*Y ahora… los bancos, ¿otra vez?

Esta semana el banco estadounidense JP Morgan anunció que cerrará su negocio de banca privada en México. Asimismo, informó que su actual clientela será atendida por BBVA México, cuya matriz está en España.

Lo mismo sucedió en Brasil el año pasado cuando de la misma forma, sin explicaciones o aclaraciones de ninguna especie, la firma decidió cancelar sus operaciones, lo que bajo ninguna óptica puede ser entendido como señal de bonanza para ninguna de los dos países.

Por su parte, los banqueros expresaron (Forbes 24/2/ 2021), que en “los últimos años, las familias adineradas de Latinoamérica han estado buscando administradores de dinero en las capitales mundiales.

En México las políticas populistas del presidente Andrés Manuel López Obrador, incluidos los programas de gobierno para evitar la evasión fiscal, -la confrontación con la iniciativa privada, la cancelación de una mega cervecería, un mega aeropuerto, desconocer contratos a compañías energéticas, la calificación de traidores y timadores a médicos, abogados y otros profesionales- han empujado a algunas familias e inversionistas a transferir más riqueza al exterior”.

La razón de interesarnos en esta información está estrechamente vinculada a las declaraciones que pronunciara el señor Andrés Manuel López Obrador, hace dos años, el 30 de enero de 2019(El Universal) para ser preciso, cuando calificó de “hipócritas, charlatanes y cómplices de corrupción” a las calificadoras, en particular a Fitch Ratings por haber bajado la calificación de Pemex.

“En conferencia de prensa, el mandatario arremetió contra las calificadoras al decir que esos organismos impusieron en México una política económica desde hace 36 años con la que saquearon y empobrecieron al pueblo, por lo que un cambio en esa política les molesta y tratan de desprestigiar al país. Incluso, aclaró, las calificadoras no han tomado en cuenta lo que se pierde por la corrupción en el país y que eso deviene en el nulo crecimiento económico”.

La retórica presidencial alcanzó no solo para culpar a las calificadoras por haber mantenido silencio cómplice ante la falta de inversión extranjera en el sector y en particular en Pemex, lo que desencadenó la caída en la producción de petróleo, y “ahora que estamos recuperando a Pemex salen con sus recomendaciones, o tratando de calificar sobre el desempeño de Pemex”.

1982-2018

Lo verdaderamente preocupante de toda esta información pasada y reciente es que AMLO, sin ambages de ningún tipo, ha sido muy claro al señalar que el periodo neoliberal o neo-porfirista comprende 36 años exactamente cuando la banca, los teléfonos, los aeropuertos, el petróleo, la energía eléctrica, buena parte de la actividad económica formaba parte o estaba bajo estrecha supervisión del gobierno.

Recordemos aquí que fue el primero de septiembre de 1982, durante su sexto y último informe de gobierno cuando el presidente José López Portillo, bajo la premisa de que “Ya nos saquearon… No nos volverán a saquear” entregó al Congreso la iniciativa para la estatización bancaria, con las terribles consecuencias que eso representó a la economía mexicana y que precisamente a raíz de esa drástica medida, México aceleró sus procesos de cambio de modelo cuyas consecuencias todavía alcanzan a nuestros días.

No está de más preguntarse ¿si ya se terminaron los fondos de contingencia, que eran más de 200 mil millones de pesos, también ya arrasaron con los fondos de los fideicomisos sin estructura, que se supone eran más de 60 mil millones, ya se acabaron los fondos de las rifas y subastas sabatinas y domingueras en Los Pinos, todavía no se terminan de repartir los premios del mega magno sorteo del avión presidencial, sin avión, los donativos por los tamales de chipilín en Palacio Nacional, las donaciones altruistas de varios personajes nacionales y extranjeros para la emergencia del Covid-19, los donativos voluntariamente a fuerzas de los aguinaldos y porcentajes de los sueldos contra actuales de los afiliados a Morena, no se ve por ningún lado a donde o en qué obras o proyectos se canalizaron los recursos fruto de las reducciones draconianas de hasta un 70% de los presupuestos de varias secretarías y dependencias de Estado?

Son demasiadas preguntas sin respuesta, y muchas de ellas se formularon desde los primeros días de este gobierno que se comprometió en enero del 2019, que cuando menos la economía crecería al 4 por ciento, más del doble “del mediocre crecimiento del periodo neoliberal”.

Mientras tanto, entre la pandemia, la caída del precio del petróleo, la caída de la inversión, así como la suspensión o cancelación de nuevos proyectos productivos, nada más no se termina de ver claro ¿cuándo se podrá ver la salida al estancamiento y franco retroceso de varios sectores de la economía?

Si todo lo anterior no pareciera extraído de una novela de terror tabasqueña; ¡¡lo que nos faltaba!! La Auditoría Superior de la Federación; es decir, la institución superior con que cuenta el gobierno, el Poder Legislativo para supervisar al Poder Ejecutivo, ¡¡No le salen las cuentas!! Tal cual.

La máxima representación del pueblo, sabio o ignorante, no tiene quien le haga las cuentas correctamente sobre el destino de su dinero, de sus impuestos, de su patrimonio.

Esto parece… ¡¡¡Otra vez, un saqueo!!!

AMLO ya dijo que por eso no cree en los organismos autónomos porque son instituciones cómplices de los intereses creados.

Y lo digo en serio. Esperemos que en aras de que ya no haya más saqueos, no se les vaya a ocurrir volver a estatizar los bancos… Es lo único que queda.

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