*¡Hay… Kamala!

El 8 de junio de este año durante la recepción oficial en Palacio Nacional a la vicepresidenta de los Estados Unidos, don Andrés M. López Obrador, en plena pandemia y sin cubrebocas, en un exceso de camaradería le dijo afectuosamente: “Presidente Kabala, mucho gusto”*.

Como ya estamos acostumbrados, somos conscientes que esos dislates forman parte de su peculiar espontaneidad y franqueza con propios y extraños. Al menos eso nos han dicho las malas lenguas.

Y “como es un hombre muy sencillo, alejado de protocolos o maneras refinadas” y “su pecho no es bodega”… pues ¡adelante con Kabala!

Pero ¿quién es Kamala Devi Harris? Es la primera persona negra y de ascendencia asiática en alcanzar la vicepresidencia estadounidense (49ª).  También fue fiscal del distrito de San Francisco y elegida como primera fiscal general de California (2010) y reelegida en 2014, dos años después fue electa al Senado norteamericano. Buscó la nominación presidencial demócrata en 2020 pero se retiró y fue el propio Joe Biden, quien la eligió como compañera de fórmula para la elección de ese año.

 Como se puede apreciar a la señora Harris a pesar de todos los rumores, calumnias y chismes que sobrevienen a cualquier candidato y en el caso de las mujeres, los amoríos reales o ficticios son siempre los primeros que aparecen, pues no representaron mayor problema para Harris con su historial jurídico y político sólido y con una trayectoria política propia. Sin padrinos, compadres o parientes poderosos… es todo menos una perita en dulce.

Pero lo exitoso y destacado del historial de una persona también conlleva envidias, enemistades y afanes de revancha. De ahí que la caída de la popularidad de la vicepresidenta en los últimos meses no sea gratuita, ya que “la falta de protagonismo”, al igual que las renuncias de su portavoz y su directora de comunicación han contribuido a desmerecer la imagen de la funcionaria, como si no se supiera que los vicepresidentes no pueden brillar ni destacar. Ese privilegio es exclusivo del presidente y al que se lo salta pues nunca le ha ido muy bien.

Es lugar común en Estados Unidos referirse a la cuasi irrelevante presencia del vicepresidente. “Una vez, Benjamín Franklin propuso dar tratamiento de “su superflua excelencia” a quien ocupase ese puesto”. Thomas Marshall, vicepresidente de Woodrow Wilson, definió el puesto de “cataléptico”: “No puede hablar, no puede moverse, no siente dolor, es perfectamente consciente de todo lo que pasa, pero no participa en ello.” º

Y como botón de oro no puedo olvidar que cuando George Bush asistió a su toma de juramento como presidente, el maestro de ceremonias anunció: y con ustedes el presidente de los Estados Unidos… Bush permaneció impertérrito en su asiento, lo que provocó que Ronald Reagan le dijera Órale güey… te toca.

Tal vez no hayan sido las palabras exactas, pero algo así, más o menos.

Pero a pesar de la campaña en contra de Kamala, hay detalles que se han pasado por alto acerca de la perseverante vigilancia y acoso que mantienen sobre ella los políticos republicanos y como excelente ejemplo de esto recordaremos que cuando venía a su gira por México y Guatemala, 5 días antes, “fuera de todo protocolo “la congresista Yvette Herrell de Nuevo México, le envió una carta urgiendo a la vicepresidenta a incluirla a ella y otros legisladores en su viaje”, argumentando que sería “para medir las enormes preocupaciones sobre inmigración que sus residentes tienen…”Herrell escribió, “además, creo que es imperativo que sus discusiones con los países (de México y del Triángulo Norte) incluyan a miembros del Congreso, especialmente a los miembros de las comunidades fronterizas de ambos lados. Esta crisis solamente puede resolverse con aportaciones bipartidistas...**”

Y precisamente ahí es donde radica muy buena parte del problema; la migración y las terribles consecuencias heredadas de la política migratoria de Trump conocida como el artículo 42, “promulgado en marzo de 2020, como medida de salud pública para negarle la entrada a los migrantes y solicitantes de asilo a Estados Unidos”.

