otras.
En este padecimiento se pierde más del 70 por ciento de esas neuronas. En la mayoría de los casos se desconoce la causa precisa, con frecuencia atribuida al consumo de drogas, traumatismos (boxeo), alteraciones vasculares, factores ambientales, o un componente genético.
En la FM, detalló Vergara Aragón, se tiene un modelo animal de ratas con parkinsonismo inducido y se les aplican pruebas conductuales (previas y posteriores) a la colocación de los implantes.
Mediante una cirugía estereotáxica, los implantes de TiO2/DA son colocados en el núcleo caudado ipsilateral, a la pata preferente de cada roedor (zurda o diestra). Con las pruebas (giro inducido, cilindro y la tarea de alcance), se evalúa la recuperación de cada una. Los resultados obtenidos muestran una recuperación de la función motora que oscila entre 80 y 90 por ciento, explicó.
Con el propósito de realizar un minucioso análisis histológico, algunas de ellas son sacrificadas si vuelven a presentar deterioro en su función motora (aproximadamente siete meses después del implante). Otras, en el mejor de los casos, continúan en observación en su proceso de recuperación. Hasta el momento no se han encontrado efectos adversos del implante.
En condiciones normales, señaló García Macedo, la dopamina se oxida en cuestión de minutos al contacto con el medio ambiente. Con esta colaboración interdisciplinaria, se ha logrado estabilizarla por más de 15 días; se tienen casos de sobrevivencia de los animales con el implante y recuperados hasta por siete meses.
No obstante, informó que aún con los resultados alentadores en ratas, para que pueda aplicarse en seres humanos debe cumplirse una serie de protocolos que requieren más experimentos y mayores recursos.
“Para superar las limitaciones económicas, estamos abiertos e invitamos a quien desee financiar estas investigaciones. Alguna empresa privada, compañías farmacéuticas, desde luego compartiríamos los logros. No podemos avanzar si no hay fondos suficientes”, dijo.
Oxidada la dopamina, añadió Valverde Aguilar, carece de sus efectos benéficos. Insertada en los nanoporos del TiO2, se comprobó que este material se convierte en blindaje a la exposición solar y del aire. Al probar los nanoreservorios, mejoraron los implantes mediante dos técnicas: absorción óptica y espectroscopia infrarroja.
También participan en la investigación varios estudiantes, entre ellos Leonardo Eduardo Domínguez Marrufo y Gilberto Solorza Buenrostro, de la FM, así como Gina Prado Prone, de la maestría del Laboratorio de Fotónica del IF.
Con ese estudio, Prado Prone desarrolló su tesis de licenciatura, dos años atrás. Actualmente, continúa su colaboración en el proyecto y será la base de su tesis de maestría. Su atención estuvo centrada en ver los periodos de oxidación de la dopamina en el material. El reto actual, señaló, es que dure más tiempo sin que resulte tóxico.
Domínguez Marrufo, junto con otros estudiantes de su laboratorio, examinan la evolución del tratamiento de ratas implantadas con TiO2/DA, a través de las grabaciones de conducta que realizan periódicamente.
A su vez, Solorza Buenrostro expuso que “los tratamientos farmacológicos actuales al principio dan buenos resultados, pero con el paso del tiempo se requieren mayores dosis, hasta que finalmente ya no responden”.