Vigilantes de las dos regiones marinas que custodian la tierra firme de México, los buques oceanográficos de la UNAM “El Puma” y “Justo Sierra” están equipados para realizar investigación científica marina y posibilitan la recolección de muestras, información y análisis inéditos para enfrentar el reto de conocer las aguas que rodean al país.

“El Puma”, que se construyó e inició operaciones de 1981 a 1982, se ubica en Mazatlán, Sinaloa, del lado del Océano Pacífico, una amplia zona que incluye los golfos de California y Tehuantepec, recordó la investigadora del Instituto de Geofísica (IGf) y titular de la Coordinación de Plataformas Oceanográficas (COPO) de la UNAM, Ligia Pérez Cruz.

Del otro lado del mapa está el “Justo Sierra”, que tiene su base en Tuxpan, Veracruz, el cual se construyó y comenzó funciones de 1982 a 1983 en el Océano Atlántico, región que se suma al Golfo de México y al Mar Caribe.

El desafío es mayúsculo: indagar los mares de una nación que cuenta con una superficie oceánica mayor (65 por ciento) que terrestre (35 por ciento), según datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT).

La ubicación geográfica estratégica entre dos vertientes marinas permite explicar la vasta diversidad biológica y ecosistémica que reúne una gama de recursos y ecosistemas que, en términos de litorales y superficie, confiere a México el lugar 12 entre las naciones mejor dotadas del mundo. Administrativamente se reconocen dos regiones: el mar territorial y su zona económica exclusiva, se lee en la página electrónica de la dependencia federal.

Para estudiarlos, desde hace más de cuatro décadas “El Puma” y “Justo Sierra” han navegado 5,096 y 5,316 días, respectivamente, informó Pérez Cruz. “El océano abarca más del 70 por ciento de la superficie de la Tierra, con profundidades de casi 11 mil metros. Su papel es esencial en la regulación del clima, por su gran capacidad calorífica”.

Al ofrecer la conferencia Los buques oceanográficos de la UNAM: su papel en el desarrollo de la investigación científica marina en México, realizada en el auditorio Ricardo Monges López, del IGf, la científica experta en paleoclima puntualizó que en el océano y fondo marino ocurren diversos procedimientos que afectan al sistema terrestre.

“Los procesos geológicos, físicos, biológicos y químicos interactúan e influyen en el sistema climático, así como en diversos ciclos, como el ciclo global del carbono, y dan lugar a sistemas biológicos únicos. Es importante conocerlos para entender la importancia del océano y el lecho marino en el sistema terrestre, que al mismo tiempo sirva para proporcionar información en beneficio de la sociedad”, destacó.

Pérez Cruz dijo que los océanos albergan la biomasa que alimenta a miles de millones de personas en el mundo; además, son el medio de importantes rutas para el comercio, recreación y defensa nacional.

En tanto, las rocas y sedimentos que tapizan el fondo oceánico son registros de la evolución de la Tierra y del clima; también se encuentran vestigios arqueológicos de la civilización humana.

La científica apuntó que el trabajo en los buques ayuda a investigar sobre el control del clima, pesquerías, registros de evolución de la Tierra, arqueología marina, condiciones ambientales y circulación oceánica, entre otros temas de relevancia, así como a colaborar con Petróleos Mexicanos y la Secretaría de Marina, por ejemplo.

“El Puma” y “Justo Sierra” han realizado, cada uno, 378 campañas de investigación en altamar y recorrido, por separado, más de 700,000 millas náuticas.

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