*1911-2023 del nacimiento y muerte de la democracia

El 5 de febrero se conmemorarán los 106 años de la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, misma que según sus autores serían los lineamientos que nos brindarían los conceptos y ordenamientos para lograr unidad, integración, identidad y los fundamentos básicos para avanzar a una sociedad justa e igualitaria.

Como antecedente  muy importante vale la pena recordar que ante la dimisión de Porfirio Díaz y la elección extraordinaria de octubre de 1911 que llevó a Francisco I Madero a la presidencia de México,  la debilidad de éste frente a los Porfiristas y el incumplimiento de las promesas hechas en campaña, provocaron levantamientos en contra de su gobierno incluido Emiliano Zapata, quien había sido su aliado y el 9 de febrero de 1913 se produjo el “Cuartelazo” con que inició la “Decena Trágica” y el presidente Madero fue asesinado el 22 de febrero.

Victoriano Huerta ocupó la presidencia por 17 largos meses en que dispuso del país como si fuera su propia hacienda, con la descarada y franca colaboración y apoyo del embajador de los Estados Unidos Henry Lane Wilson, quien ante las peticiones y demandas de los gobiernos de Cuba, Chile y Japón para que se respetara la vida del presidente y vicepresidente mexicanos, argumentó que “él no podía interferir en los asuntos de México”. Aunque sin mediar declaración de guerra de Estados Unidos al gobierno mexicano, el 21 de abril de 1914 los gringos (Green coats) invadieron el puerto de Veracruz donde permanecieron hasta noviembre del mismo año, y se retiraron porque en agosto habían iniciado las hostilidades de la Primera Guerra Mundial.

Literalmente “nos salvó la campana”.

Huerta fue depuesto por Carranza y los mexicanos continuarían la matazón y destrucción.

El 9 de octubre de 1915 Uruguay, Argentina, Chile, Brasil, Bolivia y Estados Unidos en Washington reconocen el gobierno del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. “Como respuesta a esto, la madrugada del 9 de marzo de 1916, Francisco Villa organizó un ataque al poblado de Columbus, Nuevo México, en el que abatió la guarnición militar establecida. En consecuencia de esto; el gobierno norteamericano intervino nuevamente en México, con el fin de capturarlo vivo o muerto; a esta intervención se le conoce como La Expedición Punitiva, que culminó sin lograr la captura del General Villa”*.

Venustiano Carranza, convocó a la elaboración de la nueva Constitución del país.

Mientras los diputados constituyentes deliberaban en Querétaro, Villa y Zapata los amenazaron con colgarlos uno, y quemarlos en leña verde el segundo. Así de ameno y civilizado fue el proceso para elaborar la Carta Magna.

Ahora en pleno 2023, atestiguamos que un émulo de Victoriano Huerta se atreve a decir desde Palacio Nacional, franca, pública, mediática y descaradamente: “a mí no me vengan con el cuento que “la ley es La Ley”.

La historia de este país está más que harta, fastidiada, cansada, sufrida e indignada con la mentalidad caligulesca de los presidentes de México. Y los héroes caen por otros redentores; Emiliano Zapata fue asesinado por Carranza. El “barbas de chivo” y Pancho Villa por Obregón, éste a su vez por Plutarco Elías Calles, fundador del Maximato, que continuó en la vida pública con tres presidentes “nopalitos”. Corcholatas les llaman hoy.

Calles tachó de “nopalito” (por baboso) a Pascual Ortiz Rubio e hizo mofa del mismo: “el que vive en esta casa/ es el señor presidente, pero el señor que aquí manda/ vive en la casa de enfrente”**.

Cuando nombró al cuarto nopal, Lázaro Cárdenas del Río; “la criada le salió respondona” y desterró al general Calles en pijama a San Diego California, Estados Unidos, y corrió a todos los callistas del gobierno.

El presidente Manuel Ávila Camacho dejó en la Secretaría de Guerra a Cárdenas, quien continuó dando guerra como un “chivo en cristalería” hasta que llegó Don Miguel Alemán Valdés a la presidencia y lo primero que hizo fue licenciar por centenas a los generales e iniciar un gobierno civil, industrial y con proyección de futuro. Por supuesto para nada exento de los mismos vicios que se venían arrastrando desde la Revolución y anteriores.

Desde Adolfo Ruíz Cortines, Adolfo López Mateos, las cosas se mantuvieron medianamente tranquilas hasta que Gustavo Díaz Ordaz, siguiendo las enseñanzas de su jefe Maximino Ávila Camacho, resolvió los problemas de los “chamacos revoltosos” a balazos en 1968, permitió la llegada del autonombrado “Paladín del Tercer Mundo”; Luis Echeverría, quien nunca resolvió el “halconazo” de 1971 y la sociedad creció no sólo en número sino en indignación frente a los abusos y simulación del gobierno.

José López Portillo bien intencionado pero frívolo y desencaminado, provocó una crisis que llegó a Miguel De La Madrid y Carlos Salinas, quien resolvió el problema en el más grande reacomodo económico del país, al lograr una asociación con Estados Unidos y Canadá que es lo que ha mantenido a este país a salvo de muchas desgracias.

Luego Ernesto Zedillo y sus errores provocaron la saturación social y cambio de mentalidad, para lograr una transición a otro régimen, con otro partido político al que dejara Calles, pero sumadas la inexperiencia con la locura que da el poder, Vicente Fox y Felipe Calderón, convirtieron a México en otro campo de oportunidades para empresarios serios al igual que saqueadores y farsantes. Pese a este rápido y superficial repaso histórico, ninguno… ninguno de los mandatarios se salva de haber traicionado o renegado de sus antecesores o predecesores.

El caso de Enrique Peña Nieto, por descarado, torpe y cínico merece capítulo aparte.

Pero en el caso del Nerón de Macuspana, faltan palabras para describir su torpeza, necedad, ruindad, ignorancia y traición al país desde tiempos de Victoriano Huerta, quien ahora pretende terminar de destazar lo poco que nos queda de instituciones como el INE y la dignidad nacional, doblándose ante los Estados Unidos en materia migratoria y disposición de las fuerzas armadas de la manera más servil que se haya visto en décadas.

Destruir, desmantelar la educación, el Ejército, los centros de investigación, el sistema de salud, la educación pública, la diplomacia y la mediana armonía de los mexicanos nunca terminará de pagarla. ¿Y todavía pretende reconstruir un Maximato de quinta?

Aunque se diga que ya se acabó la corrupción, la enfermedad y el crimen, yo recuerdo como si fuera ayer las palabras de Emilio Portes Gil: “cada sexenio salen comaladas de millonarios”. 

*https://www.gob.mx/sedena/documentos/9-de-marzo-de-1916-el-general-francisco-villa-

**https://www.memoriapoliticademexico.org/Biografias/

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