*De Mojigangas y Revocaciones

De no ser por la gravedad y lo nefasto en que se ha convertido el proceso de la Ley Federal de Revocación de Mandato del presidente, cuyas consecuencias pueden ser muy graves tanto en términos jurídicos como económicos y completamente dañinos para el país, ya que para cualquier nación el intentar descabezar al gobierno en turno, sólo es reflejo de la descomposición que ahí existe, de otra forma se reduce a una mera mojiganga perversa y de muy mal gusto.

Entre los varios significados aceptados por la Real Academia de la Lengua de una mojiganga, nos refieren a una “obra teatral muy breve de carácter cómico, en la que participan figuras ridículas y extravagantes, y que antiguamente se representaba en los entreactos o al finalizar el tercer acto de las comedias”; otra acepción es la relativa a una “acción burlona o lúdica” o también “la fiesta popular en la que se utilizaban disfraces estrafalarios, especialmente de diablos o animales”*.

Y el pretender obligar a una institución plenamente acreditada y respetada tanto a nivel nacional como internacional como el INE a realizar un proceso de tal magnitud, que implica el trabajo de cuando menos 32 mil personas expresamente contratadas para ese trabajo y la erogación de más de 3, 830 millones de pesos, sin los recursos para ello, pues para cualquier persona en su sano juicio esto a todas luces -insisto-  de no ser por las terribles consecuencias que trae aparejadas; no podría entenderse más que como una bufonada o una perversidad monumental.

Aunque es cierto que por diversos medios y formas los grupos descontentos con el actual gobierno han hecho manifiestas sus discrepancias tanto de manera formal y protocolaria como de protestas tumultuarias y masivas, nadie ha detectado (hasta el momento) una corriente seria y formal que propugnase como condición básica la revocación del mandato de AMLO.

Los exhortos y la propaganda para la realización de la anulación del cargo presidencial han sido impulsados de manera abierta y estridente desde el mismo Palacio Nacional.

 Entender la controversia como elemento indispensable de cualquier asunto de interés público es consustancial al régimen democrático y plural que compone a una sociedad tan compleja y desigual como la nuestra.

Ya tuvimos que consecuentar en agosto del año pasado otro desperdicio impresionante de recursos, y el trabajo de millares de personas para la famosa consulta para el enjuiciamiento de los expresidentes la cual resultó un fracaso tan estrepitoso como inútil, pues pese al acarreo descarado y claramente condicionado de miles personas, la participación popular a duras penas rozó el 8 por ciento del Padrón Electoral.

Lo terrible del caso es que a pesar del abierto desinterés de millones de personas por el proceso ya señalado, más los desaseados procedimientos legales incluso penales y las abiertas amenazas contra el INE, poco a poco se ha ido esclareciendo que la estrategia por demeritar a esa institución, lejos de prosperar han evidenciado la falta de seriedad y legalidad con la que han actuado tanto el poder ejecutivo como el legislativo, y ha tenido que ser el judicial quien haya tenido que asistir a la institución para que en caso necesario los recursos indispensables le sean proveídos por la secretaría de Hacienda.

Haber enviado millones de firmas falsas para complicar el proceso sin penalidad alguna, parece que alienta efectivamente a los partidos cómplices a seguir conduciéndose con la bajeza y ruindad que siempre les ha caracterizado, ya que la opinión de la sociedad sobre los partidos políticos es de las más desacreditadas sólo comparables con las de la policía.

Y aun así, con el cinismo como bandera se siguen comportando como cavernarios y presentando documentos apócrifos y evidentemente alterados para continuar con su charada.

Ahora bien, la revocación de mandato es un derecho del “pueblo”, o sea; de nosotros, los de “a pie”, y hasta eso nos lo quieren escamotear, y quieren que se ejerza cuando a alguien que no es como nosotros se le ocurra que así debe de ser.

Pero desde el significado de la palabra revocación, que en derecho es ”la anulación, sustitución o enmienda  de orden o fallo por autoridad distinta de la que había resuelto” o “el acto jurídico que deja sin efecto otro anterior por la voluntad del otorgante”**, pues si la revocación ya la vamos a hacer y a pagar,  pues que sea efectivamente que ejerzamos este recurso como un derecho pleno y actuante, y no como una figura de lucimiento o propicio para los intereses de espoliques y lacayos.

Habría que solicitar que en el proceso de revocación no sólo se incluya al presidente, sino también a López Gatell, a Crescencio  “Chencho” Sandoval, a Alejandro Gertz Manero,  Claudia Sheimbaum, Marcelo Ebrard, al Dr. Invisible Jorge Alcocer, sin faltar la bestia negra de  Sergio Gutiérrez Luna y otros más que por espacio no puedo enlistar.

En esta terrorífica mojiganga los únicos que ríen y se solazan son aquellos que habitan en las profundidades de la vesania.

El argumento de la obra sería que seis personas han sido halladas y condenadas por ofender gravemente las buenas costumbres de la comarca (¿cuáles? nunca se supo) y son condenadas a la horca, pero al llegar al patíbulo, pese a los gastos excesivos del juicio los administrativos decidieron ahorrarse el dinero de las sogas y como no había forma de ejecutar la sentencia, en una oportuna improvisación el líder ordenó: que cada quien consiga y pague sus piedras y acábenlos para que se haga la justicia.

Nerón podría haber sido compañero de campaña de todos ellos. 

*https://dle.rae.es/mojiganga

**https://dle.rae.es/revocacion

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