Por Jorge Meléndez Preciado

Para el gran Juvenal González y su militancia lúdica

El lunes 7 de este mes fue un día de pesadilla para millones de capitalinos. Más, como siempre ocurre, para los amolados económica y físicamente, aunque en esta ocasión hasta los que viven en zonas boyantes como Santa Fe o viajan por diversos motivos, también sufrieron las de Caín. Ello porque ocurrió una demostración de taxistas que pararon sus unidades en diferentes puntos de la ciudad, ostensiblemente en Paseo de la Reforma. El fin: protestar contra las empresas que usan aplicaciones digitales para trasladar pasaje en esta capital.

El otorgamiento de licencias para taxis aquí ha sido lo mismo una regalía para algunos que un negocio para personajes influyentes. Se sabía: cuando fue regente Carlos Hank González, le regalaba cuatro juegos de placas a los periodistas que cubrían la fuente del entonces Distrito Federal. También que grupos políticos y ex funcionarios de gran nivel de esta megaurbe poseen cientos de vehículos que circulan recogiendo el pasaje, sobre todo indispensable en las mañanas que los niños y adolescentes van a la escuela.

Aseguran varios choferes que el Grupo Panteras hace lo que les viene en gana: se pasan altos, cobran de más, maltratan a las damas, etcétera porque están en contubernio con las autoridades. Algo parecido a lo que vemos con los camiones, quienes toman calles, atropellan ciudadanos y se dan vuelta donde quieren sin mayor sanción. ¿Y las incorruptibles autoridades?

Entre quienes andan manejando encontramos de todo: lo mismo personas que se dejaron seducir que serían empresarios pequeños y perdieron casi todo, quienes pidieron su baja en su trabajo y están ahora trabajando más de 12 horas para salir adelante y los que son manejadores y tienen que dar una cuenta diaria. Hay, no obstante, los tarjetones con nombre y foto, quienes abusan del usuario y el taxímetro lo tienen arreglado para cobrar más, sin que las denuncias tengan ninguna consecuencia. Así como existen los muy decentes y honrados.

Como hemos señalado, un grupo pequeño se enriquece y la mayoría vive con el Jesús en la boca. Y además, tienen que pagar diversos servicios: la tenencia, el reporte médico más otras cuotas, aparte de extorsiones anuales y diarias.

No la tienen fácil la mayoría de los 150 mil choferes (o más), lo cual se agravó hace cinco años con la aparición de Uber, a la que se han sumado Didi, Cabify y Beat. Agréguele que hace ocho años las tarifas continúan iguales. Y también que en los pasados tres sexenios se les obligó a cambiar de color sus autos por las arbitrariedades y/o negocios de los señores que dirigieron la capital.

Algunos de los taxistas, me consta, daban tarjetas con números telefónicos para que el usuario llamara y pudieran quienes estaban coaligados llegar lo más rápido, queriendo hacer competencia a las plataformas. No les dio resultado porque su tecnología es pobre ante los que tienen el apoyo de los grupos extranjeros.

Es cierto, los que están en los nuevos tiempos en general son más amables, utilizan el GPS, llegan en ocasiones más rápido- aunque no saben utilizar los caminos poco conocidos- y sus autos se encuentran en mejores condiciones. Pero también recordemos que algunas muchachas fueron violadas en esos servicios que aparentemente son más seguros.

En algunos estados, como Puebla, el servicio de alquiler es sin taxímetro y cobran los que les da la gana.

Los que también pararon y tienen una tarifa desmedida son los aeroportuarios o de centrales camioneras.

El asunto no es sencillo, pero es indispensable corregir los múltiples errores de hace sexenios. No será posible de una sola vez, pero es indispensable hacerlo. Y buscar que los choferes, por ejemplo, tengan posibilidades de sindicalizarse, evitar que los grupos políticos medren con ellos y hacer que la circulación sea más ordenada.

De otra forma, los problemas entre unos y otros volverán a estallar y el público seguirá pagando las consecuencias de los viejos caciques y de las nuevas aplicaciones.

  1. Felicidades a la valiente, honrada y siempre combativa Rosario Ibarra de Piedra por la presea Belisario Domínguez, que estaba muy devaluada y vuelve a brillar. ¿Qué dirá ahora el grupo Monterrey?

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@jamelendez44

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