*Otro país feliz. Sin opositores ni traidores

Gabriel García Márquez, alguna vez nos relató la historia de un lugar maravilloso intitulada “En este pueblo no hay ladrones”. Y este 7 de noviembre hemos comprobado en pleno siglo XXI, que también en la cabeza de un dictador, puede existir un país feliz, feliz, feliz. Dónde nadie puede disentir o discrepar de la voluntad del matrimonio que tutela un país.

El pasado 23 de junio el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, aseguró ante el mundo que en su país había sucedido "un nuevo intento de golpe de Estado" promovido por "el imperio yanqui, que es hijo del demonio, de las cavernas, de la maldad", y que los 19 opositores presos a cinco meses de las elecciones no son "candidatos" ni "políticos", sino "criminales" que atentaron "contra la seguridad del país", al tratar de organizar un "segundo golpe de Estado".

Hasta ese día había “unas 19 personas detenidas por "incitar a la injerencia extranjera" y "aplaudir sanciones" contra el gobierno sandinista, entre ellos cinco aspirantes a la Presidencia, seis dirigentes políticos, un banquero y hasta tres ex camaradas de armas de Ortega”.

"Que no vengan con el cuento de que son candidatos (...) Aquí no estamos juzgando a candidatos o a precandidatos, sino a criminales que han atentado contra la soberanía del país, intentando organizar otro 18 de abril, otro golpe de Estado para provocar lo que llaman un cambio de régimen", dijo el gobernante en alusión a la revuelta social de abril de 2018”*.

Pero déjeme recordarle que hasta 2018, Daniel Ortega llevaba 11 años en la presidencia de su país y según el Banco Mundial: “Desde 2015 hasta el inicio de la recesión en 2018, las reformas orientadas al mercado y la sólida gestión macroeconómica en Nicaragua aumentaron la inversión extranjera y contribuyeron a una sólida expansión de la actividad económica”.

“Entre 2000 y 2017, el crecimiento promedió 3.9% gracias a una demanda interna impulsada por las remesas y por la Inversión Extranjera Directa (IED). Sin embargo, el inicio de la crisis sociopolítica en abril de 2018 y la pandemia de la COVID-19 en 2020, dieron como resultado una contracción del Producto Interno Bruto (PIB) real del 8,8% acumulativo entre 2017 y 2020”.

“A pesar de la pandemia, la actividad económica se recobró con fuerza en la primera mitad de 2021. La recuperación estuvo encabezada por el consumo privado impulsado por las remesas y un fuerte repunte de las exportaciones de mercancías, respaldado por la recuperación mundial. La inversión privada, que regresa de una base baja, la inversión pública en infraestructura y el comercio también ayudaron a la recuperación”**.

Y eso realmente debiera mover a muchos a la reflexión. Uno de los logros inobjetables que tuvo Ortega y el Sandinismo fue precisamente que “desde 2007 a la par de la gratuidad de la educación, se trabajó en la nueva política salarial para incentivar a los maestros que tenían un salario equivalente a 80 dólares al mes, se otorgaron becas-salarios para enfrentar el empirismo y prepararlos para el nuevo sistema educativo con especialidades, formándose profesionalmente”.

“Asimismo se establecieron programas sociales como la merienda escolar, el programa Amor para los más Chiquito, la mochila escolar, el bono a los bachilleres, la secundaria rural y los huertos escolares”.

“Además, la primaria acelerada, la educación de los jóvenes y adultos y la universidad en línea, el idioma inglés como segunda lengua en primaria, entre mucho otros programas en educación”***.

Y usted preguntará: ¿pues qué pasó en 2018? Pues que “el gobierno de Nicaragua anunció las nuevas tasas de aportes al Seguro Social en las que los empleados pasarán de dar al seguro el 6,25% al 7% de su salario, los empleadores pasarán de pagar el 19% al 22,5% de los salarios de sus trabajadores, y los jubilados ahora tendrán que contribuir con el 5% del monto que reciben como pensión de retiro”**.

