Para contribuir a solucionar el problema de la escasez de agua en las grandes ciudades y sus consecuencias, las azoteas verdes o sistemas de naturación urbana pueden ser una estrategia eficaz.

Un grupo de investigadores de la UNAM promueve desde hace dos décadas este concepto ambiental, que además de adicionar permeabilidad, hace que el agua retorne a la atmósfera por evapotranspiración y fomenta el crecimiento de áreas verdes.

Estas azoteas verdes tienen su origen en la milpa, concepto agrícola mesoamericano también conocido como policultivo. Una de sus virtudes radica en la ayuda que las plantas se proveen a sí mismas; por ejemplo, con la diversidad vegetal el riesgo de las plagas disminuye, afirmó Jerónimo Reyes Santiago, del Jardín Botánico del Instituto de Biología.

Pueden ser de bajo o nulo mantenimiento, y la viabilidad de esta propuesta se ha demostrado en la Coordinación de la Investigación Científica, en Ciudad Universitaria, donde desde 2013 se estableció un jardín con esas características.

El aporte científico y tecnológico de los universitarios radica en las azoteas verdes con plantas suculentas (del latín succulentus, jugoso) de los géneros Echeveria y Sedum, además de otras crasuláceas, cactáceas, agaváceas y nolináceas, como nopales, magueyes, órganos, siemprevivas y amoles.

Las crasuláceas absorben dióxido de carbono y proporcionan oxígeno, función natural de las plantas, y captan partículas de metales pesados en los grandes conglomerados urbanos, como la CdMx.

Si las edificaciones urbanas aún no cuentan con un sistema de captación de agua pluvial, hay que buscar opciones, como las azoteas verdes, para conservar este recurso, reiteró.

Servicios ambientales

Ante la necesidad de áreas verdes, el biólogo considera que la última opción para Ciudad de México es fomentar la creación de jardines en las azoteas, con plantas resistentes a la sequía que capten dióxido de carbono de manera eficiente y provean oxígeno.

La falta de áreas permeables para infiltrar el agua es otro problema en las metrópolis, que puede resolverse con este tipo de proyectos. En las urbes, explicó, el agua de lluvia va hacia los drenajes, que al saturarse ocasionan inundaciones; con las azoteas verdes se retiene y retarda el volumen de la escorrentía y una parte de ella se evapora, por lo que retorna al ciclo hidrológico.

Un estudio de Eréndira Arellano Leyva, candidata a doctora en Ciencias de la Tierra, reportó que las azoteas verdes permiten retener 60 por ciento del agua de lluvia, dependiendo de la intensidad de cada evento.

Un grupo coordinado por Margarita Collazo Ortega, de la Facultad de Ciencias, encontró que además de absorber dióxido de carbono y proporcionar oxígeno, función natural de las plantas, las crasuláceas captan en los grandes conglomerados urbanos partículas de metales pesados como plomo, vanadio, mercurio, zinc, cadmio y cromo, que proceden de la actividad industrial y de los vehículos automotores.

También hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAPs), sustancias químicas que se forman durante la incineración incompleta del carbón, el petróleo, el gas, la madera, la basura, el tabaco y la carne asada al carbón, entre otras sustancias orgánicas.

Otra investigación de Arellano Leyva, en colaboración con Reyes Santiago y expertos del Laboratorio de Análisis Ambiental de la Facultad de Ciencias, concluyó que las azoteas verdes retienen el plomo y las HAPs que contiene el agua de lluvia (sus efectos en la salud humana pueden ser en extremo tóxicos y cancerígenos, respectivamente).

“Si la ciudad contara con algunas hectáreas de azoteas verdes, estas partículas en el aire disminuirían, pues las suculentas son capaces de recogerlas, desintegrarlas e incorporarlas al sustrato”. Estas evidencias científicas bastan para mejorar y aumentar las áreas verdes en las calles y promover las azoteas verdes, acentuó.

El universitario apuntó que “a diferencia de las plantas con hojas, que ‘respiran’ cuando hay luz, las suculentas lo hacen de noche: absorben dióxido de carbono y emiten oxígeno para no perder agua”.

Los investigadores de la UNAM sugieren que las plantas que integren las azoteas verdes sean endémicas de México y no exóticas, pues demandan grandes cantidades de agua o son invasoras.

Tras años de investigación, Reyes Santiago decidió utilizar crasuláceas en las azoteas porque esas áreas citadinas son similares a las zonas áridas, donde la vegetación se ha perdido y la radiación solar es alta; además rebota en los vidrios de las edificaciones y es absorbida por el pavimento. “Las grandes ciudades son como un comal caliente y las plantas con hojas sufren estrés hídrico constante”, concluyó.

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