*Hoy más que nunca leamos la Constitución Mexicana

Nunca será tarde para comentar sobre nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, ese texto que regula, desde la interpretación de los hombres, su propia actuación, y que también es producto del pensamiento de los mexicanos, por lo que no debe verse como un libro sagrado del que únicamente pueden extraerse resoluciones terminadas, porque es en la existencia del ser humano donde cobra vigencia y valor, y que está al alcance de todos los ciudadanos.

Sin embargo, ese libro, pocos lo conocen, porque siempre se dijo que su lectura y conocimiento sólo era para unos cuantos que pudieran entenderlo, ministros, magistrados, jueces, académicos, profesionales y practicantes del derecho, y que su lectura y entendimiento no era propio para el ciudadano común, por lo que siempre fue violentado, y más aún, en tiempos recientes de los gobiernos neoliberales del PRI y el PAN  (1982-2018), en donde sus legisladores que no representantes populares, transformaron su contenido en favor de los oligarcas del país, de empresas extranjeras, de políticos encumbrados y gobernantes corruptos, así como de la clase pudiente y conservadora del país, todo en contra de los intereses del pueblo.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, ese libro que debe conocer todo ciudadano, se ha reformado constantemente de acuerdo con la realidad del país, y la visión e intereses de los hombres que sobre ella han actuado para transformarla. Sin embargo, no siempre esos cambios a la Constitución han sido por motivos impulsados por la dinámica social que básicamente debiera ser la parte actora y principal beneficiaria; es por es eso que a través del tiempo se venía afirmando, desde diferentes frentes de la sociedad, la necesidad de verdaderas reformas constitucionales para que nuestras leyes se ajustaran de mejor manera a nuestro tiempo, condiciones y circunstancias y, sobremanera, a las necesidades presentes y futuras que ha requerido y requiere nuestro pueblo, avasallado desde siempre por las gentes del poder económico y político, así como de adheridos, todos en corrupta amalgama. 

Los festejos que se realizan cada año en conmemoración de Nuestra Carta Magna, obedecen a una constante, actos o discursos oficiales sobre su existencia qué no escapan de la retórica conocida, como el enfatizar que todos los hombres que participan en tareas públicas son los más obligados a cumplir con las leyes y velar por su estricta aplicación; mandato que no ha faltado que se incumpla.

Empero lo más notorio de esas celebraciones ha sido la omisión de los oradores por inducir a la ciudadanía a que conozcan el texto Constitucional, ese libro que contiene derechos y obligaciones de los mexicanos, su forma de gobierno y el rumbo a seguir del país. Hecho que siempre ha tenido sentido para los gobernantes, cuando se han aprovechado de esa ignorancia ciudadana para lograr beneficios personales o de grupo, y es por eso que el texto legal es de los libros menos leídos en el país, y por ende menos comprendido. En consecuencia, cuando se habla del estado de derecho de los mexicanos, éste se ha convertido en una abstracción.

La Constitución, también llamada Carta Fundamental o Carta Magna, aún sigue siendo vista por una buena parte de la sociedad como un simple libro, cuando éste tiene una función específica y un fin preciso; en su lectura y comprensión está también el motor que despierta la consciencia y la actividad cívica de los ciudadanos y los conduce a una participación más dinámica como seres comprometidos con su contexto y les da la medida para aceptar o manifestar su rechazo contra leyes que lo perjudican en su condición de hombre y de ciudadano, y los impulsa al cambio de normas y hasta de régimen político.

Finalmente, sabemos que existen legisladores locales y federales que han relegado el antiguo arte de legislar y de acercar el conocimiento de las leyes a los ciudadanos, y como la Constitución no es la revista “Lagrimas, Risas y Amor”, el “Libro Vaquero” o un “Best seller”, se hace doblemente necesario que estos jurisconsultos llamen a los ciudadanos a que incorporen, hoy más que nunca a sus hábitos de lectura, cualquiera que esta sea, a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, para que aprecien en su texto su exacta dimensión, ni más, ni menos, y que la lean con plena consciencia porque significa la vestimenta para salir del resguardo de la casa y aún para permanecer dentro de ella.

Leamos y provoquemos la lectura de la Constitución, puesto que su significado va más allá de todo elemento oficial o consigna ideológica, porque es la que rige a todos los mexicanos sin excepción. Mientras tanto, así van las cosas, que si van bien. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Proyecto de sentencia, del ministro González Alcalá Carrancá para reformar una parte de la reforma judicial, que ya es constitucional.

No pueden los ministros estar por arriba del constituyente, de la constitución

No se puede negociar lo que ya es constitucional, lo que decidieron  los ciudadanos con su voto en las urnas. 

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