*Un Fracaso Evidente: La Movilidad en la Ciudad de México

Durante varios años he insistido, como infinidad de personas, que la Movilidad, por lo menos en la Ciudad de México, es un verdadero fracaso por la ineficacia y corrupción en su gestión, las deficiencias en su infraestructura, la falta de prioridad en la seguridad y educación vial y la resistencia a hacerle cambios estructurales; sin embargo, es un tremendo éxito para algunos encargados de llevarla a buen puerto porque han hecho de ella un verdadero negocio.

Desde los gobernantes capitalinos Marcelo Ebrard, Miguel Ángel Mancera hasta Claudia Sheinbaum y finalizando con Martí Batres supuestamente se han implementado medidas para eficientar el transporte público y “lograr” que los capitalinos se desplacen de mejor manera y más rápido a cada uno de sus destinos utilizando el Metro, Metrobús, camiones y bicicletas.

Uno que otro despistado, yo le llamo burro sabio, inventó y promovió, sin éxito, la llamada Pirámide de Movilidad, esa que en teoría resulta extremadamente maravillosa, pero en la práctica parece invertirse y no logra concientizar a gran parte de la ciudadanía de que determinadas personas, dependiendo del vehículo en el que se muevan, tienen cierta prioridad, aunque violen el Reglamento de Tránsito y se desplacen de un lugar a otro como mejor les parezca exponiendo su integridad física y la integridad del peatón.

No menciono a automovilistas y motociclistas porque no han resultado beneficiados con dicha Movilidad, dado que al primero se le restringieron espacios para circular y aparcar, y al segundo no se le da un espacio como a la bicicleta, pues tiene que moverse como siempre lo ha hecho: como puede y como el santísimo le da a entender, pues hasta la fecha no hay “motovías” (a las que también tienen derecho) como ya se hizo en Malasia, Taiwán y en Colombia, aunque también sean una calamidad a la hora de circular y exponer su vida, la de los demás y la libertad del automovilista.

En México la Movilidad es un negocio, y eso queda de manifiesto con la cantidad de millones de pesos que el gobierno capitalino gasta en pseudo ciclovías (cantidad irrisoria comparada con la de otros países, principalmente europeos) y digo pseudo ciclovías porque no hay una sola que sea segura para el ciclista, por el contrario, la mayoría resultan peligrosas, inviables y no cumplen con los estándares internacionales, constantemente lucen deterioradas, se les da un pésimo mantenimiento y algunas son invadidas por ambulantes y vehículos automotor.

El Instituto Mexicano del Transporte señaló que “Las ciclovías segregadas deben tener al menos 2.0 metros de ancho, aunque de preferencia deben contar con 3.0 m. En caso de que en algún sitio no sea posible suministrar el ancho mínimo de 2.0 m, un ancho de 1.5 m puede ser considerado, pero sólo en distancias cortas”.

En la práctica parecería que la mayoría de las ciclovías en la CDMX, están completamente segregadas, por ello de 3 metros se reduce a 2 y para no errar se puede considerar 1.5 metros, total, todo cabe en una calle o avenida, sabiéndolo acomodar, eso sin contar que, aunque existan, su uso no es obligatorio sino opcional.

No me van a dejar mentir, pero hay infinidad de despistados que prefieren pedalear por fuera de ellas que por dentro, así de absurdo es el reglamento de tránsito.

Tal es el caso de la pseudo ciclovía de Adolfo Prieto, de 3.8 kilómetros de longitud, que se redujo dos veces y la tercera fue la vencida. El “proyecto” engañosamente mostrado a los vecinos por parte de la hoy Alcaldía Benito Juárez, en el año 2014, en casi nada se parece al proyecto final. Desde su implementación fue un engaño total y un negocio redondo con la pintura de las líneas para delimitar el espacio, la colocación de bolardos y postes de concreto, ya que el valor del costo del material fue inflado por la “autoridad” léase corruptazo Jorge Romero Herrera, además de que constantemente se dañaba y era reemplazado por uno nuevo.

Por aquel entonces el joven y ocurrente Mancera reconoció hipócritamente que los ciclistas no debían pedalear por caminos donde corrieran peligro (con lo cual estoy totalmente de acuerdo), y “muy preocupado” por ello, más tarde que temprano, se dio cuenta que el trazo de algunas ciclovías, además de haber sido construidas de manera forzada y poner en peligro no solo al ciclista, sino también al peatón, tenían que ser corregidas y probablemente reubicadas, lo cual nunca sucedió; por el contrario, siguieron pintando líneas, colocando bolardos y ya con eso aparecía una nueva pseudo ciclovía.

