*Necesario reanudar el diálogo con el EZLN

Veinticinco años han pasado desde que en marzo de 1995 se instaló formalmente la Comisión Bicameral de Concordia y Pacificación, con el objetivo de coadyuvar a fijar las bases para el diálogo y la negociación del Acuerdo de Pacificación al conflicto armado iniciado el primero de enero de 1994 en el estado de Chiapas.

Derivado de ese proceso de pacificación, se firmaron los Acuerdos de San Andrés Larráinzar, sobre derecho y cultura indígena, el primer y único documento firmado de cuatro entre las partes.

Los acuerdos comprometían al gobierno federal a enviar las Cámaras legislativas las iniciativas de reformas constitucionales para el reconocimiento de derechos de los pueblos indígenas, que contemplara el reconocimiento no solo de derechos individuales, sino de derechos colectivos para garantizar una nueva relación entre los pueblos indígenas del país, la sociedad y el Estado.

La Cocopa presentó a las partes su iniciativa en noviembre de 1996. El EZLN aceptó la propuesta, pero el gobierno no la aceptó, rompiendo así el diálogo.

En el 2000, Vicente Fox presentó la iniciativa como uno de los primeros actos de su mandato, pero esta no fue aprobada por el Congreso, el Senado lo modificó sustantivamente, desconociendo sus principales pretensiones.

Sin embargo, en el marco de lo que algunos llaman cuarta transformación, los acuerdos de San Andrés retoman una nueva vigencia, esto es así porque la traición a los pueblos persiste, porque las deudas del reconocimiento de los derechos colectivos de los pueblos indígenas aún no han sido saldadas, porque necesitamos discutir el tipo de país que queremos construir y estos acuerdos constituyen una enorme deuda del Estado mexicano con los pueblos originarios y que hoy menos que nunca debe olvidarse.

Sin ninguna condicionante estamos obligados a reconocer las promesas incumplidas y reconstruir la relación entre el Estado y los pueblos indígenas. Algunas voces han señalado que si ya no existe el diálogo ni órdenes de aprehensión en contra de integrantes del EZLN, la Cocopa no tendría razón de ser, porque se ha agotado en su materia.

Sin embargo, señalamos que deben replantearse sus atribuciones para poder alcanzar el fin, después de 25 años de su objetivo, reinstalando las mesas de diálogo.

La reanudación del diálogo tendría que ser una de las prioridades del nuevo gobierno, alcanzar al fin la paz y la justicia social a este conflicto histórico que retoman y abanderan las exigencias sepultadas y mutiladas de los pueblos originarios por más de 500 años.