*Los Jóvenes… Ejército Desechable y Renovable

Cual si fuese un descubrimiento exitoso producto de una sesuda y doctoral investigación, el subsecretario de Gobernación, Alejandro de Jesús Encinas Rodríguez, el pasado 13 de julio declaró que en el caso de Guerrero: “el Estado mexicano está obligado atender de raíz el origen de la captación de base social de los grupos de la delincuencia organizada; sin embargo, su desmantelamiento no puede darse con la represión y la violencia, sino con equidad y desarrollo social”*.

Es decir, en claro y llano español; el señor funcionario al frente durante casi 5 años de la entidad responsable de averiguar la masacre de los estudiantes supuestamente sacrificados por el crimen organizado en Ayotzinapa (2014), aún no conoce el “origen de la captación de base social de los grupos del crimen organizado”. Pero como no sabe cómo sí… está muy seguro del cómo no. O sea; ¿quién sabe?

“El subsecretario rechazó que la criminalidad esté ganando la batalla a las autoridades, por el contrario, los resultados, aunque lentos, van por buen camino. Además, indicó que las bandas delincuenciales logran captar base social de apoyo sobre todo a través de la coerción y la amenaza”*.

“Ante la actual crisis de desplazamiento forzado en México, Encinas manifestó que la cifra de carácter general estima 300 mil personas en esa situación (Trescientas mil), asegurando que este problema se presenta por la violencia, además de la marginación, la pobreza, la caída en la actividad agrícola, la sequía, entre otros. Son muchos los factores”*.

Como se puede apreciar 300 mil personas ligadas al narco, al crimen, robo o la delincuencia en general no le sorprenden al burócrata. Pero apenas 2 mil de ellos lograron no sólo hacer retroceder a las policías y a la Guardia Nacional, también secuestraron a 13 funcionarios que mantuvieron como rehenes; 6 personas murieron y 5 más fueron heridas durante los enfrentamientos**.

No está por demás recordar que los manifestantes provenientes de 6 municipios convertidos en turba aguerrida, despojaron de armas, equipos y vehículos incluso de combate para destrozar rejas e instalaciones del Congreso local y del propio Palacio de Gobierno. Bloquearon carreteras, se suspendió el transporte público, cerraron las escuelas y comercios, mientras la población tuvo que refugiarse en donde pudo**.

Para Encinas el problema ya está prácticamente resuelto, ya que según las instrucciones de su mentor: “mes con mes se reunirá con los padres y las madres de los jóvenes, así como con sus representantes”. “Confirmó que el último día de julio el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos culminará su labor en la coadyuvancia”*. ¿¡¡Lo que sea que eso signifique!!?

JÓVENES SICARIOS. LA GENERACIÓN DESECHABLE:

VIVIR RÁPIDO Y MORIR JOVEN***

Sin embargo, para los mortales o los que no somos tan optimistas o irresponsables como el funcionario de marras, me permito remitirles al estudio que publicó la Universidad Autónoma de Nuevo León hace 7 años sobre este fenómeno que abarca la delincuencia juvenil asociada al narco desde antes de la llegada de la 4T al poder.

Aunque ese estudio está fechado en 2016, bien parecería que lo redactaron ayer: “en medio de la mayor crisis de inseguridad que afronta México, las nuevas generaciones crecieron en ambientes caracterizados por la pobreza y el miedo, en los que las bandas del crimen organizado se dieron a la tarea de reclutar niños y jóvenes hacía el interior de los grupos para ensanchar sus dominios en las grandes ciudades, casos especiales los encontramos en el norte de México y en estados como Morelos, Guerrero y otros ubicados en la costa del Golfo de México”***.

Entre los muchos hallazgos de los investigadores destacan el que “miles de menores de edad engrosan las filas del narcotráfico con el objetivo de ganar fuertes sumas de dinero a corto plazo, lo que contrasta con los jóvenes escolarizados”.

