Con una técnica capaz de identificar la composición química de diversas muestras provenientes de rocas, metales, polvo, tejidos y sedimentos, Rufino Lozano Santa Cruz, técnico académico del Instituto de Geología (IG) de la UNAM, estudia los ingredientes básicos de materiales y sustancias.

El experto utiliza la fluorescencia de rayos X (FRX), con la cual realiza un análisis químico de los elementos comprendidos entre el flúor y el uranio.

Consiste en emisión de rayos X secundarios (o fluorescentes) característicos de un material que ha sido excitado al ser “bombardeado” con este tipo de radiación de altas energías o rayos gamma. Es empleada para análisis elemental y análisis químico, particularmente en la investigación de metales, vidrios, cerámicos y materiales de construcción, así como en la de geoquímica, ciencia forense y arqueología.

Se trata de un método analítico para determinar la composición química de: sólidos y líquidos, planteó Lozano Santa Cruz, integrante del Laboratorio Nacional de Geoquímica y Mineralogía (LANGEM), instancia adscrita al IG.

Al ofrecer la conferencia “La FRX como método de análisis elemental de materiales de origen geológico: alcances, limitaciones y aplicaciones”, como parte del Seminario del Departamento de Química Analítica de la Facultad de Química de la UNAM, el científico precisó: es un método “que suele ser rápido, exacto y no destructivo, y requiere preparación de muestras cuando se buscan resultados cuantitativos”.

En el auditorio del edificio B de esa entidad académica añadió: sus campos de aplicación son amplios, incluyen a las industrias metalmecánica, cementera, minería, mineralogía y geología, el reciclado de materiales, análisis ambiental de aguas y desechos industriales, productoras de aceite y gasolina, polímeros y plásticos.

Dos aplicaciones

El responsable del Laboratorio de Fluorescencia de Rayos X en el LANGEM, manifestó que ha sido de utilidad para el monitoreo de la composición química de cenizas y líticos (residuos de roca) del volcán Popocatépetl.

De mayo a julio de 2013, su actividad se incrementó significativamente, y en sus cenizas se elevó la acidez de los materiales expulsados, recordó.

En los días posteriores, y debido al descenso de la concentración de silicio en las cenizas, el comité científico que asesoró al Centro Nacional de Prevención de Desastres modificó la alerta amarilla fase 3, que se redujo a fase 2.

En otro estudio, Lozano Santa Cruz comentó que, en 2020, debido a la disminución de tránsito vehicular en la Ciudad de México, por cortes de circulación por la pandemia de COVID-19, bajaron los niveles de plomo, zinc, cobre y azufre en los polvos depositados a ras de suelo.

Las concentraciones de estos elementos registraron incrementos en fechas específicas, cercanas a las fiestas tradicionales en las cuales se eleva el flujo de vehículos en la capital del país. “El azufre tuvo un comportamiento semejante al plomo, que evidenció concentraciones, pero a partir de enero de 2021 tuvo un ascenso extraordinario, asociado posiblemente al cambio de combustible en las plantas termoeléctricas ubicadas al norte de la Ciudad de México, lo que sugiere un aumento en el consumo de combustóleo”, señaló.

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