Por Paula Bertolini

(dpl news) Barcelona.- Con el avance de la tecnología con nuevas incorporaciones de Inteligencia Artificial (IA) surge el debate de la ética, los impactos negativos y cómo deben abordarlos los gobiernos.

Para Gabriela Ramos, subdirectora General de Ciencias Sociales y Humanas de la Unesco, las administraciones deben entender la tecnología sumando capacidades para después pasar a la discusión regulatoria.

“El tema fundamental que nos estamos enfocando, donde los países latinoamericanos están tomando la vanguardia, es tener las capacidades en los gobiernos, más allá de la regulación. Cualquier regulación va a caer en desuso si no tienes las capacidades profesionales y las competencias en los gobiernos porque son tecnologías muy complejas. Tienen que ser un modelo de gobernanza, de competencia y capacidades”, dijo Ramos en entrevista con DPL News, en el marco del MWC 2023.

Explicó que, en IA, Europa decidió que querían adoptar un enfoque basado en control de riesgos, definir cuáles son las tecnologías que tienen más riesgos e imponerles más controles.

“Ese no es el enfoque que escogimos en la Unesco, que es el esfuerzo más amplio del mundo porque la recomendación de la ética de la IA de la Unesco tiene 193 signatarios y América Latina fue uno de los grupos negociadores más sólidos y coordinados. Aunque es una recomendación, importa organizar la discusión y la narrativa, para luego avanzar en acciones concretas”.

Agregó que los gobiernos deben entender la tecnología y sus impactos negativos, y asumir su papel. “Muchas veces me dicen que voy a controlar a las grandes plataformas, y Unesco no lo va hacer, y si las grandes plataformas están aprovechando los espacios de vacío regulatorio es lo que hacen las empresas, es el gobierno deben asumir su deber de cuidar y reforzar el estado de derecho”, sostuvo Ramos.

Para América Latina, el desafío está en cómo maximizamos los impactos positivos. “Porque estas tecnologías son impresionantes. Al final del día, cómo hacemos para que no sea sólo una discusión tecnológica sino una discusión social”.

Consultada por si con la irrupción del ChatGPT, la ahora aplicación más famosa de IA, aceleró la decisión de los gobiernos de trabajar en regulación y recomendaciones, Ramos sostuvo que “es uno de los desarrollos más sofisticado, pero es uno más”. Aunque aclaró que “es un buen llamado de atención” para la discusión de la ética. “ChatGPT es una maravilla, pero necesitamos controlar lados negativos, y necesitamos informar”.

Para Ramos, la discusión de la ética de IA va sobre todo en los algoritmos que tienen mayor relevancia para la toma de decisiones. “Lo importante es que los ciudadanos entiendan que más decisiones se están llevando a cabo con IA. A mí me preocupa que los gobiernos empiecen a utilizar tecnologías que no son éticamente sólidas para decidir quién se admite a la universidad o a quién se le da una oportunidad de un trabajo.

Porque fue tomado por una IA. Si el mundo es desigual e inequitativo y eso se transfiere a estas tecnologías que están siendo desarrolladas por los mismos cerebros que tenemos en el mundo en esta situación, lo que hacemos es estar exacerbando la situación a un algoritmo. Hay que tener conciencia sobre eso”, concluyó.

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