Duras, tal vez las más duras palabras que le han dirigido desde el púlpito a un presidente de la República en los últimos tiempos, pero sobre todo a la mal llamada cuarta transformación, salieron el domingo pasado de la diócesis de La Paz, Baja California…

“Son buenos para tener al pueblo con la boca abierta obligándolos a escuchar sus discursos; supieron como ganarse al pueblo, pero son muy malos para gobernar”…

Palabras textuales, entre otras, del obispo Miguel Ángel Alba Díaz, quien no se anduvo por las ramas y en su homilía dominical soltó ese sentimiento de impotencia que embarga a la Iglesia Católica y sus millones de feligreses, por los índices de violencia que prevalecen en el país…

Y es que al brutal asesinato de dos jesuitas ocurrido en la Tarahumara de Chihuahua, se sumó otro atentado en contra de un sacerdote que lo tiene al borde de la muerte, entre otras agresiones a representantes católicos…

El presagio que comentamos aquí desde los pronunciamientos que soltó en sus mañaneras el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando los jesuitas exigieron justicia, se comienza a confirmar y si alguien todavía duda de los sentimientos que siembran las palabras que salen del púlpito, pronto las evidencias serán más que elocuentes y aquí las reseñaremos…