*Vive México grotesco proceso antiparlamentario

Estamos presenciando un proceso antiparlamentario que va a sentar, uno de los precedentes más grotescos y más antidemocráticos de los que tenga memoria este Congreso.

Me gustaría entrar a la discusión del destino de los recursos; celebrar que por fin y después de tanto sufrimiento, el gobierno mínimamente ha entendido la necesidad de instrumentar un presupuesto anticíclico, un presupuesto que estimule la economía, así sea en los proyectos poco redituables y de menor impacto que dependen hoy del capricho presidencial. Y al mismo tiempo me gustaría explicar las correcciones a un gasto que de plano desdeñó la educación, ataca las instituciones democráticas y apuesta obviamente por la cruda militarización y los combustibles fósiles.

Pero -aquí y hoy- no se puede hablar de nada sustantivo, de las necesidades reales de la ciudadanía, ni de las urgencias de estados o regiones enteras del país. Porque el autoritarismo nos ha impuesto unas condiciones tan obcecadas en su cerrazón, tan antidemocráticas y que profesan por igual el ejecutivo y la coalición que aquí, le rinde pleitesía.

El proyecto de presupuesto contiene todas las faltas procesales que se puede imaginar. Por ejemplo, todos sabemos que el artículo 177 de nuestro reglamento obliga a circular con cinco días de anticipación el dictamen que ayer se discutió. De un modo insólito, lo recibimos con 24 horas de antelación. Como diría el clásico Porfirio Muñoz Ledo: “pero qué manera de legislar”.

Y ayer en la Comisión, confirmamos que no se trata ni de un error ni de un descuido, sino de una decisión política deliberada que busca cancelar el debate, escapar de la crítica, desplazar a los demás representantes… en suma, negar y ningunear al parlamento.

No recuerdo un episodio de esta magnitud en el congreso mexicano y no estoy seguro que las diputadas y los diputados de la coalición mayoritaria se den cuenta de la gravedad del precedente que están a punto de cometer.

Tengo que decir que al negarse a analizar y discutir con las fuerzas opositoras, no solo están negando a las y los representantes de esas fuerzas, en realidad están negando a los votantes de esa pluralidad que en conjunto es ya mayoría entre el electorado. El pueblo de México, en su diversidad, debe saberlo: este presupuesto no representa los intereses, las aspiraciones ni las necesidades del electorado mayoritario y que, una facción de esta Cámara, se ha arrogado una decisión que destruye a la república.

Escuché la especie, una noción elemental de la política, según la cual la mayoría del Congreso puede hacer lo que considere conveniente, porque es mayoría.

Es un grave error, es un error autoritario creer que la mayoría tiene permiso para ignorar las reglas y los procedimientos, que la mayoría quiere y puede ignorar también al resto de representaciones y que por serlo, esa mayoría de votos (que no de electores) puede pisotear lo más esencial del trabajo en el congreso: la deliberación, la discusión, el diálogo y la construcción de acuerdos.

A los tres y medio millones de mexicanas y mexicanos que votaron por Movimiento Ciudadano, les decimos: vamos a cuidar ese voto, y los vamos a representar, porque para eso está hecha esta casa. Es lo que ha costado tanto construir después de décadas autoritarias que en buena hora, abandonamos entre siglos y que ahora está siendo restaurada por un líder que entiende a nuestra república, como si fuera un sultanato.

Volvemos a los tiempos del presupuesto del señor presidente; volvemos a los tiempos del gobierno personal de quien se cree providencial y volvemos a los tiempos de un congreso que se suicida, se borra y abdica de sus responsabilidades y obligaciones democráticas.

Este enorme retroceso no deberá ni podrá ser olvidado. Millones de mexicanas y mexicanos nos reclamaran nuestra falla porque estamos condenando a la siguiente generación.