Dicha reglamentación que no fue consensuada, ni negociada con empresarios y trabajadores -según informaciones disponibles-, provocó una serie de revueltas y manifestaciones que a la fecha dejaron un saldo trágico de 300 muertos.

Pero en lugar de ofrecer opciones de diálogo, en un arrebato de primitivismo político, de manera inmediata Ortega ordenó el cierre de las dos principales cadenas de televisión independientes y un canal de la Conferencia Episcopal. 

Y desde hace tres años eso provocó mayores revueltas, mayor oposición y más disturbios, al tiempo que los enemigos del régimen - como en cualquier otro- aprovecharon el malestar para exigir la renuncia del presidente y su esposa. ****

Hoy, a unos días del “triunfo” en las elecciones de Ortega, con un 74 % de los votos, el mandatario tuvo la puntada de señalar: "Ya le vamos a pedir nosotros a los Estados Unidos que ponga libres a los 400 norteamericanos que tiene presos, los que llegaron a asaltar el Congreso de los Estados Unidos.  Ahí los tienen presos, los están investigando, los están juzgando, son más de 400 ahí y aquí están pegando gritos por 20, cuando allá son 400".

No me imagino con qué cara estos vividores del erario pueden atreverse a tratar de engañar no sólo a su pueblo, sino al concierto internacional de que su actuar ha sido democrático, plural, libre y verdadero cuando los opositores están encarcelados, exiliados, arrestados o escondidos.

Después de ver esas elecciones y recordar que recién en México el país fue testigo de varias decenas de candidatos a puestos de elección fueron asesinados, secuestrados o amenazados por criminales, ellos o sus familias, también debería movernos a la reflexión    

Dudo mucho que la voz de un dictador, un simulador como los que ya hay varios en el continente, pueda gobernar un país bajo sanciones y limitaciones, ahora que Estados Unidos, la Unión Europea y la mayoría de los países de América le han desconocido su triunfo y han calificado de farsa su proceso democrático.

Y ya que hablamos de líderes latinoamericanos no podemos pasar por alto las palabras pronunciadas por el presidente López Obrador ante las Naciones Unidas, quien sin ambages instó a la ONU a reformarse y a tomar acciones contundentes contra la corrupción. “Es necesario -dijo- que el más relevante organismo de la comunidad internacional despierte de su letargo, que se reforme y que denuncie y combata la corrupción en el mundo”. Lo que de ser cierto sería digno de reconocimiento.

Pero para darle relumbrón a su “Plan Mundial de Fraternidad y Bienestar, (que no es más que una copia de Robin Hood pero mundial), no dudó en descalificar a varios de los organismo más útiles con que cuenta el mundo para el combate de la pobreza y el abandono.

Y para no entrar en discusiones bizantinas. No me explicó cómo la cancillería no le pudo informar al presidente que en su Informe Anual 2019, en la primera página Henrietta H Fore, directora Ejecutiva de UNICEF informó:

“El año pasado, ofrecimos servicios para evitar la malnutrición a 307 millones de niños menores de 5 años; educación a 17 millones de niños sin escolarizar; desarrollo de aptitudes a 4 millones de niños y jóvenes; acceso a agua potable a 18,3 millones de personas; servicios básicos de saneamiento a 15,5 millones; y asistencia humanitaria en 281 situaciones de emergencia en 96 países”.

Así o más claro.

*https://www.dw.com/es/ortega-dice-que-opositores-est%C3%A1n-presos-porque-quer%C3%ADan-derrocarlo/a-58025154.

** https://www.bancomundial.org/es/country/nicaragua/overview#1

***https://www.telesurtv.net/news/nicaragua-revolucion-sandinista-aniversario-logros-sociales-20190718-0049.html

**** https://elpais.com/internacional/2018/07/18/america/1531921411_489786.html

*****https://www.dw.com/es/ortega-dice-que-opositores-est%C3%A1n-presos-porque-quer%C3%ADan-derrocarlo/a-58025154

+https://www.unicef.org/sites/default/files/2020-06/UNICEF-informe-anual-2019_2.pdf 

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