AGUASCALIENTES, Ags., sábado 25 abril 2020.- Hoy contextualizaremos, a manera de prefacio, nuestro tema de ayer, “el lado oscuro de la prensa”, con una anécdota de reportero policiaco:

Cierto día del 1984 me llamó a su oficina don Mario Santaella y de la Cajiga, presidente y director general del periódico La Prensa, para pedirme que investigara la misteriosa desaparición de mucho dinero de la caja de la cooperativa.

Me apoyé en mis fuentes policiacas, en aquellos años al mando de Victoria Adato de Ibarra en la Procuraduría, a quien al año siguiente, después de descubrirle en su vehículo a un detenido torturado, le hallarían también a varios colombianos encerrados en el subterráneo de la Procuraduría, que se vendría abajo con los terremotos.

José Trinidad Sánchez era su director de la Judicial y algunos de sus ocho comandantes, al menos dos que tres de ellos, excelentes policías, como don Rafael Naranjo Tejeda y don Pepe Aranda, el papá de José Luis Aranda Zorrivas, aquel que detuviera a Alfredo Ríos Camarena y años después, además de andar en lo de Colosio y Ruiz Massieu, fuera también jefe de la Judicial con Andrés Manuel López Obrador en la Jefatura de Gobierno; y los hermanos Leonel y Javier Islas Rueda, entre otros, a quienes extiendo sincera disculpa por la desmemoria.

A José Luis Villuendas no, porque además de que le ayudara a resolver un triple homicidio en la Lagunilla, un día permitió que su gente intentara espantarme poniéndome la pistola en la cabeza.

Además, era un pillo… Las cajas de las dos cooperativas periodísticas de entonces, la de La Prensa y la de Excélsior, eran las que ofrecían a sus reporteros los mejores salarios. Nunca el periodismo vivió, ni volvió a vivir, tal esplendor de dignidad salarial. Eso lo sabemos muy bien quienes fuimos socios cooperativados.

Dos años atrás, en 1982 el loco de José López Portillo nacionalizaría la banca, que para  autorizar créditos exigía a las empresas buscaran en la Bolsa de Valores otras opciones de financiamiento. (Se creó una burbuja artificial que estallaría cinco años más tarde, con el Crack, que me sorprendió en El Universal, cuando Luis Enrique Mercado coordinara nuestras inversiones, las de reporteros, y las perdiéramos).

Entonces, de 82 a 84, muchas empresas metían dinero a la bolsa una semana y lo sacaban a la siguiente, con grandes ganancias inmediatas.

En La Prensa, alguien tomaba “prestado” el dinero de la caja de los cooperativados y lo colocaba semanalmente en la Bolsa, hasta que un día ya no regresó.

Por cierto, una línea sobre los principales responsables de aquella operación fraudulenta, aparecen en un dato de mi nota de ayer, pero sin nombres, claro.

Cuando terminé mi investigación don Mario Santaella y de la Cajiga me preguntó: “Muy bien, Pollo, buen trabajo. ¿Qué quieres de premio, pide lo que quieras?” No le pensé mucho, por supuesto, habían sido ya muchos años en la fuente policiaca y merecía algo menos estresante, no tan infernal.

Pedí las fuentes empresariales y así llegué a los congresos como el de la Alalc (Asociación Latinoamericana de Libre Comercio) de hasta ocho días en Acapulco y una convención bancaria a la semana siguiente ahí mismo, alternando con nuestros queridos amigos y compañeros reporteros Carlos Pozos, de El Heraldo; Martín Moreno, de Ovaciones; y por El Sol de México, con Néstor Gil. 15 días ininterrumpidos en El Princess.

Ahh, qué descanso, de langosta y white wine cotidianos, pero el paraíso también aburre… Continuamos con el pendiente tema de La Prensa, sobre cómo el poder político, en este caso, el del inefable Carlos Salinas de Gortari, apadrinó ahí operaciones siniestras que afectaron a 400 familias de cooperativados.

Por supuesto, es la relatoría de nuestro respetado compañero Augusto Cabrera Mondragón, en su comunicado de prensa del 5 de marzo pasado:

“Como se recordará, a mediados de 1993, los bienes tangibles e intangibles de la cooperativa que editaba el periódico La Prensa, supuestamente fueron vendidos al ex banquero Carlos Abedrop Dávila (+) y al Grupo PRISA (propietario, entre otros, del diario español El País), en 90 millones de dólares, suma que no ingresó a las arcas de la cooperativa y que, por lo mismo, no fue repartida como finiquito entre los cooperativistas, a quienes se nos hizo creer todo lo contrario.

En esa operación cerrada en junio de 1993, resultó que los reales adquirientes de los bienes de la cooperativa no fueron Abedrop Dávila-Grupo PRISA (como se anunció públicamente), sino la novel empresa bautizada como Editora La Prensa, S.A. de C.V., constituida un mes y medio antes (mayo) por cuatro socios cooperativistas: Mario Santaella de la Cajiga (+), su hijo Mario Santaella Herrera (+), Carlos Peláez Fuentes y Augusto Emilio Corro Ortiz, Director General, Gerente y Presidente del Consejo de Administración de la cooperativa, y Subdirector de La Prensa, respectivamente.

Consta en actas notariales (y en autos en el grueso expediente que ha conformado la ahora Fiscalía General de Justicia de la CDMX), la sociedad anónima Editora La Prensa no podía adquirir los cuantiosos bienes de la cooperativa, pues su capital social lo constituían sólo $100,000.00 pesos, que es el valor que Abedrop Dávila-Grupo PRISA pagó por la totalidad de los bienes, tangibles e intangibles de la cooperativa.

Sin embargo, se informó a los socios –y al público en general--, que habían pagado 90 millones de dólares, que –afirmaron-- fueron repartidos entre los cooperativistas, aunque no hay constancia de su ingreso a las cuentas de la sociedad cooperativa.

Atentamente,

COOPERATIVISTAS DE EDITORA DE PERIODICOS, S.C.L”.

LA COSA ES QUE…

A cada una de las 400 familias de cooperativados de La Prensa el salinismo amparó el robo en esa operación de nada menos que cinco millones 625 mil pesos, si se consideran los 225 mil dólares que por 400 suman 90 millones de dólares, que fueron los que se pagaron en aquella operación. Pronto volveremos al tema, ahora con el despojo primera parte, el de Echeverría, a Excélsior; qué tal.

Save
Cookies user preferences
We use cookies to ensure you to get the best experience on our website. If you decline the use of cookies, this website may not function as expected.
Accept all
Decline all
Analytics
Tools used to analyze the data to measure the effectiveness of a website and to understand how it works.
Google Analytics
Accept
Decline
Unknown
Unknown
Accept
Decline