A escasas dos semanas de las elecciones “más grandes de la historia del país”, donde cerca de 93 millones de ciudadanos hemos sido convocados reiterada y entusiásticamente, casi religiosamente para ejercer nuestro sufragio y evitarle a la patria un posible apocalipsis cívico-jurídico-político adelantado, el estilo se confunde con lo que hacían las “mayorías morales” hace 40 años.

Bien señala la sentencia atribuida al Rey Salomón: “no hay nada nuevo bajo el sol”, aunque la frase completa es sensacional, según el Eclesiastés,1:9: “¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol”.

Para aquellos que cada tercer día descubren que el mundo no es plano y que la ciencia ha tenido avances exponenciales con respecto a lo que vivíamos hace apenas tres o cuatro décadas, tanto en la medicina, como en ingeniería y en las ciencias sociales, y que no es posible echar hacia atrás el reloj por mucho que los tiempos idos nos provoquen un gran consuelo, les referiremos que:

Hoy por hoy somos 126 millones de habitantes en el país y no se puede gobernar como se hacía en el México de los 70 cuando éramos menos de 52 millones o en los 80 cuando llegamos a los 68.

Bien señala el refrán que a río revuelto ganancia de pescadores y en aspectos políticos y religiosos tal sentencia no tiene desperdicio, pues tal y como se hacía hace más de 30 años, los tele evangelizadores fundadores de las llamadas “mayorías morales”, supieron literalmente montarse en la fe de su grey y canalizar las inquietudes morales y políticas de sus seguidores en aspectos políticos, y que algunos predicadores acabaron en presidio cuando se descubrió que muchos de ellos habían cosechado dólares por millones en lugar de logros morales para la sociedad.

Las prédicas de los pastores referían que debían hacerse leyes más radicales y limitar las libertades, para que la decadencia del “liberalismo secular” destruyeran la conciencia de los miles de jóvenes desorientados, por lo que quedaba del movimiento hippie, las drogas (en pleno auge) y los conciertos multitudinarios, en donde los jóvenes se embrutecían por el consumo de drogas y los sonidos diabólicos del rock and roll.

Hace poco alguien se atrevió a invocar la conveniencia de una Constitución Moral, en donde efectivamente las creencias religiosas o las opiniones de autoridades o clérigos pudiesen tener norma de obligatoriedad, tal y como sucede en el Irán de los Ayatolas.

Y ahora resulta que como “polvo de aquellos lodos”, la participación abierta de grupos religiosos, confesionales y partidarios, se entremezclan (tal y como lo hicieron los tele evangelizadores), lo mismo para solicitar que se enseñe el creacionismo a nivel oficial, en lugar del Darwinismo, la obligación de rezar antes de iniciar las clases en la escuela, prohibir los debates y las clases sobre temas tales como el aborto, las opciones reproductivas, el feminismo, los derechos de los homosexuales y otras corrientes consideradas como ultraliberales o decadentes.

Así pues las mayorías morales tuvieron un gran impacto en su momento en las comunidades medianas y pequeñas, y tuvieron serias repercusiones en las actitudes y conductas de los políticos americanos de la época.

Y como señalamos, no vaya usted a creer que la participación de las mayorías morales quedó solamente en el anecdotario político yankee, pues está plenamente medido y demostrado, que después del Watergate y la renuncia del presidente Richard Nixon en 1974, millones de cristianos evangélicos votaron por Jimmy Carter, para presidente en 1976, lo que contribuyó de manera más que significativa para su estrecha victoria sobre el presidente Gerald Ford.

“Ese mismo año, George Gallup (people/social-sciencies-and-law/sociology-biographies/George Gallup), informó que hasta 50 millones de estadounidenses podrían describirse como evangélicos, y la revista Newsweek publicó un artículo de portada en el que nombró a 1976 como  “El año de los evangélicos”.

Pese a su indiscutible peso e influencia política, la enorme comunidad de las mayorías morales se sintió francamente decepcionada de la política, cuando el Congreso a petición de Carter aprobó la enmienda de la igualdad de los derechos sexuales y prohibió cualquier forma de discriminación a las personas por su orientación sexual.

Esto que pareciera no tener nada que ver con nosotros, pues aunque usted no lo crea sí lo tiene y mucho, pues como ya señalamos el activismo y proselitismo de grupos religiosos y abiertamente contrarios a las libertades de decisión sobre el aborto, han provocado que la ciudad de México y Oaxaca sean las únicas entidades federativas en donde el aborto no es penado, sin importar su causa.

Así pues, no está por demás reflexionar sobre los verdaderos motivos y agendas ocultas de varios partidos políticos, que con tal de jalar votos son capaces de hacer pactos y tratos aún con los grupos más retardatarios y primitivos del país.  De ahí lo ultra delicado de saber ejercer nuestro voto.

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