*Debe haber acuerdo en los temas de debate parlamentario

Nuevamente en la Mesa Directiva, el grupo mayoritario insistió que el tema de debate fuera la posible Reforma al Poder Judicial.

Nuevamente insisto, y lo plantearemos en la Mesa Directiva, que se pueda discutir en el debate el tema de la Guardia Nacional y su asignación a la Secretaría de la Defensa Nacional.

No obstante, ateniéndome al acuerdo de la Mesa Directiva, quisiera abordar el tema de la Reforma Judicial y tratar de entender la motivación por la que la mayoría coloca este tema sucesivamente en la Comisión Permanente.

Ya tuve alguna luz al respecto.

Es para contestar el debate que se plantea en los medios de comunicación cuando algunos integrantes del Poder Judicial hacen declaraciones con las que no se coinciden desde los grupos parlamentarios.

Puede ser ese el motivo, se utiliza la Permanente para tener un debate de alguna manera diferido con integrantes del Poder Judicial, pero yo quisiera que pudiéramos sostener entre nosotros, aquí o en los foros, un verdadero debate y no a partir de actos de fe.

¿En qué consiste el acto de fe? En la premisa de que la elección de los juzgadores garantiza la neutralidad de los juzgadores. En eso consiste el acto de fe.

¿Qué es lo que va a garantizar la neutralidad de los juzgadores?

El que los electores, organizados como se decida organizar, voten por determinadas personas. El hecho de la discusión de los requisitos valdría la pena que fuese un tema muy explícito.

¿Queremos que los juzgadores tengan alguna profesión o ya ni siquiera pensamos que es necesario que sean abogados? ¿Deseamos que los juzgadores tengan alguna experiencia profesional o rechazamos la experiencia profesional?

El tema de requisitos es muy importante para algunos. ¿O estamos en la utopía de la justicia comunitaria de las comunidades indígenas, donde la comunidad elegía para los temas de usos y costumbres al hombre más probo, al hombre más sabio, al tatamandón, para que finalmente así se determinara la fórmula de justicia?

Vivimos en un país de 130 millones de habitantes, vivimos en un país con una estratificación social compleja.

Vivimos en un país donde la mayoría de la gente vive en áreas urbanas, ya no en áreas rurales y mucho menos en comunidades indígenas.

La utopía de la justicia indígena con usos tradicionales está muy lejos de ser lo que representa a la sociedad mexicana.

Vivimos en un país, insisto, donde el crimen organizado tiene presencia en grandes zonas territoriales y hay violencia explícita en muchas regiones de nuestro país todos los días.

Si la reforma judicial no tiene en cuenta estos elementos, se pueden tomar decisiones que, en lugar de mejorar el sistema de justicia, pongan en riesgo la estabilidad de varias regiones al propiciar que los poderes fácticos se apoderen de la estructura judicial.

Si ustedes me dicen que eso sucede ahora, lo rechazo. Sí sucede.

No es un argumento para que siga sucediendo. Al contrario, si sucede, qué grave.

Por eso hay que corregirlo de raíz. Y eso lo comparto, pero me parece que no es ninguna garantía que la elección directa lo corrija.

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