*Algo sabe López Obrador

Algo sabe el Presidente que nosotros no, por eso ha imprimido un ritmo frenético al latido de la República desde el mismo momento en que se hizo público su triunfo, la misma noche del primero de julio.

De manera acelerada, precipitada, ha lanzado proyectos al aire y trazado rutas sobre espejos de agua. Sus colaboradores más cercanos se enteran en vivo, literal, de la ruta a seguir cuando, pausadamente, eso sí, toma a todo mundo por sorpresa en el ritual matutino.

Desmañanados, los secretarios de Estado toman apresuradas notas ahí, de los edificios que deben de construir a la voz de ya sin tener ni los planos ni el terreno adecuado, ya ni mencionemos los respectivos permisos ni los estudios de mercado.

Después de treinta años de sufrir a técnicos "planeadores", expertos en crear programas y proyectos de calidad mundial, racionales y sustentados, estamos paladeando el torbellino surrealista del dedo flamígero y la imaginación desbordada "en caliente".

Se suspende lo que va bien, se revive lo que murió por obsolescencia e inoperancia, se reactiva lo que se había deshechado y se pone en marcha lo que no tiene solución.

Con paciencia, con mesura, solo atinamos a abrir los ojos como lechuza espantada, nuestras cejas se alzan hasta casi tocar la frente.

Más que el prometido cambio de régimen, avalado por las urnas, parece que nos adentramos en un cambio de dimensión en donde la racionalidad no tiene espacio, en donde el sentimiento, los anhelos y rencores ocupan el lugar que antaño, uuuufff hace ya muchísimo, ocuparon los planes y los presupuestos. Se desestima el consenso, la iluminación divina señala el sendero que los fieles pastores, si pretenden sobrevivir, deben de transitar dócilmente.

Esta prisa no se comprende bajo la óptica de la racionalidad, de la sensatez, debe de haber otra información que sólo el Presidente conoce y que no comparte, sólo así se explica esto que estamos viviendo...o ¿soñando?

Por lo pronto, estoy releyendo a García Márquez, paisano del Presidente, ciudadanos ambos de la República del Caribe. Espero que en sus "Cien años de soledad" encontremos la clave para entender en dónde andamos. No sé si Aureliano, José Arcadio, doña Úrsula o alguien escondido en el linaje esotérico de los Buendía me pueda señalar la respuesta.

Mientras tanto...Viva México pelaos.