Me uní a ti políticamente, porque creí en tu fidelidad ciegamente. Sin embargo, alguien llegó a tus filas, rompió con eso que tú admiras, hasta acabar con todas las iniciales alegrías que inspiraron nuestra lucha por las mayorías…

No está muy lejos aquel tiempo en que irradiabas humildad política y trato humanitario, pero lamentablemente, cada vez está más cerca tu transformación latente y ya ni siquiera te dignas a recibir una llamada. Por eso, en lugar de voto te daré una patada, te mandaré muchas millas a la tiznada y te recordaré cuando vivías en la… cargada…

 

Cuando llegaron a Los Pinos, el jefe del clan gritó con tono divino: a ver quien impide llevarnos el poder por el que vinimos. Al paso del tiempo la argucia prosperó y ni el panadero que en apariencia lo tronó, pudo detener a los comparsas con que el duende construyó y lo que antes no pudo ahora se llevó.

 

Al profesor que te tendió la mano lo traicionaste, por el poder que te ofreció un enano. Así obtuviste influencia infinita, riqueza insultante y control de masas, pero nunca lograste cambiar tu apariencia, porque fealdad y crueldad siempre se llevan en la conciencia…

 

A un montón de güeras y güeros aglutinaste, sólo para formar un partido de contrastes, pues aunque argumentaste defender principios ecológicos, te quedaste en puros asuntos económicos y te olvidaste de los ideológicos...

 

Tu identidad católica me llevó a creer en ti como organismo político; confié en que tenías bondades espirituales, cuando en realidad sólo abanderas causas de los grandes capitales…

 

Cansado de tu corrupción, busqué otro partido con marcada devoción y aunque encontré uno que al principio me inspiró confianza de a montón, pronto llegó la misma desilusión…

 

Como partido político creaste instituciones de beneficio social, pero muchos de tus militantes abusaron del poder inercial y por ello el pueblo casi te manda al limbo infernal…

 

A construir tu futuro político te ayudamos, porque de tu honradez seguros estamos, pero lo único que lamentamos, es que en el Congreso tu ignorancia detenga algunos proyectos sanos...

 

Si alcalde ya fui por el voto que entre la borregada conseguí, por qué no avanzar al Congreso, si todavía cuento con ese grupo de inocentes que me apoya con embeleso...

 

Con gusto y notable regocijo acudes a tu escaño, aun cuando sabes que todo lo que ahí se hace y dice es un engaño, pero a leguas se ve que te haces el desentendido, por la riqueza y poder con que te han favorecido...  

 

Los tiempos políticos me lastiman, porque las palabras de los demagogos siento que me orinan y mejor prefiero echarme a la desidia, pues de todas maneras, ellos sólo actúan por consigna...

                                                                    

Como ayudante llegué contigo y aprendí el juego con que lograste poderío. Ahora yo al pueblo el voto pido, pero de todos me cuido porque temo que me hagan lo mismo...

 

Con el PRI estuve expectante por su corrupción lacerante. Con el PAN me frustró un Vicente Fox que no sirvió como opción y con el PRD me invade la confusión...

 

Tan emocionado y pulcro te mostraste, que no dudé con mi voto apoyarte. Pero ahora me arrepiento, porque tu petulancia la siento y yo no soporto ese aliento...

 

Aunque inicialmente apenas lograbas reunir a un puñado de seguidores, pronto se multiplicaron a tus llamados habladores. Con singular alegría esa muchedumbre te aclamó, misma que ahora pide mandarte al paredón...

 

Te vi crecer políticamente. Me sorprendió tu pronta madurez ideológica, porque así escalaste sin cesar. Lástima que ahora seas uno más de la ostentosa sociedad...

Sólo por la vía plurinominal pudiste llegar al Congreso, porque si el voto hubieras pedido, tu destino hubiera sido el calabozo...

 

Conocí a la democracia en una reunión de altura. Alguien me la presentó y me gustó. La invite a bailar y gustosa aceptó. Pero después de breve romance, alguien vino y la pervirtió...

 

Ataviado de humildad buscaste el sufragio de tu comunidad. Luego de haberla convencido para tu causa habitual, te olvidaste de ella por hartarte de caviar…

 

Te vi caminar irradiando honestidad. A tu paso político hablabas con sinceridad. Así a muchos lograste convencer, aunque ahora, con tu triunfante forma de andar, pareces enloquecer…

 

Las palabras pronunciadas en tu campaña proselitista me emocionaron tanto, que me sentí muy cerca de ti. Sin embargo, ahora que estás en el poder, acepto que con mi voto te perdí…

 

Hiciste que mis ojos se secaran, que mis manos se tulleran y que mi boca enmudeciera por la demagogia en que caíste; por lo tanto, ya no te puedo mirar, ni tampoco puedo votar por ti, porque paulatinamente asesinas a mi sentir…

 

Así como el amor embriaga de pasión por los buenos tratos, tu discurso político me emborrachó, pero así como las traiciones matan sentimientos, tu demagogia me enterró…

 

Te di mi voto porque confié en su honestidad; ahora te lo retiro, porque usurpaste mi identidad y traicionaste mi voluntad…

 

Aunque la duda me embarga, siempre serás mi partido político y aunque tu rebeldía me asusta, siempre estaré para apoyar tu astucia…               

 

Si alguna vez fuiste fuente de mi inspiración política, ahora eres arroyo de mi amargura ínclita…

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