Reacio a escuchar las voces que le piden, exigen y claman el cese de discursos electorales en franco y abierto apoyo a Claudia Sheinbaum Pardo, su candidata presidencial, el presidente Andrés Manuel López Obrador colmó el ánimo de los obispos de la Iglesia Católica, quienes están respondiendo con la misma moneda en sus homilías…
Esto ya se analiza con mayor frecuencia en desayunaderos políticos de todo el país, donde se considera que don Andrés está metido de lleno en el proceso electoral, pero provoca mayores enconos cuando adopta posición retadora al acusar al Tribunal Electoral de inquisidor y cuando se les va a la yugular a los dirigentes políticos que le dicen violador de todos los preceptos constituciones en materia electoral…
A esto último, el inquilino de Palacio Nacional responde que así se le pretende acallar y prohibir su derecho a la libertad de expresión, argumento que también ha llamado la atención de investigadores académicos y estudiosos en materias de psicología, motivados por la historia de oposición que arrastra su andar por los pasillos de la política…
Bueno, pero lo que más llama la atención, es lo que López Obrador ha provocado en la Iglesia Católica, religión que no profesa, y solo es cuestión de analizar lo que publicó el periódico La Jornada en su primera plana del pasado 27 de marzo…
“Llama el clero en Guanajuato a no sufragar por Morena. Postura del arzobispo de León; en otras diócesis, talleres para orientar el voto. Alma Alcaraz, candidata a la gubernatura, pide a la Iglesia respetar el proceso”…
Así las cosas, nadie puede negar que el proceso electoral más importante de la historia del país está registrando escenarios muy interesantes, pero con riesgos de producir capítulos indeseables…
Que quede para la reflexión…