Lo terrible del caso consiste en la enorme expansión de este fenómeno; lugares como “Tijuana, Mexicali, Monterrey, Saltillo, Torreón, Ciudad Juárez son sólo algunos ejemplos del involucramiento de los jóvenes dentro de las redes del crimen, de hecho los menores son el rostro más visible del ejército de personas que trabajan en las bandas criminales”.

 “Las subculturas criminales echan sus raíces en las barriadas populares y ante la “expulsión” de los niños y jóvenes de los canales establecidos para ascender en la pirámide social, la delincuencia se convierte en una opción para incorporar a las nuevas generaciones como parte activa de las funciones ilícitas”***.

Los menores de edad participan en delitos relacionados con vigilancia, venta al menudeo y homicidio de paga. Mueren a causa de la guerra que sostienen con los grupos contrarios y en los enfrentamientos con las fuerzas castrenses. Son los desechables, muchachos sustituidos de manera inmediata al ser abatidos por otros cada vez más jóvenes.

Investigaciones de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim. 2011),**** calculan por lo menos 30 mil menores reclutados por las organizaciones criminales en los últimos años en las áreas de actividades de la delincuencia organizada, ya sea en el tráfico de droga, venta de piratería, extorsión, redes de corrupción y asesinatos***.

Lo increíble de este asunto es que las autoridades continúen ciegas y sordas ante la contundencia y gravedad de esta delincuencia desatada y sigan permitiendo descaradamente el crecimiento de esta calamidad que arruina regiones enteras del país con un costo imperdonable de vidas.

Y para detallar nítidamente el horror en que viven millares de familias, sepa usted que en el informe de la Redim “encontró que los menores entre los 9 y 10 años de edad empiezan a ser reclutados como informantes. Posteriormente, a los 12, una vez que conocen los movimientos y la estructura de las organizaciones, se les usa como vigilantes en las casas de seguridad donde mantienen a los secuestrados. Ya con un previo entrenamiento, entre los 14 y 16 años se “gradúan” como sicarios o bien como encargados de una “tiendita” de droga”.

“En algunas entidades como Morelos y Guerrero los menores son utilizados como matones a sueldo o bien como “matarifes” (término empleado a las personas dedicadas a matar y destazar animales en los rastros) que se encargan de mutilar a los enemigos”.

El tema da para muchos artículos más pero permítame terminar esta parte con la conclusión de los investigadores de este estudio:

“La realidad es que los pandilleros obtienen no sólo bienes y dinero, sino que en sus barrios de origen experimentan una sensación de grandeza, de respeto social, un poder basado en el miedo que infunden a los demás en medio de la impunidad: dejan de ser los chavos marginados del barrio. Esto asegura su lealtad y para los grupos criminales valen su peso en oro cuando pasan a ser un eslabón efectivo, presto y desechable en la cadena de elementos que conforman los ejércitos del crimen organizado”***.

Dudo mucho que alguna vez pueda existir perdón de ningún tipo para todos quienes han contribuido de manera negligente o deliberada a provocar esta situación que en muchos sentidos nos asemeja a las tragedias de Centroamérica, y concretamente del El Salvador.

Y como señaló algún observador de este fenómeno que creo engloba la mentalidad detrás de esta desgracia:

“Hay amigos que me dicen que tienen dinero gracias a lo que hacen, y que prefieren que los maten antes que ir a la cárcel. Por eso viven muy de prisa, porque de todos modos van a morir; pero piensan que es mejor hacerlo jóvenes y con dinero, que acabar viejos y jodidos”***.

*https://www.contrareplica.mx/nota-Alejandro-encinas-a-traves-de-la-coercion-y-la-amenaza-el-crimen-organizado-

**https://www.elprogresista.mx/nacional/2023/7/11/que-esta-pasando-en-chilpancingo-

***https://cienciauanl.uanl.mx/?p=6037

****REDIM: Red por los Derechos Infancia en México. (2011). Derechos Infancia México A.C. Infancia y conflicto armado en México.