*Lejos de ser estadista
Si el presidente Andrés Manuel López Obrador pretendía llamar la atención de los medios de difusión internacional para que lo consideren como auténtico estadista, ya lo logró, pero en sentido adverso.
Para trascender a las alturas que conlleva esa consideración, se requiere que todo su pueblo lo considere como gobernante aceptado por sus obras políticas, económicas y sociales sin distingos, sin hostigamientos y mucho menos sin bravuconadas.
Pero, sobre todo, con aportaciones y propuestas globales y documentadas que conduzcan a un mejor horizonte social entre los países y no solo con simplezas de exigir producción de medicinas y dar garantías de acceso a ellas a todo el mundo sin nada a cambio.
Lo estadístico radica en ofrecer mecanismos susceptibles, guías comprobables y soluciones reales a los problemas ya probadas en el país de origen, como en su momento lo propuso el expresidente Luis Echeverría Álvarez, con el documento que elaboró y tituló “Carta de los Derechos y Deberes de los Estados”.
Lejos, pero muy lejos de ello está López Obrador y sobre todo si se reflexiona lo que acaba de publicar el periódico británico The Economist:
“México no necesita un dictador. Suenan huecas las palabras del presidente López Obrador cuando habla de erradicar la corrupción, pues le atraen más los aplausos que construir instituciones eficaces e independientes. México necesita el Estado de derecho, no un dictador”.
Esto solo por mencionar la crítica más reciente que recibe el presidente mexicano del exterior, porque hay editoriales de otros países más duros que refrendan el pronóstico del lugar que le tiene reservada la historia interna y externa.