*Libertad de Expresión no limitación a la crítica

El sábado 7 de junio de 2025, se celebra una vez más en México, el Día de la Libertad de Expresión, derecho consagrado en los artículos, 6º y 7º de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, hecho que sin lugar a dudas traerá distintas manifestaciones de quienes integran nuestra sociedad, y no sólo de quienes se dedican al ejercicio periodístico.

La libertad de expresión, derecho irrenunciable a todo hombre libre, no sólo se limita en este momento histórico a la difusión de actos y hechos cotidianos, sino al ejercicio de la crítica como reflexión que participa en la evolución de las culturas;  la crítica, práctica subjetiva por antonomasia que realizamos editorialistas, articulistas y columnistas en los diferentes medios de comunicación existentes, es el instrumento que al materializarse se hace presente en los enjuiciamientos de los hechos plasmados en el acontecer nacional.

Más la crítica bien entendida, no únicamente se refiere a señalamientos de actos erróneamente llevados a cabo por los servidores públicos o en su conjunto el gobierno, es también la divulgación de los aciertos, que no por su atingencia deben ser aplaudidos o inflados porque están precedidos de una obligación apegadas a derecho.

Por fortuna, hay que reconocer, que esa concepción en la relación de la Prensa y Estado ha cambiado para bien, pues recordemos que en los años noventa los gobernantes hacían creer que las relaciones de Prensa y Estado debían caminar juntos para afirmar los postulados filosóficos de democracia y pluralismo, y aterrizaban la idea en voz del que fuera Secretario de Gobernación en 1993, José Patrocinio González Blanco Garrido, que dijera “ señala la prensa errores, pero también reconozca avances y aciertos”.

Pronunciamiento, que siempre quedó a medias, porque desde entonces y hasta hace pocos años, la primera parte del mismo, no fue aceptada, cuando existieron funcionarios públicos que les resulto muy molesto que fuera cuestionado su trabajo. Hechos que por supuesto les causó aberración por los críticos comprometidos con su oficio, al grado de ponerles el dedo índice como si se tratara de delincuentes. Y fue así, que los gobernantes tomaron dos caminos para resolver estos supuestos agravios, el primero, proporcionando extraordinarias dádivas a medios de comunicación y a quienes los señalaban, y segundo, infundirles temor con amenazas, muchas veces cumplida. Por fortuna esos tiempos han cambiado, aunque desgraciadamente aún se siguen dando casos aislados en sitios del país poco observados y otros tantos conocidos.

Y lamentablemente esto es cierto, el peligro que corren los periodistas críticos y de investigación, siempre ha estado latente, mientras las manos y mentes criminales se escudan bajo la impunidad de que gozan para seguir violando las leyes. Por ello, los periodistas queremos dejar de ser muchas veces marginados de las leyes, porque en todo momento se necesitan garantías para el ejercicio de nuestra profesión y sobre todo, seguridad de que se respeten nuestras vidas.

Y a pesar de esta reiterada petición como derecho, el sistema de procuración y administración justicia ha fallado y sigue fallando, pues  en los últimos 25 años han sido asesinados 158 periodistas y decenas de desaparecidos, y son pocos los victimarios que han sido condenados  por ese delito de acuerdo a la UNESCO, lo que indica un problema de impunidad. Y a pesar de la creación del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas por parte del Estado, este organismo que entró en vigor el 25 de julio de 2012 de poco ha servido, por lo que ya es hora de que se dé un vuelco a esa actitud burocrática.

La aceptación del enjuiciamiento, no como medida otorgada por la tolerancia del poder o como dádiva de éste, no debe ser desmerecida por nadie, lo que ha estado bien entendido y aceptado por los gobernantes del partido en el poder, anteriores y actuales, que constantemente han sido y son vapuleados por un sector de la prensa bien identificada, que está económicamente abandonada por el gobierno, por lo cual es enemigo, y hasta por perversos intelectuales que se han ido descubriendo a través del tiempo por sus falsedad. Y a pesar de que la mayoría de las veces, las críticas de ambos, al unísono, no están fundadas, en base a hechos coherentes y verídicos, lo peor, es que siguen pensando que eso sirve de correctivo, cuando lo único que obtienen es el escarnio de las mayorías.

Mas si fuese violada o coartada la crítica como parte del ejercicio de la libertad de expresión, se pensará que regresaron a México los condicionamientos movidos por el aparato gubernamental, como en la época de los gobiernos neoliberales, cuando la administración de Felipe Calderón Hinojosa pagó en publicidad a los medios de comunicación enlistados en ese momento 56 mil millones de pesos, mientras que Enrique Peña Nieto, pagó 66 mil millones de pesos a los mismos, más otras canonjías. Por estas causas, hubo motivos para callar muchas reprobables acciones de gobiernos corruptos y mentirosos por parte de la prensa alineada, pero eso terminó.

Mas hoy y siempre, la crítica a los actos de gobierno deberá estar presente, cuando es parte medular de la Libertad de Expresión, sin importar que quienes la emiten tengan diferentes visiones respecto al actuar gubernamental, y de la misma sociedad. Empero, por siempre, apoyemos el Derecho a la Libertad de Expresión y el Derecho a la Información. Mientras tanto, así van las cosas, que sí van bien, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

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