Hasta hace un par de décadas se consideraba a la progesterona como una hormona relacionada principalmente con la conducta sexual femenina y las funciones reproductivas. No obstante, investigaciones recientes muestran que la progesterona, y otras hormonas tradicionalmente consideradas sexuales, participan en la regulación de numerosas funciones orgánicas en distintas especies.
Así lo muestran los estudios en los que participa Ignacio Camacho Arroyo, investigador de la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que evalúan el efecto de la administración de la progesterona en hámsters infectados con el parásito Taenia solium, el causante de la teniasis y la cisticercosis en humanos y cerdos. Sus resultados muestran que la hormona mejora la inmunidad de la mucosa intestinal de los roedores y limita el alojamiento del parásito en ese órgano (sitio donde transcurre una parte de su ciclo de vida).
A pesar de que el modelo del hámster empleado aquí no necesariamente refleja todos los aspectos de la teniasis humana, se ponen en evidencia las interacciones entre el parásito y los sistemas inmune y endócrino, que definen el resultado de la infección causada por T. solium.
En dichos estudios, en los que han participado tanto investigadores de la UNAM como del Hospital General de México, se sugiere que los resultados podrían abrir brecha en el uso de hormonas parecidas o análogas a la progesterona, como sustancias que intensificarán la respuesta inmune de la vacunación anti-parasitaria.
Aunque esto es posibilidad futura, Camacho Arroyo, también miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, aclaró que primero se deben investigar otros aspectos, como sus efectos en células de otros sistemas del organismo. “Creo que el punto importante es que hormonas que se han asociado sólo al aspecto reproductivo tienen un efecto en la regulación durante el inicio, el desarrollo y el término de de una infección”.
Progesterona y citocinas
Cuando un parásito ingresa al cuerpo humano, explica el especialista, las células especializadas del sistema inmunitario responden de inmediato a la amenaza del invasor, primero identificándolo y después atacándolo para eliminarlo del cuerpo. La acción conjunta de las células especializadas, así como la inflamación -proceso común de la respuesta inmunitaria-, son posibles debido a la comunicación que ocurre entre las células, la cual está mediada por un tipo de moléculas mensajeras llamadas citocinas.
Los resultados de los trabajos en los que participa Ignacio Camacho muestran que el tratamiento con la progesterona tiene la habilidad para inducir la producción de varios tipos de citocinas de la mucosa intestinal de los hámsters infectados, y favorecer así, una respuesta inflamatoria intensificada encargada de reclutar a varias células del sistema inmune para impedir el establecimiento y crecimiento de T. solium, y facilitar su eliminación del cuerpo.
El papel regulador de la progesterona frente a las infecciones ha sido probado en otros modelos animales y con otros parásitos. Hace seis años, Camacho Arroyo junto con investigadores del Instituto de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán” y de la Facultad de Química de la UNAM, encontraron que en las primeras etapas de la infección causada por Helicobacter pylori, bacteria asociada a la gastritis en gerbos -otro tipo de roedores-, la progesterona protege del daño ocasionado al estómago, mientras que el estradiol, otra hormona sexual, lo intensifica.
De acuerdo con sus investigaciones, mientras que el estradiol favorece una respuesta inflamatoria del sistema inmunitario, la progesterona es anti-inflamatoria y reduce el número de células productoras de gastrina; una hormona reguladora de la producción del jugo gástrico estomacal, que cuando es producida en abundancia -como durante una infección por H. pylori-, produce úlceras en el estómago y en el intestino delgado.
Ambiente hormonal e infecciones
“Hay un dimorfismo sexual en la ocurrencia y severidad de las infecciones. Así, una infección en particular se puede presentar más en hombres que en mujeres o viceversa, el punto es conocer cuáles son algunos de los factores biológicos que están involucrados en este fenómeno”, planteó el especialista en biomedicina.
Señaló que incluso en una misma persona habría momentos en que fuera más vulnerable o resistente a las infecciones: “Durante el embarazo hay una cantidad impresionante de estradiol y progesterona, lo que provoca cambios en la función reproductiva, del sistema nervioso central y en la función inmunológica. Entonces, para algunos casos de infección por bacterias, hongos o virus, un ambiente hormonal particular puede ser que favorezca el desarrollo de una infección mientras que en otros casos genere cierta protección”.
La investigación en la que trabaja Camacho Arroyo también ha dado luz sobre el papel de las hormonas sexuales en la formación de tumores cerebrales, el desarrollo del pulmón en el feto, enfermedades neurológicas y, recientemente, sobre la infección por el virus causante del SIDA.