Por Valeria Romero

(dpl news) Microsoft planea convertirse en la “tercera compañía de videojuegos más grande” por ingresos, al adquirir el estudio responsable de títulos como Call of Duty, World of Warcraft y Candy Crush.

En un comunicado, Microsoft anunció que los directores de ambas compañías ya aprobaron la adquisición de Activision Blizzard, valorando el acuerdo por la enorme cantidad de efectivo de 68 mil 700 millones de dólares ó 95 dólares por acción.

Juegos como Call of Duty, Warcraft, Candy Crush, Tony Hawk, Diablo, Overwatch, Spyro, Hearthstone, Guitar Hero, Crash Bandicoot, StarCraft y más llegarán al catálogo de Xbox Game Pass, PC Game Pass y Xbox Cloud.

Se espera que la transacción se cierre en algún momento de junio de 2023. Pero el acuerdo aún está sujeto a la revisión regulatoria, así como a la aprobación de los accionistas de Activision.

Si se cierra, la fusión representaría la compra más grande en la historia de Microsoft, permitiéndole competir contra Sony y Tencent, los pesos pesados del sector de los videojuegos. Asimismo, la empresa considera que la compra de Activision le permitirá prepararse para el futuro con su entrada al metaverso.

“Los juegos son la categoría de entretenimiento más dinámica y emocionante en todas las plataformas hoy en día y desempeñarán un papel clave en el desarrollo de plataformas de metaverso”, dijo el Director Ejecutivo de Microsoft, Satya Nadella.

En cuanto al liderazgo, no habrá muchos cambios, Bobby Kotick continuará como CEO de Activision Blizzard, pero ahora le reportará al jefe de Juegos de Microsoft, Phil Spencer.

El movimiento también llega en un momento de tensión para el estudio de Call of Duty, en gran parte por la polémica de varias denuncias de acoso sexual y otras conductas indebidas en la compañía de videojuegos.

Recientemente, dijo que despidió a más de 30 empleados para abordar esta problemática. Por su parte, Kotick explicó que el acuerdo con Microsoft representa una oportunidad para “fortalecer” la cultura laboral de Activision Blizzard y “establecer un nuevo estándar” para la inclusión.