Por Arturo Estrada Rosales

En la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, el escritor Gonzalo Celorio recibió el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2022, por su obra “Mentideros de la memoria”, libro en el que reunió una veintena de textos referidos a escritores con quienes mantuvo algún diálogo o una amistad estrecha, como Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Augusto Monterroso, Humberto Eco, Dulce María Loynaz, Eliseo Diego y Juan Rulfo, entre otros.

El diploma le fue otorgado en una ceremonia por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), mediante la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), en colaboración con la Sociedad Alfonsina Internacional (SAI); Asistieron al evento, la directora del Inbal, Lucina Jiménez López; Vicente Quirarte, en representación de la Sociedad Alfonsina Internacional, y miembros del jurado: Pura López Colomé, Marianne Toussaint y Fernando Fernández –quienes hicieron los comentarios respectivos a la obra-, acompañados de Karen Villeda, coordinadora nacional de Literatura, como moderadora.

Emoción y gratitud

Emocionado al recibir uno de los premios más importante de la literatura mexicana, Gonzalo Celorio afirmó: “Me conmovió el análisis del jurado. En esta obra hablo sobre escritores que fueron protagonistas de la literatura hispanoamericana del siglo XX, a quienes pude conocer y con quienes pude hablar o llevar una amistad entrañable. De algunos, incluso, pude ser discípulo”.

“Este libro es una especie de autobiografía en el que el protagonista no es quien escribe, sino los escritores que desfilan por esas páginas. Soy un testigo privilegiado, pero un testigo. Es una historia crítica de la literatura hispanoamericana, endulzada sobre ciertos elementos narrativos, ficcionales y no, para que el lector no abandone el libro”

“En esta afortunada circunstancia en la que recibo, con emoción y gratitud, un premio que lleva el nombre de Xavier Villaurrutia – el poeta mexicano al que más lecturas, horas, páginas de mi obra ensayística y amor he dedicado- quizá debería de guardar silencio, en concordancia con una de las características dominantes de nuestra tradición poética, según el canon establecido por él mismo”.

Pero ni Villaurrutia ni sus compañeros del “grupo, sin grupo” callaron cuando sus obras y sus personas fueron marginadas por el discurso oficial, que execraba su modernidad, su experimentación y su cosmopolitismo. Ellos supieron poner la marginalidad en el centro, agregó.

En el máximo recinto de la cultura en México, la directora general del Inbal, Lucina Jiménez López, luego de poner en manos del escritor el diploma referido, afirmó que es elocuente las razones por la cuales la obra de Gonzalo Celorio –y particularmente “Los Mentideros de la memoria”- enriquecen, engalanan, enorgullecen el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores.

Considero que cuando este tiempo mexicano requiere que la palabra resuene, es desde la literatura donde ha de incidirse para poder encontrar, en lo más profundo de nuestros dilemas y de nuestros corazones, aquello que nos permite saber por dónde hemos de caminar.

“Y efectivamente, dijo, las rutas son muy diversas: son tan diversas como aquellas que nos abre la obra de Gonzalo Celorio para darnos la oportunidad, a través de su mirada, de su memoria, de su corazón, de acercarnos a ese otro tiempo mexicano donde se fragua, donde se debate la modernidad mexicana”.

Expuso que el hecho de que él haya realizado este ejercicio de memoria – escribir el libro “Mentideros de la memoria”- en un tiempo tan difícil, en un tiempo de pandemia, casi cuesta trabajo creer que esos años de encierro hayan dado un fruto tan fértil, tan necesario para este tiempo actual, “porque la obra de Celorio ha de ser básica y fundamental para entendernos en nuestro presente, pero también en el sentido de adónde hemos de caminar”.

La titular del Inbal comentó que Gonzalo Celorio hace en dicho texto una crónica memorable, autobiográfica, pero sin protagonismo. “En realidad, nos va colocando en esos momentos, en esos trazos, en esas contradicciones, en esos espacios donde están dirimiendo en esa época los diversos caminos de la literatura mexicana, de la vida cultural. Y lo hace colocando a los personajes desde lo humano, desde esa fragilidad, desde esa dimensión absolutamente obsesiva, generosa o, al mismo tiempo, llena de contradicciones”.

En las Sala Manuel M. Ponce, resaltó que “hoy estamos aquí para recordar desde seis visiones distintas –porque esta mesa, espero que algún día esté en las crónicas y en las memorias de este tiempo-, porque son seis generaciones, seis escrituras, seis formas de acercarse a la literatura las que hoy han venido a refrendar por qué la obra de Gonzalo Celorio es la ganadora de esta edición del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores.

En este sentido, concluyó,  quiero celebrar la presencia de todas y todos ustedes acompañando a Gonzalo Celorio, y celebro la presencia más diversa de voces, de miradas, de trayectorias que están presentes, escritoras y escritores, músicos, intelectuales; personas que viven hoy en día el trabajo intelectual en universidades, en los centros culturales y en donde la libertad de expresión y el enriquecimiento de la palabra, en esa diversidad que somos, es lo que prevalece.

El reconocido escritor ha incursionado en los géneros de la novela y el ensayo, al publicar cinco novelas: Amor propio, Y retiemble en sus centros la tierra, Tres lindas cubanas, El metal y la escora y Los apóstatas, y una docena de libros de ensayos, entre ellos: El surrealismo y lo real maravillosos americano, Tiempo cautivo, La Catedral de México, La épica sordina, México, Ciudad de papel, Ensayo de contraconquista, Cánones subversivos y Del esplendor de la lengua española. Sus libros han sido traducidos al inglés, francés, italiano, portugués, griego y chino.

El Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores, surgió en 1955, por iniciativa del crítico literario Francisco Zendejas. Desde entonces, su propósito es estimular, apoyar y difundir las letras mexicanas, así como la producción literaria, con la condición de que la obra premiada haya sido publicada en México.