A Harris fue a quien le tocó lanzar una advertencia directa a los indocumentados que piensan emprender el "peligroso" viaje a la frontera: "No vengan. No vengan". "EE.UU. seguirá haciendo cumplir nuestras leyes y asegurando nuestras fronteras", agregó. "Si vienes a nuestra frontera, te harán regresar".

Lo que obviamente desencadenó críticas y condenas de tirios y troyanos. Pero ese, precisamente ese -entre otros-, es el quehacer del vicepresidente; recibir los jitomatazos que van dirigidos al presidente y servir de pararrayos durante la tormenta. Y si a lo anterior agregamos la estupidez del señor Biden por la forma en que retiró las tropas de Afganistán, pues claramente se vuelven más que explicables las críticas al régimen y la falta de popularidad de ambos funcionarios.

Sin embargo, como en política jamás hay descanso, en noviembre de 2022 se elegirán 34 de los 100 senadores y los 435 representantes que integran la Cámara baja, con lo que también está en juego el desempeño de la Casa Blanca para los próximos dos años.

Para 2024, la candidatura a la reelección de Joseph Biden está en duda, pues el día de los comicios tendría 81 años, y poco después de tomar posesión cumpliría 82. Pero ya desde su campaña se “presentó como un “candidato de transición” que ayudará a nutrir el nuevo talento demócrata”.

Ahora bien, salir de la vicepresidencia a una elección no es garantía de triunfo ya que de los 15 vicepresidentes de los Estados Unidos que llegaron a la presidencia, sólo 6 (Biden incluido), pudieron despachar en la oficina principal de la Casa Blanca***.

Así que aunque el panorama no pinta nada halagador, ni exento de esfuerzos enormes o controversias agotadoras, no olvidemos que la señora Harris junto con Nancy Pelosi y otros demócratas tienen enfiladas sus baterías sobre Donald Trump, su familia, sus negocios y socios, y les restan tres años más para ponerle suficientes piedras en el camino para que se aplaque, ya que para 2024 Trump tendrá 77 años el día de la elección y Kamala Harris 60.

No sé con quien prefiera lidiar “la favorita” presidencial, la señora Sheimbaun en 2024 tendrá 62 alegres veranos, pero hasta el momento no ha dado mayores luces de su manejo diplomático ni se ha caracterizado por contar con un destacado, reconocido y respetable equipo. De no ser por Omar García Harfuch y el primitivo de Martí Batres, el resto del gabinete brilla por su ausencia o nula presencia.

No me quiero imaginar a doña Claudia explicándole a Trump o a la señora Harris cómo resolvió el problema de la línea 12 del metro, la delincuencia en la ciudad de México, o la teoría magnifica de la repulsión de los aviones en el aire heredada por el ingenierazo José María Riobóo.

No podemos prever lo que nos deparará 2024, pero para quien gane la presidencia ya lo quiero ver con cualquiera de esos mandatarios gringos.

Pero lo que si queda claro es que la intensidad del asedio y los ataques, también demuestra el temor y el respeto que le tienen a la pantera negra.

*https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/2021/06/08/presidente-kabala-amlo-le-cambia-el-cargo-y-nombre-a-kamala-harris/

ºhttps://elpais.com/internacional/2021-12-06/por-que-tiene-problemas-de-popularidad-kamala-harris.html

**https://www.latimes.com/espanol/eeuu/articulo/2021-06-02/el-que-y-porque-desde-washington-kamala-amlo-y-el-titulo-42

***www.infobae.com/america/eeuu/2020/11/07/quienes-fueron-los-otros-vicepresidentes-de-estados-unidos-que-se-convirtieron-en-presidentes/

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