*Hagamos todo para que no haya ninguna Fátima más

¿Alguna vez les han dicho que pegan como niñas?, compañeros. ¿Alguna vez se los han dicho?, ¿sí? ¿Alguien de los que están aquí les han dicho que, corren como niña? ¿Alguna vez les han dicho, ay, no llores, pareces niña?

Levanten la mano.

Estas frases las hemos escuchado muchísimas veces a lo largo de nuestra vida y lo peor es que son frases que pareciera que quieren agredir a una persona, porque cuando le dices a alguien que no llore, que parece niña, pareciera que quieres ofenderlo o agredirlo, ¿por qué? Porque todo aquello que está relacionado con las niñas son sinónimo de debilidad, de delicadeza y pareciera que es algo malo parecer niña.

¿Por qué? Porque nos han educado con estereotipos de roles de género, y parece vergonzoso todo aquello que se asocia como niña.

Y, por supuesto que tenemos que trabajar para derribar estos estereotipos de roles de género, por supuesto que tenemos que resignificarlos y hacer un ejercicio para reconocer realmente cómo son las niñas en nuestro entorno, porque las niñas son valientes, son inteligentes, son capaces, entonces decir que alguien pega como niña o que lucha como niña, tendría que ser sinónimo de valentía.

Y eso, por supuesto que tenemos que cambiar, pero hay una cosa que tenemos que cambiar con mayor compromiso en este país y es la realidad que enfrentan las niñas en México.

Yo no sé si ustedes saben, pero ser niña y ser niño en México no es lo mismo, las niñas sufren más desigualdad, más violencia y más discriminación.

En México hay 19 millones de niñas y adolescentes, y de ellas, 15 %, es decir, 7 de cada 100 realizan trabajo infantil; una, una de cada cuatro niñas es tocada; cuatro de cada diez van a sufrir algún tipo de violencia a lo largo de su vida; seis de cada diez van a ser discriminadas por el simple hecho de ser mujeres; nueve de cada diez van a ser acosadas en la calle; y una va a ser asesinada todos los días.

En México se cometen once feminicidios diarios y uno de ellos se comete hacia una niña.

No voy a profundizar más en la realidad tan compleja que viven nuestras niñas en México, pero me voy a permitir leer un pequeño fragmento del libro de “Mexicanas en Pie de Lucha”, que dice todo sobre la realidad de las mexicanas y niñas en nuestro país.

Voy a leer un fragmento de lo que le pasó a Fátima y me gustaría que lo escucharan.

Los últimos minutos de Fátima. Lorena nunca tuvo la fuerza para ver el cuerpo de su hija después de su asesinato, tampoco quiso los detalles, fue hasta en una de las audiencias del proceso contra Luis Ángel y “El Pelón” que se enteró de todo lo que vivió Fátima antes de ser asesinada.

Lorena comienza a narrar de memoria la declaración del forense, se le grabó con sólo escucharla una vez. En definitiva, no era como memorizar o declamar un poema; sin embargo, cada palabra dicha por el perito se clavó profundamente en su memoria.

Los hermanos Atayde Reyes interceptaron a Fátima a dos metros de su casa: primero, le hicieron una cortada en la cara, una más en el cuello, ambas de diez centímetros, esas primeras heridas fueron superficiales.

En el trayecto al lugar donde fue asesinada le cortaron el cuerpo cerca de 90 veces, esas heridas también fueron superficiales, eran piquetes de sometimiento.

Le abrieron el pecho 30 centímetros y le cortaron las entrepiernas 10 centímetros, le dislocaron los hombros, las muñecas y los tobillos.

Le sacaron un ojo, le tiraron todos los dientes, fue violada vaginal y analmente.

Mientras Lorena narraba los últimos minutos de vida de su hija, unos ojos se llenaban de lágrimas que luchaban por no desbordarse, el agua se tambaleaba en la orilla del lagrimal mientras sigue recordando las palabras del perito.

A Fátima le introdujeron por el ano un instrumento de bordes irregulares que le destrozó por dentro, hasta ese momento la niña de 12 años aún no perdía la vida.

Fátima trató de cubrirse la cara con las manos y detener el peso de las piedras que le arrojaban. Una piedra de 36 kilos y dos más de 32 kilos, por las cuales se declara su muerte por traumatismo craneoencefálico severo y por exposición de esa masa encefálica.

Fátima fue arrastrada dos metros hasta la zanja y fue semienterrada.

Fátima no fue una guerrera.

Fátima tuvo mucho miedo, siempre quiso regresar, todo el tiempo estuvo pensando en nosotros.

Fátima no fue una guerrera, ella quería vivir.

Eso de ser guerrera es una estupidez.

De acuerdo con la narrativa forense el cuerpo de…

Fátima presentó rastros de violencia sexual, rastros de mutilaciones, violencia extrema y, además, fue expuesto en un lugar público, el cuerpo de la niña de 12 años cumplía con al menos tres puntos claves que determinan legalmente la existencia de un feminicidio y aun así las autoridades decidieron en un primer momento registrarlo como un homicidio doloso.

Siete años para que Fátima encontrara justicia.

La mejor forma de conmemorar el “Día Internacional de la Niña”, desde este Senado, es hacer todo lo que está en nuestras manos para que no haya ninguna Fátima más.

11/10/2023