(Del Banco Mundial para Grilla en el Poder) Los desafíos mundiales más urgentes de hoy —como el cambio climático, la pérdida de naturaleza, la inseguridad alimentaria, las pandemias y los conflictos— exigen soluciones integrales. Los bosques saludables cumplen una función importante en la solución de estos problemas, y son la clave para un futuro sostenible.

Durante décadas, las inversiones del Grupo Banco Mundial en los bosques han generado impacto. Con una cartera de proyectos forestales activos por valor de unos USD 6000 millones, el Grupo Banco Mundial invierte en una gran variedad de paisajes, desde cuencas tropicales hasta desiertos áridos; desde fértiles praderas en la Pampa argentina hasta cinturones de manglares a lo largo de las costas del sur y sudeste de Asia.

Para ello, sigue siendo fundamental movilizar una amplia gama de financiamiento. Los fondos fiduciarios de múltiples donantes, entre ellos PROGREEN (i) y el Fondo Cooperativo para el Carbono de los Bosques (i), ayudan a movilizar financiamiento y asociados para generar impacto.

Estos aprovechan recursos del Grupo Banco Mundial, procedentes, por ejemplo, de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), y de otros programas de donaciones, como el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (i) y los Fondos de Inversión en el Clima (i), con el fin de mantener y mejorar los beneficios de los bosques para las personas, el planeta y las economías.

Algunas de las personas más pobres del mundo viven en medio de uno de los capitales naturales más ricos. Tenemos que poner fin a esta ironía. Acabar con ella —trabajar con algunas de las personas más pobres en algunos de los entornos más importantes del planeta— encarna nuestra misión de poner fin a la pobreza en un planeta habitable.

Esto no significa pedir a las personas que dependen de los bosques que renuncien a su desarrollo solo para salvar los árboles, sino construir economías forestales que creen empleos y servicios sociales, que favorezcan a las personas y que, al mismo tiempo, generen beneficios para el clima y la naturaleza.

Para lograr esto, se deben abordar ciertas brechas. El éxito depende del compromiso de invertir en las instituciones públicas y movilizar financiamiento.

En la situación actual, se necesitará una suma anual de más de USD 536 000 millones para alcanzar las metas globales de mitigación del cambio climático, conservación de la naturaleza y restauración de la tierra.

Solo el costo de proteger la Amazonía ascenderá a USD 50 000 millones en los próximos cinco años. También se requerirán mejores datos y herramientas que sean accesibles para las partes interesadas de todos los sectores.

Iniciativas como la Alianza Mundial para la Sostenibilidad responden a esta creciente demanda y ayudan a los actores públicos y privados a integrar los parámetros de sostenibilidad, como los datos contables sobre el capital natural, en la toma de decisiones.

A corto plazo, también implica garantizar que las redes de protección social lleguen a las comunidades que dependen de los bosques. Y significa crear plataformas de conocimientos prácticos para que los países puedan aprender unos de otros y reproducir lo que funciona.

De cara al futuro, las inversiones en los bosques y paisajes ayudarán a contribuir a un futuro con una naturaleza resiliente para las comunidades más pobres, muchas de las cuales siguen estando en la primera línea de crisis ambientales aunque sean quienes menos han contribuido a causar dichos problemas.

Al igual que los árboles, las soluciones no “crecerán” de la noche a la mañana. Pero si el objetivo es poner fin a la pobreza en un planeta habitable, la inversión en los bosques, tomando como base las experiencias de lugares como Colombia, Ghana, la República Democrática del Congo e Indonesia, será esencial para construir futuros más verdes para las generaciones venideras.