Elevadores bloqueados, vigilancia discreta y evidente, pero sobre todo custodiada al más puro estilo de los altos funcionarios del pasado que tanto aborrece el presidente Andrés Manuel López Obrador, fue el escenario que se montó para que la “corcholata” preferida y nueva mandamás de Morena, Claudia Sheinbaum Pardo, llegara, entrara y saliera del Senado de la República la mañana de este miércoles.

La exjefa de Gobierno de la Ciudad de México acudió al recinto parlamentario para reunirse con sus huestes morenistas que todavía trabajan como senadores de la República, con el supuesto propósito de sanar cicatrices que se abrieron en el proceso que organizó el partido para elegir a quien recibiría del presidente el bastón de mando.

Sin embargo, fue notoria la ausencia en esa reunión de senadoras y senadores que se declararon abiertamente seguidores de Marcelo Ebrard Casaubón y cuando terminó el encuentro privado para dar paso a la conferencia de prensa, en respuesta a una pregunta planteada, Sheinbaum Pardo dijo contundente que en Morena no se permiten nuevas corrientes internas y mucho menos las tradicionales tribus que caracterizaron a su ex partido PRD.

Con clara dedicatoria a Ebrard Casaubón, la nueva dirigente de Morena insistió en que su presencia en el Senado de la República obedeció a la necesidad de reunirse con legisladores de su partido y aliados petistas y verdes, no solo para dar muestras de que están unidos y listos para iniciar la tarea de organización para todo lo que viene, rumbo a las elecciones federales y locales del próximo año.

Las senadoras Bertha Alicia Caraveo Camarena y Malú Micher, declaradas ebradoristas, entre otros legisladores, se abstuvieron, por el momento, fijar posición, pues argumentaron que horas después su líder emitiría un comunicado por las redes para dar a conocer el rumbo que tomarían.