*El poder, para Joder

En un mensaje de prensa sobre el atentado que sufrió el candidato Donald Trump, el presidente Joe Biden  el 14 de julio enfatizó: “nuestros fundadores comprendieron el poder de la pasión, y por eso crearon una democracia que dio a la razón y al equilibrio la oportunidad de prevalecer sobre la fuerza bruta”.

“Ésa es la América que debemos ser, una democracia americana donde los argumentos se presenten de buena fe, una democracia americana donde se respete el imperio de la ley, una democracia americana donde la decencia, la dignidad y el juego limpio no sean sólo nociones pintorescas, sino realidades vivas y palpitantes”*.

Y el miércoles 24 durante su discurso desde la Casa Blanca para explicar su renuncia a la nominación por el partido demócrata a la presidencia para un 2º terminó precisó:

 “Yo siento una profunda reverencia por esta oficina, pero amo más a mi país. Ha sido el honor más grande de toda mi vida servir como su presidente  pero en defensa de la democracia que está en juego, creo que eso es más importante que cualquier otro título, derive mi fortaleza he disfrutado servir al pueblo estadounidense, pero esta tarea es sagrada, se debe perfeccionar nuestra unión, no se trata de mí, sino de ustedes, de sus familias, de sus futuros, se trata de nosotros del pueblo. Nunca podemos olvidar eso. Yo nunca lo he olvidado”

“Yo deje en claro que creo que Estados Unidos está en un momento coyuntural, uno de esos raros momentos en la historia cuando las decisiones que tomemos en el presente van a determinar el destino de nuestra nación y del mundo en las décadas por venir.

Los estadounidenses tendrán que elegir entre avanzar o retroceder, entre la esperanza y el odio, entre la unidad y la decencia, en el respeto, en la libertad, en la justicia, en la democracia.

 En este momento podemos ver a aquellos con los que no estamos de acuerdo no como enemigos sino como compatriotas, podemos hacer eso, porque el carácter en el servicio público todavía cuenta.

Yo creo que conozco las respuestas a estas preguntas, porque los conozco a ustedes el pueblo estadounidense y sé esto; somos una gran nación porque somos gente buena.

 Cuando ustedes me eligieron para este cargo, y prometí que siempre les hablaría con franqueza, que les diría la verdad, y la verdad es que la causa sagrada de este país trasciende a cualquiera de nosotros. Y valoramos tanto esa causa, la causa de la democracia en sí misma, que tenemos que unirnos para protegernos.

En semanas recientes quedó claro para mí que necesitaba unificar a mi partido en este momento crucial.

 “Creo que como presidente, mi liderazgo en el mundo, mi misión para el futuro de los Estados Unidos, todo esto ameritaba un segundo mandato, pero nada se puede interponer para salvar a nuestra democracia y eso incluye a la ambición personal”**.

Hace dos semanas reseñé aquí cuáles fueron los motivos por los que el presidente Lyndon B. Johnson renunció también a la nominación para la reelección por la presidencia de su país, los términos y las palabras usadas por el mandatario igual que las de Biden, reflejaban un respeto y una sincera creencia en la seriedad y la dignidad del cargo y las consecuencias de desempeñarlo.

Hablar de esperanza, decencia, unidad, respeto, justicia, libertad, verdad, democracia, bondad, responsabilidad, son palabras que extrañamos en el discurso y la narrativa pública de este país, que a cambio diario escuchamos ofensas, amenazas, auto-exaltaciones, rencores profundos hacia los triunfadores, justificaciones por las calamidades que sufre el país.

No cabe duda que el lenguaje refleja claramente el tipo de conductas y realidades que vivimos.

No hay metas, proyectos, innovaciones. A cambio tenemos reproches y majaderías.

El mundo está atravesando por una etapa crítica que nos obliga a estar alertas de las decisiones que tomen los líderes mundiales y a nivel local.

Es recontra-sabido que estamos más cerca que nunca a una nueva confrontación mundial, en distintos flancos y latitudes, por motivos completamente diferentes, ya no sólo es la guerra económica, la tecnológica, la energética, es una combinación compleja que trae aparejados fenómenos tan serios y tan ingentes como la migración, el cambio climático, la polución, la hambruna y la degradación planetaria.

Los pronósticos y las previsiones para el 2050 presentan escenarios por demás dramáticos para la humanidad, y tal como estuvimos a punto de sufrirlo en junio de este año en que ya se hablaba de un día cero en materia de agua tanto en la CDMX como en otros estados, la desnutrición de millones de niños y la falta de servicio médicos siguen siendo ocasión para burlas y chistes crueles por parte de la actual administración, que se vanagloria de gozar del mejor sistema de salud del mundo.

De veras, que nostalgia que las palabras que nos referían a la belleza, el orgullo, la armonía, la fraternidad y el cariño de ser mexicanos ya no existan en nuestro vocabulario diario.

La única forma de cambiar nuestro lenguaje es cambiando nuestra realidad, cuando el lenguaje no refleja la realidad y la verdad se llama mentira o engaño.

Que desgracia que aquí lejos de utilizar el poder para mejorar, desarrollar, satisfacer, embellecer y superar nuestra realidad, el poder sólo se utilice para joder.

*https://www.whitehouse.gov/briefingroom/speechesremarks/2024/07/14/remarks-by-president-biden-

**https://www.whitehouse.gov/briefingroom/speechesremarks/2024/07/24/remarks-by-president-biden-

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