Estaba más preocupado, como varios que promueven el uso de la bicicleta, en posar para la foto para que viera el pueblo bueno y sabio, que cada día eran más y más los kilómetros de espacio que se utilizaban y utilizan para crear ciclovías, aunque semanas después de inauguradas, se evidenciara lo deterioradas y mal hechas que estaban y están, tal es el caso de la de Insurgentes, que antes de ser inaugurada, ya presentaba infinidad de fisuras en el asfalto, tramos inconclusos, deficiente señalización, pero que la Secretaría de Movilidad presentó como obra del primer mundo.

El joven Mancera fue tan cínico que sin el menor empacho dijo: “Hay algunas ciclovías que se hicieron muy forzadas, algunas que se hicieron donde es muy difícil que haya ciclovía”, y más tardó en decirlo, que Mis Fallida Movilidad, Laura Ballesteros Mancilla, en darle me gusta y retuitear la infinidad de ocurrencias que el exjefe capitalino, su jefe en ese entonces, escribía en una de las tantas redes sociales, siendo que meses antes fue una de sus principales detractoras.

La Movilidad, negocio de unos cuantos, a través de Ecobici, publicita, en todas las bicicletas que pertenecen a su red, a una institución bancaria de cuyo nombre no me da la gana acordarme, con el pretexto de que las patrocina, aunque muchas bicicletas estén muy deterioradas, exponiendo al ciclista a que, si no tiene un accidente por culpa de otros conductores de diferentes medios de transporte, lo sufra con la propia bicicleta.

Lo que menos le interesa a la “autoridad” es la movilidad, la seguridad del ciclista y del peatón (ya no digamos la del motociclista) porque cada día se registran más accidentes viales en donde resultan lesionados o muertos estos últimos, así como ciclistas.

También aumenta el número de percances en el Metro, el que debería de ser la máxima prioridad porque mueve a la mayor cantidad de gente en la ciudad, no obstante, su deterioro se hace más evidente, engañando, nuevamente a la gente, en que se le da mantenimiento como nunca se ha hecho en su historia.

La autoridad ha caído en el absurdo de hacerle creer a unos cuantos que son moralmente superiores, que merecen un trato especial, aunque su conducta al pedalear sea, en ocasiones, totalmente aberrante.

La prioridad debe de ser el ciudadano, que independientemente del transporte en el que se mueva, muestre respeto por los demás, por el reglamento de tránsito, por los señalamientos, al cruzar una calle o avenida, al detenerse cuando la luz del semáforo esté en rojo, al dejar pasar al peatón cuando éste lo hace con responsabilidad y no manipulando su celular y disminuyendo la velocidad de su andar para demostrarle al automovilista que tiene que esperarse hasta que se le dé la gana cruzar, etcétera.

Nos falta educación vial, educación en todos los sentidos, hace falta endurecer las leyes de Movilidad mediante el Reglamento de Tránsito, que en el papel se leen muy bonitas, pero en la práctica no se hacen cumplir.

Se necesita sancionar a todos los que infrinjan el reglamento, independientemente de la forma en que se muevan, emplear grúas para retirar los autos mal estacionados, etcétera, pero, sobre todo, exigirle a la autoridad que actúe conforme a derecho, que no se dedique a sangrar al ciudadano inventándole faltas al reglamento de tránsito que jamás cometió y que por ningún motivo se permitan las “mordidas” para perdonarle al infractor su falta.  

Ya lo dijo André Gorz: “Para que la gente pueda renunciar a sus automóviles, no basta con ofrecerle medios de transporte colectivo más cómodos. Es necesario que la gente pueda prescindir del transporte al sentirse como en casa en sus barrios, dentro de su comunidad, dentro de su ciudad, a escala humana y al disfrutar ir a pie o en bicicleta de su trabajo a su domicilio.

Ningún medio de transporte rápido y de evasión compensará jamás el malestar de vivir en una ciudad inhabitable, de no estar en casa en ningún lugar, de pasar por allí solo para trabajar o, por el contrario, para aislarse y dormir”.

Xavier Corominas, ex alcalde de Salt (España), junto con Pedro Bravo, periodista, autor del libro Biciosos, dijeron, durante el 4° Foro Mundial de la Bicicleta, no estar contra las ciclovías, aunque reconocieron que el futuro de ese tipo de infraestructura es desaparecer y que es mejor aprender a compartir el espacio que se le gane al automóvil, que seguir construyendo ciclovías mal planeadas.

Hasta la próxima.

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